El SALVADOR: país en venta. Concesiones y negocios oscuros.

 El Salvador en Venta / El costo oculto del proyecto Bukele.
«El Salvador: Vendido al show, hundido en el olvido y el falso progreso». 
¿Hasta cuándo pagaremos el precio de este falso progreso?
Por: Miguel A. Saavedra.
En El Salvador, desde el 2020, ha sido testigo de un fenómeno preocupante: el desmantelamiento sistemático de programas sociales que, en su momento, demostraron ser efectivos para mejorar la calidad de vida de los sectores más vulnerables. Bajo el argumento de que representaban un «gasto innecesario», estas iniciativas fueron abandonadas, dejando a miles de personas en el desamparo. Es preocupante ver cómo la eliminación de estos programas, junto con un manejo cuestionable de las finanzas públicas y una obsesión por la imagen internacional, ha llevado al país a un retroceso social y económico sin precedentes.
Se vive una paradoja: mientras el gobierno – Estado de Bukele (Porque se ha tomado por asalto los tres poderes) proyecta una imagen de modernidad y progreso con eventos de fantasía y discursos grandilocuentes, la realidad en las calles cuenta otra historia. Programas sociales que alguna vez beneficiaron a los más vulnerables han sido abandonados, la deuda externa asfixia al país, los fondos públicos se despilfarran en prioridades cuestionables, y el autoritarismo se mezcla con un show mediático permanente. Se desnuda los hilos de esta gestión, desde el retroceso social hasta la soberanía comprometida, con un tono crítico y un llamado a despertar.
Programas sociales al basurero / Revancha política contra los vulnerables
Hace una década, programas sociales como Ciudad Mujer y las iniciativas de atención primaria en salud marcaban un avance en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Eran un salvavidas para la niñez, las mujeres y las comunidades más necesitadas. Pero con la llegada de Bukele, estos esfuerzos fueron descartados bajo el pretexto de ser un «gasto innecesario».
Estos proyectos anulados no solo mejoraron indicadores de salud y bienestar, sino que también empoderaron a miles de mujeres y familias. Sin embargo, con la llegada de la era Bukele, estos programas fueron desmantelados bajo la justificación de reducir el gasto público.
¿El resultado? Un retroceso brutal: hospitales sin medicinas, citas médicas con suerte a 90 días, escuelas que se cierran y un aumento en la precariedad que afecta a más del 50% de la población femenina que Ciudad Mujer buscaba empoderar. Lo más alarmante: ni las organizaciones ni la población han levantado la voz con fuerza. Nos hemos resignado a perder lo que tanto costó ganar.
Deuda externa y dignidad en subasta / «Arrodillados ante el FMI y el BMI»
El país se ahoga en una deuda externa que supera el 83% del PIB, maquillada con malabares financieros que esconden los $13 mil millones que le deben al fondo de las pensiones. Para mantener la fachada ante los acreedores, el gobierno acepta sin chistar las restricciones del FMI y el BMI, entregando la soberanía nacional a cambio de más préstamos. Mientras a los ciudadanos se nos receta «medicina amarga» sin derecho a réplica, el estilo prepotente de Bukele se reserva para silenciar a quienes protestan.
Mientras los programas sociales desaparecen, el país se hunde en un mar de deuda externa. Para mantener la confianza de los financieros internacionales, el gobierno ha aceptado sin cuestionamientos las restricciones impuestas por el FMI y el Banco Mundial. Despidos masivos en el Estado, gasto mínimo en lo social, quitar subsidios, aplicar impuestos, cambiar la edad de retiro y pensiones y dejar hipotecados los presupuestos de los siguientes 30 años entre otros que no se hacen público, porque en este país es prohibido para el ciudadano saber qué hace el gobierno y a que se compromete.
Deuda y pensiones: Se esconden cifras críticas, como los $13 mil millones de deuda en el sistema de pensiones, mientras se infla la relación deuda/PIB al 83% para justificar más préstamos.
Estamos ante un gobierno que gasta y despilfarra donde mil millones(1B) se gastan, como si fueran una mesada de adolescente, sin rendir cuentas ni transparentar un centavo.
Fondos públicos malgastados
Mascotas con hospital caro, pero humanos sin medicinas ni atención oportuna. En 2024, el hospital de mascotas se llevó el presupuesto equivalente a 23 de los 30 hospitales humanos del país. Para el año 2025, el presupuesto del hospital Chivo Pets es de $10 millones. Esta cifra supera el presupuesto de 16 de los 31 hospitales públicos de El Salvador, lo que significa que el hospital de mascotas tiene más recursos que más de la mitad de los hospitales que atienden a la población humana. Esta situación ha generado críticas por el despilfarro de fondos públicos en un proyecto percibido como secundario frente a las necesidades de salud de la población.
Sí, leíste bien: mientras las mascotas tienen atención VIP, los hospitales públicos carecen de insumos básicos y las citas para enfermedades graves se programan a tres meses. A esto súmale el aumento anual del presupuesto militar —con un ejército que hoy tiene el 60% de los efectivos de la guerra civil— y un gasto inagotable en propaganda para pulir la imagen presidencial.
 ¿Prioridades? Al parecer, el show vale más que la salud. El presupuesto militar y el gasto en propaganda presidencial no dejan de crecer, mientras los servicios básicos para la población se deterioran.
