Un país, una sociedad envuelta en contradicciones que hacen difícil llegar a una situación de bienestar en común

Un marco de existencia socio-política y económica por demás lleno de contradicciones, importante en tanto nos ponen alertas y dentro de un rango de análisis socio-político que debe llevarnos algún día a superarlas para crear nuevas contradicciones y dar pasos concretos a mejores estados de existencia con bienestar.


Por: Róger Hernán Gutiérrez[1]


Es claro que una encuesta y/o entrevista mantiene niveles de información con cierta confiabilidad que nos determinan cosas que ya sabemos o nos justifican una realidad difícil de sobrellevar de manera satisfactoria para alcanzar un bienestar común, que debe ser la finalidad en cualquier momento.

Los ingresos de una familia, el 67% están entre un rango menor de 211.00 a 500.00 usd; que sabemos no es suficiente para alcanzar un estado de bienestar común, tal como pretende la obligación constitucional que marca la vida de salvadoreños(as). Es claro que en materia de cumplimiento de las obligaciones del Estado para con sus ciudadanos(as) deja mucho que desear, y hay debilitamientos, anulaciones, incapacidad y hasta se ve una acción dolosa en faltar a garantizar, proteger y promover un reconocimiento, un pleno goce y ejercicio socio-económico y político en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades de las personas.

Independiente a qué sector se pertenezca o se ubique, en tanto tenga un nivel de estudios y una edad determinada; es decir que el Estado para catalogarse como contributivo de la sociedad debe generar políticas, planes, programas, normativas y acciones que fortalezcan la inclusión social. No obstante, lo que tenemos es una disputa de clases sociales, por recursos económicos, de políticas en pro y en contra de los intereses de los grupos dominantes en detrimento de los grupos vulnerables, marginados y excluidos de toda participación en la economía y decisiones importantes del país.

Nos preguntamos cómo elementos del conservadurismo en los grupos sociales del país está bastante introyectado el asunto de la religión, que de acuerdo a sondeos de opinión pareciera definir mucho de los temas polémicos que cruzan nuestra sociedad. Partamos que la composición religiosa está distribuida en evangélicos y católicos que hacen un total del 95.51%, casi una totalidad y por ello es muy fuerte y decisorio, cuando este pensamiento con dicha creencia religiosa se ve involucrado en temas polémicos y de mucha trascendencia nacional.

Y así se va divergiendo el pensamiento que se inclina por una fuerte creencia de lo divino por sobre lo terrenal, que es el 14.4%, en comparación con la creencia religiosa del 85.6% mucho mayor hacia lo divino. Esto lleva a establecer una diferencia sustancial en la confianza en el gobierno 9.7% y en Dios (90.3%), por lo que mucho de la realidad que impera tiene a su base ese pensamiento conservador y nada científico; haciendo una fuerte creencia en las instituciones religiosas (71.4%), antes que las humanas del 28.6%. Esto es claro que bajo ese paraguas todo se polemiza y mantiene sesgos hacia un predominio de la creencia religiosa como fuerte base.

El caso por ejemplo de la salud, a partir del ejercicio de Bukele, de las condiciones resultado y consecuencia de la pandemia(2020) y los diferentes orígenes de enfermedades comunes, crónicas y condiciones que conforman un cuadro de insalud generalizada, que siendo así no ha importado el recorte de personal sanitario, la deficiencia en materia de atención hospitalaria, la provisión de medicamentos y servicios de laboratorio de calidad y suficientes, para una población con una alta desprotección social. Tanto así que la creencia en la medicina—lo científico—lo dispone el 31%; mientras que la creencia en la fe y milagros abarca el 69%.

Los efectos de la maldad que mucho de este pensamiento lo recalca en los seres humanos como responsables y en consecuencia la medida del régimen de excepción es aceptada y aplaudida en tanto pretende corregir a los seres humanos que se han salido del guacal; y que también es consecuencia de demonios y malignidad que sólo se combaten con la fe puesta en Dios. No obstante, los avances tecnológicos y científicos esenciales para el progreso humano son aceptados por un 85.3% y están de acuerdo en la medicina para combatir los problemas de salud que se manifiestan (50.6%).

Este pensamiento, en el caso de ver al Presidente Bukele como un enviado de Dios (8.9%) está de acuerdo; y por tanto el asunto de ver la decisión de la minería, de ver el tesoro del oro en el país como algo puesto por Dios; y que factores como el nivel de estudios y de edad, refuerzan esta situación que hoy vivimos, por cuanto hay una incidencia en los rangos de edad entre 40 años y mayor de 65 años de los grupos poblacionales y con poca o nula formación—primaria y tercer ciclo—y en consecuencia la medida del régimen que apoyan esta manera de entender la minería y asunto del oro—como casi una bendición—presentando un oportunismo político del régimen Bukele.

[1] Sindicalista salvadoreño

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