Comencemos con el asunto del tripartismo, ¿qué es? ¿de qué se trata en un país casi anti-dialogante? en pocas palabras el diálogo es el resultado de los esfuerzos de países, sociedades, entre sectores económicos, políticos y sociales, por ponerse de acuerdo en aquellas cuestiones consideradas medulares para la existencia humana en un contexto de dignidad y decencia.
Por: Róger Hernán Gutiérrez[1]
Experiencias duras en la humanidad como las guerras internas y/o externas, determinaron como consecuencia la necesidad de una institución que en un ámbito específico vigilara y atendiera de una manera diferente los conflictos en las sociedades, fue así que nace la Organización Internacional del Trabajo-OIT en 1919, luego de la primera guerra mundial, en base al Tratado de Versalles.
Destacable de esto es que el mundo del trabajo en un contexto de guerra, detiene el desarrollo humano, en cuanto la actividad laboral como medio ideal para la subsistencia personal y familiar, se destruye y falta la comida, la seguridad, la vivienda y la coexistencia pacífica entre los diferentes intereses de una sociedad; que el conflicto anula, no permite y la normalidad laboral acaba por ceder al poder bélico imperante, y todo lo que mueve a una sociedad deja de ser, se imponen las armas y la locura.
El otro elemento es que un acuerdo, un tratado, un documento acaba por firmar la paz; y esperar que haya lecciones aprendidas para no volver a repetirlo con mayores niveles de destrucción. El Tratado de Versalles lo hizo, la Declaración de Filadelfia (1944) y que bien que surge la OIT, pero no aprendimos y hubo una 2ª guerra, donde no se comprendió nada de lo que había pasado. En El Salvador, se desconocen los Acuerdos de Paz, por un motivo u otro, lo que demuestra que lo que firmamos y hacemos son dos cosas muy distintas,
La OIT, lo expresaba cabal: “Todos los seres humanos, independientemente de su raza, credo o sexo, tienen derecho a perseguir su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y de igualdad de oportunidades”. Además, lo centraba diciendo la Declaración de Filadelfia, promulgada el 10 de mayo de 1944, la actual carta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Con cuatro principios fundamentales sobre dignidad humana: 1) El trabajo no es mercancía. 2) La libertad de expresión y de asociación es esencial. 3) La pobreza en cualquier lugar constituye un peligro para la prosperidad en todas partes. 4) La guerra contra las carencias se debe desatar con vigor implacable.
Lamentablemente no se cumple en las sociedades supuestamente con menos o mucha democracia; ésta siempre es favorecedora de quien tiene el poder, el cual de manera eufemística se traduce que reside en el pueblo—que raramente la posee y desde tiempos remotos, muchos organismos como emperadores, presidentes, senados, congresos, asambleas se arrogan ser la expresión fiel del pueblo.
En consecuencia, la democracia es consustancial al sentir de una mayoría, no obstante, son casi siempre las minorías muchas de ellas opresores, autoritarias y dictatoriales las que dominan toda la estructura y superestructura, lo que conlleva a que casi nunca hayan acuerdos sostenibles, pues la decisión es siempre de una persona o grupo muy reducido, y aquello importante acordado queda diluido y casi olvidado; veamos el ejemplo del 16 de enero, nadie o muy pocos; y sobre todo las autoridades asumen como propia la fecha histórica que llevó al final del conflicto bélico (1980-1992).
En aquella época se acordó el Foro de Concertación Económico Social-FCES, el cual fue siendo anulado hasta desaparecer, la lógica impuesta por la oligarquía fue “que lo político había pasado, y que entrabamos al estado de derecho”. El Presidente Bukele, con sus declaraciones sobre los Acuerdos de Paz, lo reduce a una página de la historia y un acuerdo de los mismos de siempre.
En consecuencia, el acuerdo de la OIT (Versalles), la Declaración de Filadelfia (1944) con sus 4 principios; los Acuerdos de Paz (1992) y otros tantos acuerdos en diferentes campos de la sociedad, continúan siendo letra muerta al pasar los años; y los grupos dominantes mínimos, si los dejamos, seguirán imponiendo su democracia a ciencia y paciencia de quienes la vivimos.
El tripartismo—son tres partes—pero no logramos acuerdos, ni para convocarnos al diálogo; la oligarquía impone sus intereses que priman sobre los demás; y eso es lo que vale y tengo todo a mi favor; y a eso se suma la falta de honor, de decencia de la parte laboral, que en no pocas veces de la historia ha traicionado a la clase trabajadora y la cultura de poder, de sometimiento al que lo tiene; terminando cediendo en pro de una falsa democracia, que no nos ayuda para evitar el conflicto político y social.
[1] Sindicalista salvadoreño