El Gobierno ecuatoriano eliminó el subsidio a los combustibles, redujo el impuesto de salida de divisas para materias primas, suspendió los aranceles para maquinaria y llevará adelante reformas laborales como una manera de incentivar la economía, anunció el presidente Lenín Moreno.
La actual situación que padece Ecuador se corresponde con el paquete económico implementado desde la administración de Lenin Moreno, quién la justifica aduciendo es necesaria para “…sanear la economía ecuatoriana, sobre endeudada por la anterior gestión…”; para lograrlo, su administración ha contratado una serie de créditos con financieras multilaterales, de los cuales ya hubo un primer desembolso de $4,500,000,000.00, que se complementarán en breve con un segundo, para totalizar una primera entrega de $10.000,000,000.00.
Es paradójico empero que, para sanear la supuestamente endeudada economía ecuatoriana, se deba contratar más deuda a organismos como el FMI, y otros similares. En este punto vale recordar la reciente historia del Ecuador, que en los últimos 20 años ha vivido una situación difícil, al grado que 2 de sus presidentes fueron destituidos (Bucaram, en 1997, y Gutiérrez, en 2005), por la deriva que sus proyectos neoliberales supusieron para la economía ecuatoriana, situación que superara el ex presidente Correa, quien condujo a su país a una condición de relativa prosperidad.
No es cierto entonces que el país estuviera sobre endeudado, pues de echo la economía del mismo era entonces “sana” en términos financieros, de acuerdo a los mismos organismos que ahora sí lo endeudan en colusión con el presidente Moreno, imponiendo condiciones para los créditos en cuestiones tales como “…que las nuevas contrataciones desde el Estado admitirán 20% menos en sus salarios que sus pares ya contratados, o que los funcionarios actuales rendirán – cederán – un día de su salario mensual, o que el galón de gasolina aumenta un 22%, mientras el diésel lo hace en un 110%…”, indicadas desde el FMI.
Por supuesto tales draconianas medidas no son para el círculo íntimo del Ejecutivo, cuyos dorados salarios, privilegios y prestaciones se conservan en menoscabo del resto de funcionarios. Por otro lado, el señor Moreno no puede abstraerse de los supuestos vicios de la gestión anterior, pues en ella sirvió como vicepresidente, por lo que tuvo la posibilidad para, si lo hubo, evitar los desmanes de los que acusa al anterior Ejecutivo.
Lo cierto es que la inestabilidad de las últimas 2 décadas en el Ecuador, solo libraron una relativa prosperidad de la mano del ex presidente Correa, quién sacó de la pobreza a un millón de ecuatorianos entre 2007 y 2015 (INCEECUADOR/2015), con un descenso efectivo de 8,5% de la pobreza extrema en el mismo período, logrando superar la desigualdad, en el coeficiente GINI, en 6,2 puntos, mientras en promedio en AL se redujo 0,52 puntos en el mismo período. Solo como ejemplos destacables.
En la actual administración en cambio, a la fecha y de acuerdo a la misma oficina de censos, prácticamente la mitad de la población en capacidad laboral se encuentra en paro.
No es necesario decir más.
Lo cierto es que Ecuador revela con crudeza el fracaso del proyecto neoliberal, y el señor Moreno busca endilgar a otro el fiasco que supone su propuesta, pero haría mejor en reflexionar el final de las administraciones que fallaron al soberano ecuatoriano.
