El discurso fascista de Trump.

Por Igor Iván Villalta Sorto*

El discurso fascista repite una y otra vez las mismas posiciones, el gran problema que mucha gente que lo escucha lo hace suyo y responde a él sin darse cuenta de que en muchos de los casos les afecta directamente. Una de las formas de llegar al impacto social y político es la promoción del odio entre los grupos poblaciones, muchos más entre aquellos que son más débiles y vulnerables, es importante que se excluya al otro porque son delincuentes, asesinos, gentes que vienen hacerle mal a nosotros que somos la población que ha construido riqueza y ha hecho grande a nuestra nación.

Se promueve la deshumanización del individuo estos fulanos no merecen ninguna atención de parte de nosotros debido que estos son animales, así que no importa que los encerremos en cárceles, separemos familias, a padres de sus hijos, encerremos a niños en jaulas, no importa que los torturemos. Que no demos posibilidades de ver a sus familiares o tener derecho a un abogado.

El discurso fascista también está cargado de amenazas contra las minorías que, buscando un mejor porvenir, porque en sus respectivos países se les niegan sus derechos se encuentran nuevamente solos, desprotegidos y rechazados por quienes ejercen el poder. Las amenazas tienen un alto contenido xenófobo, haciendo culpables a estos grupos de todos los males sociales a que la sociedad se ve sometido. Estados Unidos tienen un amplio comercio de drogas y estos gastan 150 mil millones en la compra de drogas licitas como el alcohol y el tabaco y las otras ilícitas como cocaína y anfetaminas.

Se calcula que existen más de veinte millones de adictos en los Estados Unidos y no solo este es el problema es un segmento de la población que debe ser abastecido constantemente porque si no puede significar un problema social aún más grande. Si a esto le sumamos los programas de rehabilitación y los tratamientos hospitalarios puede significar, de acuerdo a la cobertura entre 20 mil millones o 25 mil millones.

En el discurso fascista estos problemas son vistos como un mal que viene de fuera, la culpa es de México y Colombia que producen y exportan droga, la culpa son de los emigrantes que trabajan con los carteles de la droga. A estos individuos despreciables hay que ponerles freno, es un enemigo que nos quiere invadir, hay que cuidar la frontera sur para que no entren y a los que ya se encuentran dentro hay que expulsarlos.

En ninguna parte del discurso se escucha que se debe procurar una sociedad más humana y justa para luchar en contra esos males sociales, no se habla de la corrupción en los estamentos policiales que facilitan el tráfico de droga. En Europa tenemos a la reina del hachís que entra a España desde Marruecos, ella en entrevista con Mariana van Zeller como corresponsal de la National Geographic explicó que el alijo de droga más grande recibido por ella era de 500 millones de dolares, que la droga entra a Europa en muchas ocasiones por las playas y a plena luz del día. Es imposible hacerse la pregunta ¿cómo es esto posible?

Lo más fácil es echarles la culpa a otros: como diciendo yo estoy haciendo mi trabajo son otros los que nos están dañando, siempre las soluciones más fáciles han sido culpar al otro. En el discurso fascista se habla de cambio para que todo siga igual, se culpa a la democracia porque no hay resultados y ellos se erigen como los grandes salvadores de la patria, los sabios que tienen las soluciones para todo, los que poseen el poder y que se muestran incólumes ante sus adversarios políticos.

Si podemos observar en el discurso de Trump hace propuestas absurdas, como que Canadá sea un estado más de Estados Unidos, anexionar Groenlandia, controlar el canal de Panamá, invadir Venezuela, cambiar el nombre al golfo de México. Todo basado en una política expansionista como lo quiere hacer Netanyahu con el Gran Israel.

Pero un simple discurso no puede cambiar las cosas se tiene que topar con la realidad de las cosas, los supremacistas blancos sueñan con un país sin negros, sin católicos, sin latinos y sin otros, pero la historia ha demostrado que es en la diversidad en donde se encuentra el progreso y el desarrollo. Estados Unidos fue construido con el trabajo de los nativos americanos, llevaron negros de África y chinos para construir el ferrocarril, latinoamericanos para limpiar sus edificios y recoger la cosecha y así diferentes etnias que han contribuido y contribuyen al bienestar de sus habitantes, dentro y fuera de la nación norteamericana.

Estos discursos surgen con mayor fuerza y contundencia cuando el imperio se siente débil, tenemos una sociedad norteamericana profundamente dividida, en estos momentos más del 50% siguen el discurso de Trump y su círculo de multimillonarios. Otro de los reglones que no hay que olvidar es la explotación del miedo. Los supremacistas blancos temen que dejen de ser mayoría, así como los israelitas temen el crecimiento poblacional de los palestinos.

El peligro de todo esto es que cuando el imperio se ve debilitado recurre a guerras que justifiquen el genocidio de amplios sectores poblacionales, pero el discurso que todo se hace por la democracia y la libertad, en boca de quienes promulgan ideas fascistas se hace cada vez menos creíble.

*Biólogo investigador.

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