La CIA desclasificó documentos que arrojan luz sobre la carrera de uno de sus agentes encubiertos más talentosos. Se trata de Ross Lester Crozier, quien pudo acercarse a los mismísimos Fidel Castro y Ernesto ‘Che’ Guevara, según apuntan los documentos desclasificados por el ente y publicados por el periódico USA Today.
Ross Lester Crozier fue un agente encubierto de la CIA que tuvo una vida llena de peligro y decepción debido a la guerra secreta que la Casa Blanca libró contra Cuba. Los detalles acerca del papel que desempeñó en la historia estaban enterrados en documentos clasificados de 944 páginas, hasta ahora.
Un espía exitoso
Crozier fue el nexo oficial de la CIA con un grupo de jóvenes cubanos exiliados que se oponía a Fidel Castro y al Che Guevara. Con ayuda de estos estudiantes, Crozier supo que la URSS había desplegado misiles en Cuba capaces de atacar a EEUU e informó de ello a Washington. Sin embargo, estos reportes no fueron tomados en cuenta, por lo que el propio agente se quejó años más tarde a un investigador que la CIA, ya que esa información le hubiese dado una ventaja importante a Washington durante la Crisis de los misiles.
Crozier fue un agente talentoso, ya que podía leer muy bien en español y tenía facilidad para hacerse pasar por un latinoamericano a pesar de su aspecto anglosajón. Además de ser un experto en armamento, este hombre podía enviar hasta 16 palabras por minuto en clave Morse. Crozier «fue honesto, inteligente e ingenioso», tal lo calificó un reporte de la CIA.
Mientras se mantuvo infiltrado en la Universidad de la Habana, este hombre logró estar siempre en el centro del activismo de la capital cubana. Después de que esta institución fuera cerrada debido a la inestabilidad en Cuba, la CIA asignó a Crozier para ejercer una nueva misión encubierta como representante para la empresa Instituto de Investigaciones Publicas. Fue entonces cuando el agente logró ser presentado a un líder provincial y miembro clandestino del Movimiento 26 de Julio, encabezado por Castro.
Este vínculo le permitió conocer al famoso revolucionario cubano personalmente durante una reunión celebrada en un rincón remoto de la isla. En marzo de 1958, pasó dos semanas sosteniendo encuentros con Castro y el Che Guevara. Tras regresar de las montañas, Crozier voló a EEUU donde se reunió en Washington con sus jefes para reportar sobre su éxito, dice un memorándum publicado por la CIA. En ese momento, el agente recibió una carta con recomendaciones para su misión e incluso fue nominado a la medalla La Estrella de Inteligencia por su coraje.
Posteriormente, la CIA autorizó publicar sus fotos en varios periódicos para reforzar su leyenda. Crozier estaba en la cima del juego, beneficiándose de sus ventajas y circunstancias favorables. No obstante, la siguiente secuencia de eventos complicó las cosas y el éxito en su carrera se fue a pique.
Tras regresar de México a finales de 1958, Crozier asumió como agente de la nueva misión temporal en Cuba. En aquel año, los rebeldes de Castro recuperaron el control sobre una gran parte del territorio cubano mientras que la vanguardia del Che Guevara se dirigía a La Habana.
En un abrir y cerrar de ojos, Castró consolidó su poder mientras los diplomáticos en la Administración del presidente Dwight D. Eisenhower estaban enojados porque logró desmantelar las fuerzas corporativas y los intereses de la mafia en la isla. Por ello, en marzo de 1960, el presidente estadounidense aprobó oficialmente una operación encubierta contra Castro.
La traición de la CIA
El estado de Florida, situado a una distancia de tan solo 144 kilómetros del norte de Cuba, ofreció refugio a los cubanos que no estaban de acuerdo con el nuevo Gobierno de Fidel Castro. Miles de personas se asentaron en Miami, incluidos los estudiantes que protestaban contra la apertura del líder cubano frente a la URSS.
Varios de estos individuos formaron el Directorio Revolucionario Estudiantil, o el DRE. La CIA reclutó a algunos de ellos como agentes y a finales de agosto Crozier se desplazó a Miami para trabajar como su mentor y guía. Les enseñó cómo usar armas de fuego y escribir mensajes secretos con ayuda del jugo de limón.
El plan del presidente Eisenhower, que buscaba derrocar a Castro, se convirtió en una invasión marítima a la isla realizada por parte de los exiliados que habían sido entrenados en secreto por la CIA. El grupo de Crozier también tendría que dirigirse a Cuba para ayudar a impulsar la invasión en tierra.
El mismo Crozier desempeñó un papel importante en la Crisis de los misiles de Cuba. No obstante, el momento crucial de su carrera coincidió con su caída. Tras el fin de la crisis, el jefe de una estación de la CIA en Miami elaboró un plan que incluía las siguientes metas:
- irrumpir en las oficinas del DRE;
- retirar todos los archivos que incriminaban y comprometían a la CIA;
- enviar amenazas para cortar la financiación del DRE.
George Joannides, quien reemplazó a Crozier, se convirtió en uno de los espías más misteriosos en el caso del asesinato de John F. Kennedy. La carrera de Crozier como espía empezó a decaer y lo que vino fue aún peor. Como declaró el mismo Crozier, el estrés lo había llevado a desarrollar un problema crónico: el alcoholismo.
Finalmente, el exagente solo pudo encontrar trabajo como un simple inspector postal en Washington debido a un curriculum falso proporcionado por la CIA que ocultaba sus antecedentes reales.