En el caso de El Salvador, si no fuera por esa entrada de dinero el número de personas en la pobreza se incrementaría en 2,1 por ciento en un país donde la tasa de pobreza es del 37,8 por ciento de la población.
Es decir que sin el flujo de efectivo desde el exterior el 39,9 por ciento de los salvadoreños clasificaría como pobres, sin embargo estas cifras no explican la totalidad del fenómeno.
Según el estudio de Cepal, el 41,5 por ciento de los hogares que reciben remesas son considerados pobres, pero de no ser por estos ingresos la cifra aumentaría un 12,6 por ciento, elevando a más de la mitad de las familias salvadoreñas, el 54,1 por ciento, a la condición de pobre.
Panorama Social? indica que dichos números hacen de El Salvador el país de Centroamérica más dependiente de las remesas, que equivalen a alrededor del 20 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), comportamiento sostenido en las últimas tres décadas.
La conducta de los mencionados indicadores económicos se evidencia en los resultados globales de 2018, donde por concepto de dinero enviado desde el extranjero entraron al país cinco mil 390 millones de dólares, equivalentes al 20,68 por ciento del PIB, según datos del Banco Central de Reservas.
Para el 2019 que casi termina, el comportamiento mantiene iguales características, pues al cierre de noviembre los salvadores recibieron cinco mil 99 millones de dólares en remesas, cifra superior en un 4,8 por ciento a igual etapa del año anterior.