POR: MIGUEL BLANDINO.
Durante las XVI Jornadas de Geopolítica y Geoestrategia del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de España, el 26 de abril de 2018, hace casi siete años, el Coronel Pedro Baños Bajo dictó una conferencia titulada Las Estrategias de Seguridad y Defensa de los Estados Unidos y sus implicaciones geopolíticas.
Don Pedro señalaba en ella que la Tercera Guerra Mundial ya había comenzado entre el imperio declinante y el ascendente.
La Trampa de Tucídides, precisaba, ya se ha abierto y solo habrá de cerrarse cuando uno de los elementos de la confrontación haya desaparecido como amenaza para el otro.
En los platos de la balanza están los Estados Unidos y China, respectivamente, haciendo lo propio para derrotar al rival.
En ambas Estrategias, puntualizaba el militar retirado, para Estados Unidos queda claro que debe hacerlo todo, sin escatimar nada, para fulminar la amenaza que ya no es potencial sino real, y real en serio.
Faltaban dos años para la pandemia del COVID-19, y con ella el cierre indefinido de todo el comercio en el mundo.
Nadie ha dicho categóricamente y con plena seguridad que la pandemia y el “consecuente”, “inevitable”, “ineludible”, cierre de los mercados tenía como único propósito afectar al primer proveedor de todos los mercados. No. Nadie quiere mojarse con semejante señalamiento y, menos los “analistas”, opinólogos y conductores de noticieros, sin las pruebas en la mano. No, pero el Coronel Baños ya en aquel día, al hablarle a sus colegas militares les decía que la mayor preocupación de los Estados Unidos era el arrollador avance de China en todos los campos, sobre la base del desarrollo de su economía que comenzó con la invasión de los mercados a nivel planetario.
Y decía el Coronel Baños que los Estados Unidos tenía bien claro que para mantenerse como el hegemón tenía que echar por la borda a los chinos. Sacarlos del mercado.
Es que para entonces era indiscutible que en el mundo del comercio absolutamente todos los mercados estaban inundados, atiborrados, de productos chinos en más de las cinco sextas partes de los países y territorios del globo terrestre.
La economía todavía estaba -y aún hoy en día- está dominada por el peso de la de los Estados Unidos, sí, pero al ritmo que venia y ha seguido creciendo la economía china, el cálculo que hacían todos los economistas serios era que en las siguientes dos o tres décadas, la economía estadounidense pasaría a ocupar el segundo puesto y la de China ocuparía el podio.
El Presidente Xi Jinping adelantó la fecha del sorpasso chino de 2050 a 2040. De hecho, según un reporte “Las tablas de la FAO muestran que el gigante asiático superó a EEUU en aporte per cápita diario en 2021”, o sea, China ya sobrepasa a los Estados Unidos en varias áreas.
Y cualquier despabilado sabe que el que domina en lo económico es el que en definitiva detenta el poder.
En El Salvador decimos que “el que paga a los músicos es el que pide la canción”.
Para los gringos resultaba alarmante e insoportable que, después de haber modelado el sistema económico dominante del mundo a la medida de sus intereses en Breton Woods, al final de la Segunda Guerra Mundial; después de haber creado un sistema bancario internacional y regional (BIRF, BM, BID, BCIE, etc.), controlado absolutamente por Washington, y de haber hecho los ajustes para mantener al dólar como la moneda rectora de las transacciones y al SWIFT como sistema en el que más de 11.000 entidades financieras y más de 200 países y territorios de todo el planeta que forman parte de esta enorme red están sometidos a un control a gran escala por parte de los estadounidenses; y después de que al final de la Guerra Fría, cuando se erigieron como única potencia hegemónica, a los gringos les interesó aniquilar el proteccionismo de algunos países y les impusieron el modelo neoliberal y obligaron a todos los gobiernos a abrir sus economías y a botar todas las barreras arancelarias y controles institucionales, pero, de repente, abren los ojos en medio del ensueño de la primera década de control total -la última del siglo XX- y se dan cuenta de que China los ha sobrepasado y es el primer socio comercial de todos los países (incluyendo hasta hace un año a los propios Estados Unidos) y dicen ¿cómo es posible que todo el sistema que hemos creado está siendo conquistado por China?, ¿A qué horas China se nos metió hasta la cocina?
