¿PERSPECTIVAS?… ¡PARA NADA!

Por: MIGUEL BLANDINO.

“Es una estafa, carajo” titula Pablo Iglesias su número de ayer. Habla de la última aventura frustrada de Javier Milei, la criptoaventura, mediante la cual quería criptonizar la vida económica de Argentina, pero que se le cayó apenas a unas horas de su lanzamiento.

No sé si es bueno o si es malo eso de las criptomonedas.

Unos dicen que mediante su uso se debilita el dólar porque al dejar de utilizarlo en las transacciones se reduce la capacidad para influir en las decisiones libres e independientes de los países con economías débiles.

Otros, por el contrario, dicen que al usar las criptomonedas mueven principalmente los dólares sucios, manchados de sangre, de forma clandestina, desde las arcas gigantescas del crimen organizado internacional hacia las arcas gigantescas de los fondos de inversión que inyectan capitales a empresas de gente honorable como Elon Musk, para lavar dinero y financiar guerras en Gaza y, de ese modo mantener el poder imperial y su amenaza sobre el resto del mundo.

Yo no haré punto de honor en ninguna de esas dos puntas de la hebra. Aunque tengo mis creencias, igual que todo hijo de vecino.

Pero lo que siempre voy a señalar es al tal Pablo ni chicha ni limonada.

No hace mucho tiempo, un poco más de tres años apenas, cuando bukele se lanzó a su criptoaventura guanaquicida, el tal Pablo aplaudía fervorosamente su revolucionaria apuesta de futuro.

O sea, si yo creo que un tipo es de izquierda voy a rugir como león cinematográfico, pero si creo que es de derecha debo denunciarlo a grito pelado.

Vamos a ver: comienzo reconociendo y afirmando que estoy convencido de que no soy el fiel de la balanza y que, por lo tanto, mi rectitud no es intachable, y que ni siquiera doy un cinco por mi imparcialidad y menos por mi “objetividad”.

No soy recalcitrante como “demócrata”, como Ina Afinogenova -que huyó de Rusia en el inicio de la guerra porque Putin es autócrata-.

No, para nada, pero siempre he pensado que bukele y Milei son dos vástagos de la misma miasma, y que “sus” planes tienen un origen común, y que las estrategias y tácticas de sus administraciones se ordenan desde la misma oficina de asuntos hemisféricos del Pentagono, y que ambos son piezas en el ajedrez continental de un imperio para el que América Latina es solo un asunto doméstico en el que los muebles se acomodan de acuerdo a las circunstancias de cada momento: democráticamente si se impulsa el Nuevo Orden Mundial nacido de los papeles de Santa Fe; o tiránicamente, dictatorialmente, con énfasis militar aunque con “presidente” civil, si se vive una Guerra Fría 2.0

A los geoestrategas del Canal Red, esos antirusos y, por ende, otanistas -en la guerra solo hay de dos sopas: conmigo o contra mí- les falta mucho para madurar y darse cuenta que, como ayer y como siempre, no basta ser joven, etariamente hablando, para ser de izquierda, porque las ideas de una persona joven pueden ser cavernícolas, y que aunque no se lo crean la lucha de clases sigue en pie y que, para ser revolucionario, siempre hay que ser y estar del lado del proletariado.

Las criptomonedas son solo instrumentos para el intercambio de cosas con valor comercial y financiero.

Lo importante es saber quién se beneficia mediante su uso.

Por hoy, los más grandes beneficiarios del mundo cripto son los agentes del crimen organizado internacional y sus amos imperiales.

No es tema de perspectivas ni del cristal con que se mira ni que cada cabeza es un mundo… es solo de saber colocarse en la acera correcta: si soy de izquierda debo mirar en cual acera están los pobres, para ponerme a su lado. Si no, pues del otro lado.

Con esta “juventud” “innovadora” de las “ideas” “nuevas” solo me dan ganas de ponerme a cantar aquella canción de Los Iracundos de hace más de medio siglo: “ay, que me da, que me da; no sé lo que me da…”, y me voy por la vida chiflando pensando en aquellos tiempos oscuros cuando lo teníamos todo bien claro, sobre todo al enemigo. Sin dudas de ningún tipo.

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