(Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*)
En aquel 28 de junio de 2009, el expresidente Zelaya de Honduras fue secuestrado por militares y enviado a Costa Rica, apenas en pijamas, gafas, documentos personales, incluida una tarjeta de crédito -para sus gastos- aseguraría para el libro “Honduras en Crisis” publicado después y que describe los pormenores del hecho, en lo que constituyó el primer golpe de estado del nuevo siglo, orquestado desde EU, en contubernio con los poderes económicos y políticos de aquel país, los militares, autoridades eclesiásticas, y la colaboración directa del entonces Ejecutivo costarricense, quién autorizará al deportado por la fuerza, violentada la constitución (Art. 102 Cn.), el aterrizaje en territorio tico.
Las razones argüidas para justificar la trama: la promoción de parte de Zelaya de una consulta popular para una constituyente, dirigida a superar la parálisis derivada de la pulsa entre éste y los demás órganos, promocionando la participación directa del soberano en la toma de decisiones pertinentes a su interés, y que había sido declarada improcedente legalmente como por el tribunal electoral.
La militarización de la capital, el corte de la energía eléctrica, el bloqueo de las señales noticiosas nacionales e internacionales, el secuestro y tortura de la canciller Patricia Rodas, como de los embajadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela, la imposición del toque de queda, y los vacíos legales insalvables que el golpe representa, conservado mediante el soporte militar, como del apoyo de EU, favoreciéndolo mientras el país se hunde en la más absoluta violencia, que lo supone la nación más violenta del orbe, ruta segura del narco que permea al país, y que el actual presidente hondureño, según presume la DEA, es el principal garante de que los alijos de drogas transiten el país sin dificultad hacia el norte y bajo las narices de la entidad, los marines acantonados en Palmerola y las demás entidades que, con el fin de controlar las drogas, asisten a Honduras.
Resumiendolo, Honduras es un narcoestado fallido e inviable por la violencia resultante, principal nutriente de las caravanas de migrantes ilegales que aquejan a los EU y ruta fiable de las drogas colombianas dirigidas al norte.
¿Y la consulta electiva no vinculante que fue la causal blandida por los golpistas?
No se celebró pues se alegó que buscaba la reelección de Zelaya, expresamente prohibida constitucionalmente, además rechazado por el propio Zelaya, pero que igual el supremo resolvió para que sí se reeligiera el actual Ejecutivo, violentando la misma, enfrentando el absoluto rechazo soberano, en medio de un descarado fraude a la antigua, incluido el apagón, y reconocido por EU, seguido por la OEA, que a pesar de haber señalado el fraude luego de llegada la aprobación gringa olvidó de nuevo, sus valores democráticos para legitimar lo ilegitimable: la reelección de don Juan Orlando Hernández.
¿Y el futuro?
Seguro para las drogas, las élites y los cercanos al régimen de la democracia bananera, no así para la ciudadanía hondureña que continúa a 10 años, inclaudicable, enfrentando la agresión extranjera y el sitio impuesto para silenciarla.
*Educador.