Es que al comienzo del siglo XXI ya no habían pasillos y estantes en los supermercados, farmacias o ventas de autopartes de todas las ciudades del mundo que no estuvieran repletos de productos fabricados en China. Desde juguetes y golosinas, pasta dental, ropa y zapatos, hasta electrodomésticos y electrónicos y desde bicicletas y patinetas hasta camiones y autobuses. Todo con la etiqueta “Made in China”.
Fue a principios del siglo XXI cuando una campaña de desprestigio comenzó a leerse en artículos periodísticos y noticieros de todas partes del planeta que hablaban alarmados sobre supuestas investigaciones “científicas” que decían que la pasta de dientes, los caramelos y hasta el plástico de los juguetes fabricados en China producían ciertos tipos de cancer en la infancia. Que los camiones chinos para la recolección de desechos sólidos eran chatarra al poco tiempo de haber sido puestos a trabajar. Que la ropa y los zapatos causaban dermatitis. Que los celulares chinos producían alteraciones en el cerebro y daño a la salud mental. Que el cambio climático era culpa del desinterés chino por el medio ambiente. Y así: bla, bla, bla, contra todo producto fabricado en China.
Pero se cuidaban de mencionar que también los productos de sus fábricas se elaboran en ese mismo país, por trabajadores chinos y materias chinas. Y que eso es así porque desde 1980 todas las fábricas estadunidenses y europeas se fueron a China para aprovechar las ventajas que les proporcionaba una población trabajadora altamente calificada y que cobraba salarios miles de veces más bajos que en Europa o los Estados Unidos, porque la subsidiariedad del estado socialista provee a toda su población de los cuidados necesarios mediante políticas, programas y planes que garantizan el bienestar para todos, desde el nacimiento hasta la muerte.
Pero -esto tampoco lo asegura Pedro Baños, sino yo- antes de la pandemia de COVID-19 hubo otro ataque también a nivel global contra el avance de China: el de la crisis de 2008-2009, que al inicio fue inmobiliaria y al crecer arrastró a la quiebra a gran parte del mercado.
Y, sin embargo, China sigue elevándose imperturbable.
Aunque hay perturbaciones en la superficie, en suma, no afectan ni el rumbo ni el ritmo de la economía de la potencia “oriental”, como la llaman los eurocentristas, y que los chinos llaman Zhongguo, o sea, Nación del Centro, que es el nombre que usa el pueblo chino para denominar a su nación histórica.
Entre 1989 y 2024, de hecho, aunque han subido o bajado, las tasas de crecimiento económico anuales se mantuvieron en promedios de 8.81%. Algo que es para meterle miedo a la superpotencia mundial, que basa su poder en el predominio de su moneda, el dólar, y no en la base material, productiva.
La economía china es real, tangible, la gringa es especulativa, volátil, endeble.
Y seguía diciendo el Coronel, en su charla, que los chinos eran al inicio de su relación con los Estados Unidos malos inventando, pero incomparables a la hora de copiar. Al punto que en el inicio los registros oficiales de las patentes de inventos en el mundo, solo el uno por ciento eran de algún inventor chino.
Y que, sabiendo eso, los dirigentes chinos mandaron a sus estudiantes a las mejores universidades de Europa y de los Estados Unidos, con becas inmejorables, para estudiar todas las ingenierías y carreras técnicas habidas y por haber.
Ahora ya son los productores del noventa y nueve por ciento de las patentes de nuevas invenciones.
Por eso en las Estrategias de Seguridad y Defensa de los Estados Unidos se insistía en la necesidad de desarrollar dos grandes líneas de trabajo: la primera, el retorno de las industrias dislocadas en otros países, principalmente aquellas instaladas en China; y, la segunda
y muy esencial: formar un enorme ejército de profesionales de científicos, matemáticos, ingenieros y técnicos.
Por sus siglas en inglés se conoce con el acrónimo STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, CETIM en español) a un modelo de educación inter y multidisciplinar que permitirá la formación de ese ejército.
STEM dicen los estrategas gringos promueve la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, que necesita con urgencia el país para conservar su lugar preeminente.
Formar los cimientos con el personal altamente calificado y montar la estructura industrial y tecnológica relocalizada en suelo estadunidense. O sea, las dos cosas que han estado haciendo las dos administraciones de Donald Trump bajo el lema “Make America Great Again”, y su actual derivación “Keep America Great”, es decir “mantener a los Estados Unidos en la cima del mundo, como hegemónico”.