Educación y agricultura en el olvido /»Juventud sin futuro, campo sin apoyo»
El gobierno presume haber entregado 15 mil becas, pero cada año miles de estudiantes de educación media se quedan sin opciones para seguir estudiando. En el campo, la producción de alimentos cae en picada: los productores locales son ignorados mientras el gobierno inyecta fondos en negocios público-privados que enriquecen a importadores cercanos al poder. Agro mercados, empresas de lácteos y café florecen para unos pocos, dejando a los campesinos en la miseria. Es una fórmula que condena a la juventud y al campo a un futuro inexistente.
Minería y el precio del «progreso» / Territorio en Ruinas, Salud en Riesgo»
El megaproyecto aprobado por este gobierno que avala y autoriza la explotación minera en 25 zonas avanza sin freno, impulsado por trasnacionales de Canadá, EE. UU. y socios oligarcas locales. Comunidades enteras enfrentan y están a las puertas de ser desalojados y sufrir militarización si se atreven a resistir este supuesto «progreso». El dictadorzuelo no ha aprendido del pasado «que hay tuzas que encienden fuegos grandes».
El costo ambiental es devastador: aguas contaminadas, territorios destruidos y enfermedades renales como las que dejaron las algodoneras y la caña de azúcar en los 70 y 80. Bukele vende el país al mejor postor, ignorando las secuelas eternas para la población.
Espectáculos de fantasía / «Miss Universo sobre necesidades básicas»
Cientos de millones se han gastado en eventos como Miss Universo, juegos deportivos regionales y cenas con oligarcas y eventos turísticos internacionales, proyectando una imagen de país de Hollywood o parecido a Singapur. Pero detrás del telón, la realidad es cruda: hospitales sin recursos, escuelas desatendidas y una población con hambre. Estos espectáculos no son progreso; son un disfraz caro pagado con fondos públicos que sirven para tapar el abandono estructural. Mientras el gobierno monta su show, las necesidades básicas quedan en el último renglón.
Autoritario con estilo:  «Hitler, Hussein y Trump en un solo Paquete»
Bukele gobierna con una mezcla explosiva donde desfilan autoritarismo al estilo Hitler, lujos y extravagancias como del rey Hussein, populismo con prepotencia trumpista y una gestión de imagen que rivaliza con cualquier dictador mediático. Se autoproclama «full empresa capitalista» en reuniones con oligarcas, mientras concesiona el país para ser carcelero de presos que EE. UU. También ofrece las llaves sin tropiezos ni restricciones para negocios turbios que nadie cuestiona. Es un modelo salomónico, dicen sus fans y aplaudidores que alaban, pero en realidad es un cóctel de represión, soberbia y espectáculo que concentra el poder y silencia la disidencia.
Un país en venta: Concesiones y negocios oscuros.
El Salvador parece estar en venta al mejor postor, desde servir como cárcel para presos peligrosos de EE.UU. pareciera estar hasta permitir negocios vinculados al narcotráfico cripto lavado y nuevo paraíso fiscal blockchain.
Capitalismo sin límites: El gobierno se declara «full empresa capitalista», priorizando los intereses de unos pocos sobre el bienestar de la mayoría.
Mientras tanto, el país, al carecer de viabilidad económica y social, se ha convertido en un producto en oferta: se concesiona, se alquila y se pone a disposición del mejor postor. Da igual si se trata de servir como cárcel para presos peligrosos que Estados Unidos no quiere en su territorio, o de entregar el país a negocios turbios disfrazados de inversión para el desarrollo. Desde operaciones de narcotráfico y lavado de dinero hasta trata de personas y tráfico humano, todo parece valer con tal de que alguien pague. Estas aberraciones se maquillan hábilmente bajo el discurso del progreso, mientras el gobernante se jacta de ser ‘full empresa capitalista’, como lo declaró en su última reunión con oligarcas de América Latina. Un escenario perfecto para vender el ‘milagro de seguridad’ y una forma de gobierno que mezcla, de manera inquietante, el autoritarismo de Hitler, la brutalidad de Hussein y el manual populista de Trump. Un cóctel peligroso que se vende como ejemplo de gobernanza, pero que esconde un país en venta, sin preguntas ni reparos.
Acompañados de la blasfemia de compararse con el rey Salomón, tal como lo repiten y glorifican los fans y opinólogos y el ejercito Youtubers y trolls del régimen, se construye una narrativa de pseudo sabiduría y justicia que dista mucho de la realidad. Mientras se autoproclaman como gobernantes ejemplares y sacrificado, su estilo de liderazgo se asemeja más a una mezcla peligrosa de autoritarismo, populismo y culto a la personalidad de los peores de la historia, lejos de la equidad y la sensatez que se atribuyen. Esta idealización no solo distorsiona la historia, sino que también sirve para encubrir decisiones y políticas que poco tienen que ver con el bienestar colectivo
 ¿Hasta cuándo aguanta el cuerpo?
El Salvador está en venta: su soberanía, su salud, su educación y su futuro se negocian al mejor postor bajo la gestión Bukele. Hemos perdido programas sociales vitales, nos ahogamos en deuda, despilfarramos en shows mientras el pueblo sufre, y aceptamos un estilo de gobierno que mezcla autoritarismo con selfies. Mucha gente aplaude, pero la pregunta es: ¿hasta cuándo resistirá esta fachada? Es hora de despertar, cuestionar y defender lo que nos pertenece «antes de que el cuerpo —y el país— colapse».
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