Populismo burdo

La palabra burdo, significa según la Real Academia de la Lengua Española (RAE): “Tosco, grosero, rústico, vulgar, ordinario, chabacano, inculto, ineducado, palurdo.” En palabras más sencillas ser “burdo” es ser bajero, algo así como de la peor calaña.


Por: Walter Raudales


El populismo, por su parte, en su sentido negativo, es esa forma de gobernar haciendo cualquier cosa para mantenerse en la silla del poder. En decir, quien hace populismo es un demagogo.

Se populista, en su «significación peyorativa», es aquel que anda buscando la simpatía de la población, a costa de medidas contrarias al Estado democrático. El objetivo fundamental no es transformar profundamente las estructuras y relaciones sociales, económicas y políticas, sino preservar el poder y la hegemonía política a través de la popularidad entre la gente.

Esta semana, en El Salvador, apareció el presidente inconstitucional haciendo un anuncio en claro estilo populista burdo. Dijo que el recibo del costo de la luz y agua, del mes de enero del 2025, los pagará el gobierno, como forma de paliar la maltrecha economía familiar. Esta medida, a todas luces desesperada, debe ser entendida en todo su contexto reciente.

Especialistas en política y analistas no han tardado en reaccionar sosteniendo que esa acción, obedece a la caída en picada, ante la población salvadoreña, de la imagen de Nayib Bukele, luego de derogar la ley que prohíbe la minería metálica y dar paso a una narrativa llena de avaricia, insultante y con mentira para permitir la minería, que ante los ojos de la gran mayoría de habitantes, es contaminación, destrucción y muerte en suelo de El Salvador.

El hecho que la jerarquía (Obispos de El Salvador y Centroamérica) de la iglesia católica, que más de 200 sacerdotes aglutinados en una cooperativa sacerdotal, y organizaciones religiosas de la región cierren filas contra Bukele y su intención de abrir la minería; sumando las voces de quienes pidieron incluso la “excomunión para diputados y el presidente” por atentar contra la vida; más varías marchas y plantones ante la Asamblea Legislativa de diferentes organizaciones de la sociedad civil; la popularidad de la que tanto hace alarde Bukele, se le vino abajo en cuestión de un par de meses.

Las famosas “cortinas de humo”, que en la guerra comunicacional consisten en fabricar una noticia de mayor impacto para aplacar otra que te afecta, no les dio el resultado esperado. Después de varios intentos con la nueva ley de tránsito con “cero tolerancia a los alcohólicos” y una multas leoninas, y otros temas, incluso ni la navidad ni las festividades de año nuevo, lograron aplacar el malestar y repudio contra el gobierno y su presidente, por insistir con la minería e ignorar a las fuerzas vivas de la nación que le pedía vetara la ley.

Con los imagen por los suelos, y dado que la popularidad es el lubricantes para las dictaduras, en una conferencia de prensa, con preguntas controladas, se hizo el anuncio que el gobierno pagará los recibos de luz y agua del mes de enero. Una acción clara de POPULISMO BURDO.

Pensadores como Fernando Savater, sostienen que estas acciones populistas burdas: “Son una reacción ante la miseria desde la ignorancia. Y previamente, hay un conjunto de factores que se suman: una crisis económica muy severa, promesas políticas incumplidas e ineficacia en la gestión de esa crisis. En un entorno así, de forma inmediata surgen los curanderos. Eso es lo que ha pasado, igual que cuando a una persona le diagnostican una enfermedad muy grave y acude al curandero. Eso es el populismo, el curandero de la política que, ante problemas reales, plantea soluciones ilusorias que nacen y anidan en la ignorancia”.

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