El libro “La Guerra Invisible: acción psicológica y revolución cultural”, fue publicada en el dos mil dieciocho. Comienza con la pronunciamiento del publicista austriaco Edward Bernays, sobre la manipulación, que para él es un elemento indispensable en la sociedad democrática.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
E n el prólogo, Adrián Salbuchí, analista político argentino, plantea la guerra psicológica, la guerra invisible que impregna a todas las sociedades, tanto en la guerra y como en la paz, la cual está destinada al logro del control social.
Lucas Carena, analista político y docente de la Universidad Católica Santa Fe, Argentina, es quien escribe la primera parte de esta obra. Nos dice que la Psychological Warfare (Psywar), se fundamenta en los hallazgos de las ciencias sociales, principalmente de la Psicología Social y la Sociología. Cobran relevancia los ideas de Sigmund Freud y los descubrimientos de los experimentos de Stanley Milgram, Philip Zimbardo y Salomón Asch sobre la obediencia, la conformidad y la psicología de las masas. En Sociología sobresalen, entre otros, Thomas Malthus, Herbert Spencer, Gustave Le Bon, Max Weber en torno a la eugenesia, el darwinismo social, la muchedumbre y la mentalidad popular y la estratificación social.
La principal arma para el control y la manipulación es la socialización. Pero, el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas, es el intelectual orgánico de la élite mundial, quien tiene la fórmula para el control de masas y las redes de acción más adecuadas para lograrlo.
La segunda parte es escrita por el analista político y docente de la Universidad Católica de Santa Fe, Argentina, Pablo Javier Davoli, quien plantean la mediación del italiano Antonio Gramsci en la Revolución Cultural, como paso previo e indispensable para la revolución política que instalaría la dictadura del proletariado. La estrategia gramsciana presenta cuatro características: lentitud, complejidad, gradualidad y sutilidad. Para tal fin es necesaria la eliminación de la hegemonía del catolicismo y la familia.
Se pretende establecer un pensamiento único. Por eso es necesario fundar artificialmente consensos, las encuestas de opinión, son un medio para tal fin. Se apuesta por la ingeniería social, ciencia y arte de moldear la vida social de acuerdo con una determinada estructura sin el conocimiento, la comprensión ni la libre adhesión de los integrantes del conjunto humano. Pues se busca el dominio de las masas por parte de una minoría. Quienes utilizan los media system, así como el uso masivo de la marihuana y otras drogas psicotrópicas, como estrategias de dominio social.
Igualmente, usan la teoría de la turbulencia social, como estrategia de terror, para ablandar a un grupo o una población mediante acontecimientos de gran impacto masivo. Una tensión fuerte genera turbulencia social, la gente sorprendida, confundida e indignada, despliega una violencia absurda en tal contexto, se realizan ciertas maniobras mediáticas y judiciales, que permiten imprimir una determinada orientación en el comportamiento social reactivo. Finalmente, se apaga la reacción y sobreviene la aceptación mansa de las nuevas condiciones, inicialmente rechazadas.
Las religiones aparecen como peligrosos obstáculos que deben ser superados o eliminados. Los arquitectos de la turbulencia social ven a las formas religiosas, especialmente en el cristianismo, una barrera contra sus planes. Por eso, el instituto Tavistock elaboró un falso sistema de creencias, la new age, para propiciar la pasividad y el ensimismamiento de sus feligreses.
La Central de Inteligencia Americana (CIA) y los servicios secretos británicos, no tardaron mucho en interesarse por el movimiento contra cultural y la peculiar religión que le servía de cimiento y motor. Los servicios secretos en cuestión, se propusieron neutralizar políticamente a los grupos críticos, opositores y revolucionarios
Se pretende la consolidación de la hegemonía global de la élite oligárquico plutocrática. La hegemonía ejercida por la élite subraya el decisivo rol que juegan los medios masivos de la comunicación social y las técnicas de propaganda y relaciones públicas. Mediante ellos, se puede fabricar el consenso a través de procesos ordenados y sistematizados, de una manera “industrial”. La propiedad privada de los “medios”, constituye la base de la estructura hegemónica.
En cuanto a la fabricación del consenso, es estratégico el rol del enemigo interno o externo. El Informe de Iron Moutain señala, la importancia que revisten los conflictos y las guerras para mantener una cierta estructura de poder o bien, un determinado sistema de dominación.
La televisión, en general, ejerce su influencia en la vida privada de los televidentes y sobre varios procesos de las sociedades modernas. Mediante el control de la programación de las noticias televisivas, se puede crear la opinión pública, manipulando la forma en que la gente piensa y actúa. Y el incremento abrumador de los contenidos televisivos pueriles y divertidos, propician un público ignorante y frívolo. Para Giovanni Sartori, la televisión produce imágenes y anula conceptos, de este modo, atrofia nuestra capacidad de abstracción. Por tanto, la televisión está produciendo una permutación, una metamorfosis, que revierte la naturaleza misma del “homo sapiens”. La televisión viene sobre estimulando los instintos y las emociones del público. Se focaliza lo sexual, responsable de la atmósfera híper erotizada de nuestras sociedades. La difusión de la violencia es tan abrumadora que, hasta el ámbito de la diversión, el humor y la jocosidad se han perturbado. Así, Bruno Bettelheim descubrió cómo los regímenes autoritarios pueden mantenerse, infantilizando a sus súbditos.
El primer anexo es escrito por Pablo Javier Davoli, el cual comenta la comunicación subliminal y la manipulación del comportamiento. Y Lucas Carena, nos explica el Proyecto MK Ultra y el Proyecto Blue Beam, como segundo anexo y el abuso de la psiquiatría, como tercer anexo.
*Psicólogo salvadoreño