Repatriados denuncian haber sufrido tortura durante las deportaciones de Estados Unidos
Los repatriados colombianos denunciaron haber sufrido tortura y tratos indignos en los vuelos de deportación de Estados Unidos. Este fin de semana el presidente colombiano Gustavo Petro se negó a recibir dos vuelos de migrantes provenientes de Estados Unidos, como respuesta a las condiciones aberrantes en las que se les movilizó desde el país del norte. Luego de una amplia discusión, las autoridades estadounidenses tuvieron que asegurar el buen trato para los colombianos deportados.
Este martes llegaron a Bogotá los primeros 210 migrantes deportados desde Estados Unidos, de los cuales 26 son niños. La Fuerza Aeroespacial de Colombia se encargó de presentar los protocolos a sus ciudadanos. “Ni bien subimos [al avión] nos dijeron que ya estábamos en casa. Fue un alivio”, relata una de las migrantes al reportero de Presidencia que les esperaba a metros de la escalera de descenso de la aeronave.
Los primeros testimonios de los repatriados coinciden en presentar un cuadro plagado de abusos, tratos indignos y hasta tortura. Si bien la mayoría de ellos fueron retenidos en inmediaciones a la frontera norte de México en la última semana, algunos pudieron pasar más de un mes bajo las míseras condiciones del confinamiento.
Una joven madre, abrazada a su pequeño bebé, confesó que ambos llevaban ocho días en detención, expuestos a tratos que calificó como “terribles”: “Me robaron todos los documentos, el celular, casi se roban a mi bebé”. Además se les había forzado al hambre sin tener en cuenta los requerimientos alimenticios del menor: “Allá lo llevé al médico y él está en desnutrición, él no ha comido”. Cuando habló sobre las condiciones en las que se encuentran los demás detenidos, no dudó en denunciar que “hay personas que llevan un mes, hay gente desaparecida”.
Otro joven entrevistado a las afueras del avión comentó sobre el trato de las autoridades estadounidenses: “Desde el principio nos trataron muy mal, nos botaron la ropa, no nos dejaban bañar, nos despertaban a las 3 de la mañana. Esperaban que nos durmiéramos y a la hora nos despertaban, nos gritaban, a algunos les pegaron”. La privación prolongada del sueño es una práctica de tortura que impone un trato indigno, cuyo objetivo es desorientar y vulnerar la perceptibilidad de la persona torturada.
Otro hombre relató incluso el ensañamiento de algunos agentes: “Papá Trump está en la casa, todos deportados, todos se van a ir”, gritaban a los retenidos. También narró cómo se violentó a los adultos mayores: “Hubo personas que le quitaron su bastón. Una señora tenía problemas de corazón y esos aviones vuelan más alto. Aun así a la señora la llevaron sin consentimiento alguno y tuvo un ataque. Tuvimos que parar en Houston para que a la señora la revisaran y a pesar de eso, pues fueron a dar vueltas sin decirnos nada, sin darnos expectativas, sin escucharnos. Horrible”. Según comentó a la prensa, él había salido del país con el objetivo de encontrarse con su familia tras sobrevivir a una situación de violencia en Colombia. Cuando le preguntaron a dónde iría después de la repatriación, contestó desilusionado: “Pues voy a buscar, a ver dónde me reciben. Mi familia ya se fue”.
La triste realidad de los repatriados a Colombia en las últimas horas nos pone ante un panorama naturalizado: grilletes, cadenas, privación de alimentos y del sueño, vejaciones a niños y adultos mayores. Tratos indignos y torturas normalizados y aplicados a mansalva desde la apertura securitista de George Bush y su discutida guerra “contra el terrorismo”. Las imágenes de las cárceles de Abu Graib y Guantánamo se perpetraron en el momento en que Estados Unidos estableció una discrecionalidad siniestra sobre el Derecho Internacional Humanitario. La respuesta asimétrica de Donald Trump en medio de esta coyuntura, revela la frustración de una potencia habituada a someter a sus periferias a un régimen de subhumanización y sumisión. Colombia ha decidido no convertirse en Guantánamo.
Diario Red.