El propósito de los sistemas educativos es el de reunir, organizar y transmitir los conocimientos y saberes particulares acumulados de una sociedad específica, con el fin de reproducirla, enriqueciéndose en el proceso y dirigiéndose al fin específico de transmitirlos a la siguiente generación, cuya tarea entonces será asegurar su continuidad.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
E so reza formalmente la teoría, la práctica empero es diferente.
Los modelos educativos son una extensión del modelo político y económico, que lo despojan de su acervo moral y ético, como de su memoria, de la que es desprovista interesadamente, sin revisión y sin el interés de abordarla objetivamente, dejando solo un bagaje de funcionalidad memorista e irreflexiva, dirigido a perpetuar al modelo económico.
O lo que es lo mismo, un sistema sin valores cuya prioridad es el beneficio y las utilidades.
La evidencia de ello se encuentra en abordaje interesado y racista de la evolución social, ejecutada puntualmente desde una perspectiva eurocentrista, que esencialmente descalifica y desconoce invisibilizando los progresos y aportes del este asiático, el centro africano, indoamericano y polinesio, centrándose en el desarrollo de un esquema dirigido a reproducir una intolerancia, orientada a subordinar y someter a nuestros pueblos a supuestos tales como el del atraso y la inferioridad, materiales y espirituales, en nuestra relación para con las sociedades ahora más adelantadas, que acentúan nuestras diferencias y que renuncia por principio a nuestro desarrollo.
¿Y el personal docente?
Debemos subrayar el que el desarrollo del sistema está dirigido a supeditarse al modelo económico, por lo que el docente apenas se reduce a un operario del mismo, que abraza en su formación una teoría humanizada y en principio válida, pero que en el desarrollo de su labor está supeditado a los intereses de ese esquema económico.
¿Es lo correcto?
Cuando ello apunta al propio progreso y emancipación, ¡por supuesto que sí!, pues ningún conocimiento puede derivar de una sociedad estéril, como en el caso particular de los modelos latinoamericanos y con solo 2 excepciones, que es el caso, y que es más acusado en el particular modelo salvadoreño, que está montado bajo una óptica crudamente conservadora, y, en consecuencia, dirigida a perpetuar y profundizar la desigualdad y la exclusión dominantes.
En tal sentido y considerando las particularidades de los tiempos actuales que toca a los educadores vivir, caracterizados por el verticalismo y la intolerancia del régimen, que solo refrendan lo inferido arriba, supone para ellos y por la comprensible razón de procurar conservarse en sus cargos, el que simplemente se plieguen a reproducir el esquema de mediocridad y paroxismo urgido por el modelo.
Tenemos para demostrarlo, la narrativa urgida desde el régimen, dirigida a revisar los hechos recientes de nuestra historia, que procura reescribir, con el solo propósito de asegurarse en el poder.
Este ejemplo ilustra lo señalado, y que es el que el esquema educativo es instrumentalizado por las élites para instalar en el colectivo esta falacia.
Que es en cambio lo que la educación en su sentido liberador, debe desarraigar.
*Educador salvadoreño