Maestro de las américas

Pocos pueden referir como su vida, en vida, es un ejemplo a seguir, del deber ser, de ser imitada, de ser considerado un verdadero maestro.


Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*


Es el caso de Pepe Mujica.

Fue el 40° presidente del Uruguay, el más estimado, no sin que su ejercicio estuviera excepto de yerros, faltas y algunos desmanes de menor cuantía y sin efecto concreto para la ciudadanía, que maliciosamente la oposición de derecha exagera, con el solo ánimo de denostar sus logros, que son muchos, para su pueblo y para nuestra América hispana.

Y para encubrir sus crímenes.

Es, digámoslo sin ambages, epítome del deber ser del gobernante, al que todos aspiramos como ciudadanos tener, porque su actuar es guiado por el interés de sus gobernados, de la ciudadanía, del soberano, del estado y la ley.

No pasó por alto comprender su lugar en el concierto que le tocó vivir, en su condición de gobernante, o el de su país, y en concordancia con ello desempeñó su papel, siempre en el ánimo de cumplir con su deber ante la historia y su país.

Cosa difícil, pues los más simplemente se suben a la ola dominante, con completo desprecio a su deber, a su país, a la historia, y a la ley.

Lo que padecemos.

Su actuar se suscribe a reglas simples, de ahí su genio, las cuales suscribe a su vez a altos valores.

El deber, la probidad, la ley y su posición ante la historia, lo son todo para don Pepe, como la discreción, la humildad y las buenas maneras su sello particular, que derivan de su dominio de la historia, como la comprensión de lo que ésta espera.

Así, su ejercicio privilegio las grandes obligaciones que todo gobernante debiera tener, como los desheredados, la educación y sanidad públicas, la infraestructura y la seguridad, el trabajo y la industria, lo que marcará esa edad de oro que implicó su gobierno, y no sin que ello supusiera dejar de lado su deber como latinoamericano, su deber para con todo nuestro subcontinente.

De ese modo, vierte todas sus habilidades, experiencias, dominios y capacidades, a la enseñanza por, sobre todo, lo que volvió su ejercicio, antes y después, un verdadero magisterio, que incluso ahora es fuente segura de sabias enseñanzas, de valor para el presente, como también sin duda para el futuro, cuya aplicación será sin duda para provecho para su patria, como para todos nosotros.

Por ejemplo, nos advierte de continuo sobre la posibilidad real que pueda implicar la final emancipación de nuestra región de los EEUU, lo que en algún momento puede suponer que nos sometamos a un nuevo opresor, por simplemente no considerar las consecuencias.

Al final de su sendero, de nuevo, nos advierte lo que nos espera si seguimos desunidos, si desconfiamos de los intereses comunes, si nos alejamos del deber de construir la unidad.

Mientras dispone su partida.

Gracias querido Pepe, maestro de las Américas, por abrazarnos con tus enseñanzas, por ser un vivo ejemplo a seguir.

*Educador.

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