(Por: Róger Hernán Gutiérrez*)
El ambiente laboral, que involucra el desarrollo humano y la promoción del talento para competencias laborales de las mujeres trabajadoras con claros y evidentes condiciones de igualdad en todo sentido, sigue representando un “problema para las mujeres”, cuestión que de acuerdo a lo que se debatía en el siglo XVIII, XIX y siguientes, no era un problema especial, sino una contradicción del capitalismo, cada vez iba a existir una alta proporción de mujeres en la producción, lo cual no era coherente ante la persistente discriminación en la sociedad, el matrimonio y el Estado; esta situación, en mucho tuvo y tiene aún implicaciones del poder económico que priva en la sociedad salvadoreña y en el mundo, la fuerza que oprime y violenta a la mujer es parte de la contradicción entre capital y trabajo.
Para muchos no es desconocido que vivimos en una sociedad de clases; y claramente dentro de esta lucha—las mujeres se ven todavía más afectadas (explotadas, expoliadas y sumidas) en relaciones de producción totalmente desventajosas, sobre el cómo participa en la producción y su carencia de derechos, lo que sabemos condujo al surgimiento del movimiento femenino que luchó por el reconocimiento de la igualdad de los derechos de la mujer en todos los campos.
En aquel entonces el asunto eran reivindicaciones centradas en los procesos sufragistas, la formación profesional y no en el derecho al trabajo y la liberación como clase, sin reivindicar el asunto de la familia, y del trabajo en donde se mantenían las condiciones de que las mujeres debían quedarse en casa y en la crianza de los hijos(as), las reivindicaciones de incorporarse al trabajo implicó serias oposiciones con los hombres al intentar imitarlos, y se debilitó el asunto de la doble obligación social de la mujer y descuidaron lo que se denominó como “derechos naturales”, no sólo exigían que se desarrollara en igualdad el trabajo productivo, sino también reproductivo –el futuro de nuevas generaciones—cuestión que no era del interés de parte del movimiento femenino, que en una parte había sido cooptado por la burguesía, no obstante se tomó en consideración el derecho a la protección social a la maternidad, y allí se inició una lucha diferente sobre leyes de protección a las trabajadoras y lo relacionado con el trabajo reproductivo.
La desviación de su lucha principal, en tanto intentaron trasladar la lucha por los derechos de las mujeres, con base fuerte en la lucha de clases, al terreno de una lucha de sexos. Lo que empezó una clara falta de apoyo de los hombres de su clase, en tanto sacaban a relucir exclusivamente exigencias femeninas en lugar de los intereses burgueses que les hubieran llevado también a sus intereses como mujer, pero esta situación de desgaste por demostrar la igualdad, ignoraron las propiedades biológicas especiales de la mujer—las que exigían consideraciones igualmente especiales—. Solamente cuando la mujer y el hombre realizan trabajos útiles socialmente –valor de uso-la sociedad responderá a la función social de la mujer con consideración y cuidados especiales, lo que hemos de conocer hoy como una economía del cuidado. No se trata de alcanzar una situación laboral donde la mujer compita con el hombre en trabajos que le afecten su organismo femenino, provocando así perjuicios a los intereses de la comunidad, como también desconocieron que las cualidades físicas las deja en situaciones especiales que por ningún motivo deberían reducirse en sus valores. Siendo suficiente que rinda un trabajo de igual valor para la sociedad, que claramente lo señala la normativa internacional (C100/OIT).
Y la lucha por los derechos a un libre acceso a formación profesional y derechos políticos que se había dado con energía cedieron resultado de guerras civiles y, la preponderancia de la clase burguesa.
El asunto de verlo el trabajo de la mujer, casi siempre como una ocupación complementaria, daba pie a un salario bajo esta concepción y la falta de formación profesional daba paso a una disminución de su jornal. Y ello las encasillaba a estar ocupadas en un número muy limitado de profesiones, situación que sólo pudiera ser superada con acceso a la enseñanza superior.
Lo de una mujer libre y consciente es pauta para ser una buena madre y educar a la descendencia en los derechos y amor por la libertad—es decir que partiendo de los deberes de la maternidad viene una exigencia por los derechos de la mujer, la situación es de retraso y desvaloración, por cuanto hay decisiones de que salas cunas y guarderías (art.42 Cn.) sigan desfasándose para el beneficio de la familia. Finalmente tras muchos esfuerzos y de vencer innumerables obstáculos, pudo obtener la mujer los conocimientos científicos y técnicos necesarios y abrirse al acceso al trabajo intelectual, que sin embargo no tiene la cabida y cobertura que se necesita.
*Sindicalista salvadoreño