(Por: Manuel Alcántara)
La democracia representativa lleva tiempo en cuarentena. Tratándose de un asunto que es complejo, hoy y en muy diferentes países se plantean distintas propuestas para mejorar su rendimiento.
Uno de los diagnósticos que más escucho y que configura el guión de los tertulianos, pero también del sentir programático de nuevas fuerzas políticas, se centra en que los políticos traicionan la representación porque viven de espaldas a la realidad al conformar una casta que se auto reproduce sin que el elector tenga capacidad de romper el esquema de poder creado.
“No nos representan” porque surgen de cenáculos en los que se impone la lógica del “yo me lo guiso, yo me lo como” y no se ven obligados a rendición de cuentas alguna, proclaman.
Para quebrar el círculo vicioso de unos políticos que mantienen su incontestable potestad de controlar la entrada en la política de cualquier otra persona con interés en ella, dos de las soluciones que se plantean pasan por implantar listas abiertas e introducir elecciones primarias. Nada más refrescante, se dice, que quebrar la capacidad de los partidos de ofrecernos un menú precocinado.
Imponerse a la dictadura de sus estados mayores que determinan quien va, donde y en que lugar. Algo sin duda loable, pero que no tiene en cuenta que la otra potestad, por definición, de la clase política es la de establecer las reglas del juego en el que participan y, claro, nadie quiere instaurar unas que le perjudiquen.
En Argentina se legisló en 2009 un sistema que pretendía atajar este problema de la representación dotando a la misma de una legitimidad renovada. Así se establecieron las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) cuyo esquema de ejecución se lleva a cabalidad a través de los cuatro sustantivos. Sin embargo, el resultado real dista mucho del ideal regenerador que inspiró al proceso.
El domingo pasado once fuerzas políticas pugnaron dirimiendo sus candidaturas para las elecciones generales de octubre, pero en solo dos hubo competición real porque se presentaron dos o más fórmulas; en el resto la candidatura fue única, incluida la actual gubernamental.
En cuanto a las listas de los candidatos a diputado vienen ya cerradas por lo que el ciudadano se limita a ratificar lo propuesto por la dirigencia.
Mucho ruido electoral mediático y pocas nueces innovadoras en lo que apenas si termina convirtiéndose en una gran encuesta. La vendida renovación secuestrada.