Una reciente encuesta en Italia sobre la popularidad del papa Francisco ofreció resultados muy sugerentes: el 76% lo reconoce favorablemente, lo más notable fue que el jefe de la Iglesia Católica es más popular que su propia Iglesia (45%).
Por: Elio Masferrer Kan*
El 72% de los italianos se define como católico y uno de cada seis católicos se asume como practicante. Recientemente menos de la mitad de los niños nacidos fueron bautizados y lo mismo sucedió con una aguda disminución de los matrimonios católicos. Francisco no sólo es popular entre los católicos, también es reconocido favorablemente entre quienes se consideran fuera del catolicismo.
El 76% de los italianos confía en el Papa, mientras que la mitad de ellos confía en la Iglesia. Les fascina “su comprensión de las necesidades reales de las familias y la precisión y espontaneidad de sus palabras”. Coinciden plenamente con sus constantes llamados a la paz, por la fraternidad y contra los odios.
También caló profundo en los italianos su atención a los desprotegidos, los más débiles y los “descartados”, impacta favorablemente la espontaneidad del papa, su atención y comprensión de los problemas de las mujeres y de los jóvenes. Un tercio de los entrevistados está muy involucrado en las novedades de la Iglesia y ve con expectativas la convocatoria a renovar la institución a través del proceso de sinodalidad de la Iglesia.
Los entrevistados también están informados de los problemas internos de la Iglesia y comparten su preocupación por el escándalo de los abusos sexuales señaló una cuarta parte de los entrevistados. La mayoría de los entrevistados está de acuerdo con la renovación de la Iglesia y sólo el 21% quiere volver a la Tradición conservadora.
El éxito de Francisco no es ningún misterio, comenzó el primer día de su pontificado cuando se presentó con el menor boato posible ante la multitud expectante en la Plaza de San Pedro y humildemente pidió que rezaran por él. Se negó a vivir en los suntuosos Departamentos Pontificios, no quiso utilizar a Residencia de Verano de Catelgandolfo y convirtió estos espacios en museos. Siguió calzando sus sencillos zapatos negros que el mismo lustraba, rechazo las zapatillas rojas y los abrigos de armiño blanco que utilizó su antecesor. Siguió utilizando la sencilla cruz de hierro y no empleo la lujosa de los anteriores papas. Sus críticos reclamaban que más que el jefe de la Iglesia parecía un párroco, mientras que dos tercios de los italianos al igual que muchos católicos están emocionados con alguien que vive y comparte un testimonio cristiano y no se pierde en lujos y banalidades.
Nuestra experiencia de campo nos permite afirmar que en la actualidad es muy difícil que cualquier obispo o cardenal tenga en su diócesis esos niveles de aceptación y respaldo a sus propuestas. Los católicos disminuyen constantemente en todos los países latinoamericanos.
La falta de compromiso con el proyecto de Francisco es notoria en la mayoría del Episcopado Católico norteamericano, el presidente de la Conferencia, José Gómez, arzobispo de Los Ángeles y miembro del Opus Dei, nacido en Monterrey, México, no hizo ninguna declaración sobre las políticas migratorias que piensa aplicar el presidente Trump. Recordemos que los obispos estuvieron muy interesados en su momento en excomulgar al presidente Biden por su respaldo a la interrupción del embarazo.
La presencia de los católicos en el Senado y la Cámara de Representantes es importante, son el 28%, mientras que su presencia en la sociedad norteamericana es del 20%, alrededor de 70 millones de personas. Los legisladores católicos del partido Demócrata son 83 y en el partido Republicano llegan a 67. Debemos mencionar que muchos de los residentes no autorizados susceptibles de deportación son en su mayoría de países latinoamericanos y muy probablemente sean católicos. Marco Rubio, el próximo secretario de estado es católico de origen cubano y su familia migró a Estados Unidos antes del triunfo la Revolución cubana.
Las investigaciones de los sociólogos estadounidenses han identificado intensos procesos de conversión de los migrantes católicos a las iglesias evangélicas y en muchos casos, estos migrantes cuando retornan a sus países de origen se dedican a “sembrar” las iglesias evangélicas. Recordemos que las iglesias evangélicas tienen una dinámica emotiva intensa y cultivan relaciones de solidaridad y apoyo mutuo, generando así espacios vivenciales muy importantes en los contextos de desarraigo de la migración.
Evidentemente Francisco conmovió a las bases sociales, a los “ciudadanos de a pie”, aunque ya no sean católicos, pero no logró emocionar a sus obispos, quienes no ceden en sus privilegios y no asumen la soledad de sus templos.
*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH