El pontífice encaró asuntos como el daño ambiental en el Amazonas, en un sínodo que provocó el enojo de los conservadores de la Iglesia. Los migrantes, presentes en su agenda.
El 2019 ha sido un año difícil pero productivo para el papa Francisco. No sólo porque tomó medidas sobre asuntos muy delicados como los abusos sexuales en la Iglesia, sino también porque llevó al Vaticano un tema insólito pero importante ecológicamente, el Amazonas. Y para esto organizó un sínodo con la participación de indígenas de esa región. Sobre estos dos temas recibió no pocas críticas de parte de los sectores más conservadores de la Iglesia, dentro y fuera del Vaticano, que no aceptan muchas de sus reformas a las que han calificado a veces hasta de “blasfemias”. A estos dos puntos importantes del año hay que agregar su permanente defensa de los migrantes, que no faltó en 2019.
El encuentro que se hizo en febrero en el Vaticano sobre los abusos sexuales, del que participaron 190 exponentes de la Iglesia de todo el mundo, entre ellos cardenales, obispos, sacerdotes y monjas, dio un primer paso sobre un asunto que había sido permanentemente ocultado dentro de la Iglesia. No sólo se sacaron a relucir por primera vez en forma pública los abusos sexuales, sino también el encubrimiento que de esos crímenes hicieron obispos y cardenales.“Quisiera reiterar con claridad que si en la Iglesia se descubriera aunque fuera un solo caso de abuso, que representa ya de por sí una monstruosidad, tal caso será afrontado con la máxima seriedad”, dijo el papa Francisco al concluir la reunión, aclarando que el objetivo será “escuchar, tutelar, proteger y curar a los menores abusados, explotados, olvidados”.
Poco después, el 9 de mayo, dio a conocer en un “Motu Proprio” (documento de propia iniciativa titulado “Vos estis lux mundi”, Ustedes son la luz del mundo) una serie de normas que reglamentan las denuncias y los procesos a los miembros de la Iglesia acusados de abusos sexuales y que aclara que se aplicarán respetando al mismo tiempo las leyes en materia de abusos existentes en cada país. La Iglesia de cada país deberá dotarse, en el lapso de un año, de un centro de recepción de denuncias para ir elaborando cada caso. Las investigaciones sobre cada caso se deberán terminar en tres meses.
El 17 de diciembre, el Vaticano difundió otra decisión de Francisco en este ámbito: la abolición del secreto pontificio en materia de abusos sexuales de menores, decisión que al mismo tiempo recomienda salvaguardar el secreto en relación a las víctimas para proteger su imagen.
En cuanto al sínodo sobre el Amazonas, el papa jesuita, honrando de alguna manera la memoria de los miembros de su Orden que en el siglo XVII fueron los primeros en investigar detalladamente la cuenca del Amazonas, describiendo su geografía, sus poblaciones y la riqueza de sus plantas, decidió abrir el debate religioso sobre una región casi olvidada por el mundo, a no ser cuando comenzaron los incendios este año. El tema ecológico, del que el Papa siempre fue un defensor, fue otra motivación importante.
Del sínodo, realizado en octubre y titulado “Amazonas, nuevos caminos para la Iglesia y la ecología integral”, participaron obispos de todo el mundo, pero principalmente de los nueve países a los que toca la selva amazónica, además de indígenas originarios y un número raramente alto de mujeres (35). Los indígenas fueron recibidos por el Papa y trajeron al Vaticano, entre otros símbolos de su cultura, una estatua de una mujer embarazada que representa la Pachamama (madre tierra), un emblema importante para muchas culturas indígenas de América Latina. Varios de estos símbolos fueron expuestos en una iglesia cerca de la plaza de San Pedro del Vaticano, para que italianos y turistas pudieran tener contacto con un mundo desconocido para muchos de ellos. Pero fueron robadas y tiradas al río Tíber de Roma como signo de repudio. Mientras el papa se mostraba indignado por la actitud discriminatoria de quienes las tiraron, los carabineros las recuperaban.
El sínodo amazónico desencadenó una vez más la ira de los conservadores de la Iglesia, como el cardenal alemán Walter Brandmüller, que primero habían criticado el documento de trabajo del sínodo calificándolo como “herético” y después se la agarraron con la Pachamama por la misma razón. Las críticas no cesaron cuando se comunicó a la prensa en el Vaticano los resultados de los encuentros con unas 80.000 personas del Amazonas, que ante la escasez de sacerdotes proponían que los hombres indígenas casados, si respetados por los suyos, pudieran ser excepcionalmente ordenados sacerdotes.
El texto final del sínodo, después de 27 días de debate, bregó por una “opción preferencial por los pueblos indígenas” e incluyó, entre muchas otras cosas, el reconocimiento de la sabiduría indígena sobre la biodiversidad, la necesidad de definir el “pecado ecológico”, la defensa de los derechos humanos y las críticas a las empresas que explotan la región. Pero lo que más polémicas desató fueron sin duda las dos propuestas referidas a hombres y mujeres de esas tierras: la ordenación de sacerdotes indígenas, aunque fueran casados, y el diaconado (primer nivel de la ordenación sacerdotal) femenino.
Una de las más famosas organizaciones de la derecha católica latinoamericana, “Tradición, Familia y Propiedad”, organizó una especie de “contra sínodo” en Roma, trayendo incluso algunos indígenas que se declaraban contrarios a lo que decía el documento sinodal y al papa, y denunciando a la Teología de la Liberación que, dijeron, se enseña a los indígenas para evitar el desarrollo de la región.
Otro de los grandes temas de este año, los migrantes, estuvo siempre en la agenda del papa Francisco, sobre todo sabiendo que miles y miles de ellos escapan de países en conflicto o de la pobreza y mueren en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa. Unos 108.000 migrantes llegaron en 2019 a Europa por mar, 1.246 de ellos murieron ahogados, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Para la “Jornada mundial del migrante y del refugiado 2019”, el 29 de septiembre, el Papa difundió un mensaje titulado “No se trata sólo de migrantes”, donde trató de explicar qué significan los migrantes, especialmente en este momento histórico europeo en el que varios países como Polonia, Hungría, Austria, entre otros, incluida Italia en parte, avanzan hacia la ultra derecha que discrimina a los migrantes. “No se trata sólo de migrantes: se trata de nuestra humanidad”, escribió Francisco en el mensaje. E insistió: “No se trata sólo de migrantes, se trata de no excluir a nadie”, “No se trata sólo de migrantes, se trata de poner a los últimos en primer lugar”. “Las sociedades económicamente más avanzadas desarrollan la tendencia a un marcado individualismo que, combinado con la mentalidad utilitaria y multiplicado por la red mediática, produce la globalización de la indiferencia”, escribió. En este escenario, “las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata, se han convertido en emblema de la exclusión” y son objeto de juicios negativos porque se las considera “responsables de los males sociales”, añadió. “No se trata sólo de migrantes, al mostrar interés por ellos, nos interesamos también por nosotros, por todos. Cuidando de ellos, todos crecemos”, concluyó.
El último punto que es necesario tener presente para entender las críticas hacia Francisco, es quienes son los que mayormente se le oponen y por qué. La máxima autoridad de la Orden de los Jesuitas a la que pertenece el papa Francisco, el venezolano y Superior General padre Arturo Sosa, dijo a un grupo de periodistas en Roma sobre este tema que “no hay duda de que hay una lucha política dentro de la Iglesia. Y en esta lucha entra un elemento, el clericalismo, es decir la lucha por el poder dentro del Vaticano. Y no es sólo un ataque al papa Francisco. Él no cambiará, está muy sereno ante las críticas. Pero las críticas son también un modo de influir en la elección del próximo papa”. El papa Francisco, agregó explicando por qué lo critican, “es hijo del Concilio Vaticano II y como tal, pone toda su energía y su capacidad para hacer realidad lo que el Vaticano II soñó para la Iglesia”.
Según el periodista vaticanista y escritor italiano Marco Politi, “Francisco se enfrenta con la parte más conservadora dentro de la Iglesia, pero también fuera de la Iglesia. La situación geopolítica del mundo ha cambiado. Hay un presidente de Estados Unidos que tiene una agenda completamente opuesta a la del Papa. Está contra los acuerdos sobre el clima, contra los acuerdos sobre los migrantes propuestos por Naciones Unidas”, entre otros”, dijo Politi a PáginaI12. Muchos no comparten la posición de Francisco a favor de la comunión para los divorciados-casados nuevamente ni su apertura hacia el mundo de los homosexuales, ni las propuestas sobre el Amazonas, por ejemplo. La oposición interna se une a la oposición en ambientes políticos y económicos que no coinciden con el Evangelio social de Francisco, ni con su posición ante el cambio climático. Entre los que sostienen a Francisco, como el cardenal alemán Walter Kasper, existe la percepción de que intereses económicos de derecha, muy presentes en Estados Unidos, se unen subrepticiamente a la oposición teológica contra Francisco, explicó Politi.
Aunque a veces no se lo ve muy bien cuando aparece en público, los proyectos de viajes al exterior de Francisco no se detendrían el próximo año. Se habla de Irak, Sudán del Sur, Hungría, Montenegro, Chipre, Timor Oriental, Indonesia y Nueva Guinea. Pero por ahora no hay confirmación oficial de ninguno de ellos como tampoco de un eventual viaje a la Argentina, que muchos esperan después de siete años de pontificado en el que hizo 31 viajes al exterior visitando 49 países, 9 de ellos de América Latina.