LA GUERRA COGNITIVA DEL RÉGIMEN CONTRA LOS SALVADOREÑOS.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández. *
La guerra cognitiva es la confrontación llevada al ámbito de lo cognitivo y del pensamiento puro, para conquistar a ambos.

Su primera víctima es la verdad.

Esta se desarrolla a partir de los parámetros gobelianos diseñados para el estado nazi, basados en la desinformación, el engaño descarado, las medias verdades y los bulos, que ahora denominamos fakes news, y que conforman el vertebrado primordial de penetración ideológica que la OTAN utiliza en sus operativos, con el fin de promover el desorden y la confusión entre las poblaciones objetivo.

Claramente están dirigidas en términos ideológicos para anular desde estas, toda expresión de desarrollismo, progresista y legalidad, que, para el caso particular de nuestro país, establece las condiciones que favorezcan la desregulación completa, absoluta del mercado, para el beneficio de las mafias inmobiliarias, de seguros, de servicios y militares.

Sí, desregulación absoluta porque el segundo parámetro de las sectas de derecha que impulsan este tipo de guerra es secuestrar el concepto de libertad, y en el entendimiento de que, al hablar de libertad, debe entenderse la del mercado.

Su completa desregulación.

Dicho de otro modo, no es la libertad como concepto y como fin social el que se busca, sino el que las instituciones existan para favorecer los negocios.

Lo vemos con el absoluto desmontaje de la institucionalidad que el régimen impulsa, que por otro lado la sola existencia del régimen pone en relieve que está desmontada.

¿Cómo interferir?, ¿acaso son malos los negocios?

Son malos cuando se montan para el exclusivo beneficio de las élites, sin consideración de la legalidad y con completa exclusión de las mayorías.

Es decir; regresando al concepto, busca la guerra cognitiva por los medios a su disposición, entiéndase la mediática y la técnica, verterlos al solo propósito de difundir las falacias de las élites gobernantes, repetidas en un ciclo sin fin, como mantras, imponiendo a la población que pensar y sentir sobre esto o aquello.

Y por supuesto, como actuar y proceder sobre ello.

Así, por ejemplo, si en términos puramente democráticos, pudiéramos someter a votación en un plebiscito, el proyecto minero que promueve el ilegal régimen que padecemos, sencillamente perdería.

En cambio, el régimen se vale de los recursos a su disposición para engañar descaradamente a la población con el supuesto de una minería responsable y verde, que es inexistente, así como por el uso descarado de la fuerza para doblegar la resistencia de ésta, como por la amenaza de someter a juicio a quienes se resistan a ello, para finalmente imponerse, aún con los insalvables costes humanos y materiales que supone.

Así, este tipo de guerra está dirigida a manipular en un nivel emocional y mental a los individuos, para que gustosos justifiquen que solo el 0,00002% de la población [BCIE/BM/FMI/BID] se beneficie del modelo.

Pues que el resto se beneficie ya no es negocio.

Porque la exclusividad es lo que buscan, como la que persigue el caudillo para salir junto a Trump en la foto.

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