Hoy, tras más de veinte años de confrontación en el campo económico los encontronazos entre las superpotencias están llevando al mundo al límite del sacrificio.
La Trampa de Tucídides está abierta. Una nueva guerra mundial está en pleno desarrollo. El hegemón defensor está alcanzando niveles de paroxismo histérico que no se curan con vibradores.
Se están destruyendo todo el sistema que fue creado a lo largo de un siglo y las estructuras que se crearon como tinglado para sostenerlo. La cultura promotora del individualismo y del consumismo y toda la ideología que los sustentaban y que fueron dominantes se están despojando de sus velos y dejan al descubierto el envión deliberado en pos del solipsismo que tiene por objeto matar todo atisbo de solidaridad entre individuos y entre naciones.
El unilateralismo contra el multilateralismo.
El imperio quiere aislar a todos y cada uno para acogotarnos por separado.
El imperio sabe que el paradigma algorítmico que consiste en subdividir el problema en sus partes más pequeñas puede ser el principio de la solución de su problema mayor. Entonces ha optado por tratar de aislar a China, ponerle freno y dinamitar la base de su fortaleza económica.
Necesita tiempo para recuperar su base económica material. La reindustrialización va a tomarle años y le urge que durante ese tiempo China se quede donde está ahora o, si es posible, retroceda.
Pero también necesita con desesperación que toda América Latina, cierre filas a su lado. Para ello no va a ceder un ápice de terreno, aunque tenga que volver a las operaciones cóndor y a la doctrina de la seguridad nacional de la década de 1970 y su secuela de tiranías militares violadoras de los Derechos Humanos.
Es en este punto donde entendemos por qué era desesperadamente urgente para bukele en 2018 ser el candidato presidencial del FMLN o de cualquier otro partido, desde la ultraderecha hasta la ultra izquierda (si hubiera existido).
El imperio necesitaba con urgencia un laboratorio para experimentar la vuelta a las tiranías de derecha. Necesitaba a alguien suficientemente ávido de riquezas y totalmente inescrupuloso.
La vuelta al totalitarismo era fundamental, especialmente en El Salvador y en Ecuador, donde las economías están dolarizadas para facilitar el lavado del dinero del crimen organizado internacional, dinero sucio que lubrica la política exterior de los Estados Unidos y sin el cual es casi imposible financiar escuadrones de la muerte y golpes de estado, guerras sucias y compra de voluntades.
Los Estados Unidos se están preparando para el escenario bélico y necesita cubrir todos sus flancos.
Al final del siglo XIX necesitaba cubrir sus salidas y los accesos al continente, así, el 15 de febrero de 1898 provocó el “incidente” del USS Maine, asesinando a su tripulación, y creando el casus belli o motivo necesario para declararle la guerra a España. Al finalizar esta, el 10 de diciembre del mismo año, los Estados Unidos se había adueñado de Filipinas y Guam -en el Pacífico-, había establecido un protectorado en Cuba y se había anexado a Puerto Rico, en el Mar Caribe, asegurando sus costas en el Atlántico.
Hoy, ante la altamente probable conflagración, los Estados Unidos quiere cerrar la entrada por el Atlántico Norte, ocupando Groenlandia; cerrar la frontera norte anexando Canadá, que es parte de la Commonwealth of Nations y súbdita del reino británico; necesita garantizar el control de México y, para ello, envía como Embajador en México a Ronald Johnson. Este mismo hombre de la CIA fue nombrado por Donald Trump, desde el 3 de julio 2019, como el virtual gobernador de los Estados Unidos en El Salvador, apenas cuando bukele tenía un mes y dos días en el cargo de cipayo. Trump recupera el Canal de Panamá y manda a su Secretario del Tesoro a sobarle el lomo a Milei para que no tenga miedo y a pellizcarlo para que se deshaga de los diecisiete mil millones de dólares de swap que China tiene depositados en el Banco Central de la República Argentina y que le sirven como apariencia de “reserva monetaria”.
¿Preparativos para una guerra que vendrá o sólo para la escalada de una que ya está en curso?
LA TERCERA GUERRA MUNDIAL COMENZÓ CON EL SIGLO.
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