SE AGOTA FINALMENTE EL ESTADO DE EXCEPCIÓN.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández, (Educador salvadoreño).

El estado de excepción es por definición un estado transitorio, pasajero, diseñado para responder a condiciones muy específicas que hayan desbordado a la institucionalidad.

El que tenemos surge de la matanza cometida en octubre de 2022 por las pandillas.

Las asesinadas fueron alrededor de 86 personas, quienes eran comerciantes, trabajadores, obreros, etcétera, sin relación con estas.

Con el tiempo se ha hecho de conocimiento público el que estos asesinatos fueron en realidad un reclamo al régimen de parte de las pandillas, por incumplimiento de los acuerdos pactados entre ambos, y que todos sabemos fueran celebrados por algunos de los personeros del régimen con estas, sobre lo que abriera una investigación el anterior titular de la FGR, que casualmente fuera depuesto apresuradamente de modo ilegal, cuando el actual ilegal régimen se recetó aquel autogolpe con el que rompiera la institucionalidad, desde el cual lo padecemos.

A propósito que aún ahora, después de haber sido detenidos supuestamente algo más de 86,000 personas, cifra que no puede ser corroborada por el mismo estado de excepción, los ejecutores materiales e intelectuales de aquella matanza no han sido aún presentados ante los tribunales, lo que no solo quiebra el supuesto de acabar con esas estructuras criminales, desliza además sobre el tapete la tesis de que aquella no fue sino una operación Gladio, dirigida tanto a predisponer la opinión pública como alinear con el oficialismo, cosa que se logró.

Es decir; si bien las condiciones imperantes en nuestro país eran invivibles antes de imponerse el estado de excepción, por los crímenes que las pandillas cometen, los secuestros, las desapariciones, las extorsiones, las violaciones, la inseguridad y el desorden generalizados, debemos destacar que no sería posible sin que las respaldara la complicidad del estamento político gobernante, lo que se ha demostrado con el estado de excepción, respondiendo solo a los intereses de la élite gobernante, pues subsiste porque son favorecidas al igual que el narco, para perpetuar por su medio la desigualdad y la inequidad estructurales.

Al no abordarlos por supuestamente atender la seguridad.

Por otro lado, supone el estado de excepción el único logro real del régimen, pues todo lo demás es accesorio, y no sin un alto coste humano.

La alta comisionada de DDHH de las UN, ha denunciado permanentemente que el estado salvadoreño asesina mediante tortura, a nuestros ciudadanos, señalando concretamente que son 350 los asesinados confirmados, pero pudiendo ser hasta 1500, de la población común, y de acuerdo a CRISTOSAL, con hasta el 89% de ellos sin antecedentes que los liguen a las pandillas, por lo que son inocentes los asesinados.

Qué decir de las casi 50,000 detenciones arbitrarias, los asesinatos cometidos por militares, las violaciones, etcétera.

Como sea, estas irregularidades cometidas por el régimen en su aplicación han degenerado no solo en cansancio social, también en los primeros gestos de violencia de la población.

Pues si bien sirvió para contener formalmente la violencia que padecemos, no resolvió sus causas.

Y ese era el quid de esto.

 

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