Oscar Arnulfo Romero: PROHIBIDO OLVIDAR

Óscar Arnulfo Romero y Galdámez (Ciudad Barrios, 15 de agosto de 1917 – San Salvador, 24 de marzo de 1980), conocido como monseñor Romero, fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980), célebre por su prédica en defensa de los derechos humanos y por haber sido asesinado durante la celebración de la misa en la capilla del hospital Divina Providencia. La orden de su asesinato oficialmente nunca se ha confirmado. La Iglesia Católica lo venera como santo y algunos de sus fieles se refieren a él como San Romero de América.

Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó en público su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país. Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia Católica se consideró un obispo que defendía la «opción preferencial por los pobres». En una de sus homilías, afirmó: «La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación» (11 de noviembre de 1977). Sus acciones son admiradas por los seguidores de la teología de la liberación; sin embargo, según su secretario, «Romero no estaba interesado» en ella.

El 24 de marzo de 1990 se dio inicio a la causa de canonización de monseñor Romero. En 1994 se presentó de modo formal la solicitud para su canonización a su sucesor Arturo Rivera y Damas. A partir de ese proceso, monseñor Romero recibió el título de Siervo de Dios. El 3 de febrero de 2015 fue reconocido como mártir «por odio a la fe» por parte de la Iglesia Católica, al ser aprobado por el Papa Francisco el decreto de martirio correspondiente y promulgado por la Congregación para las Causas de los Santos. Por eso mismo, en consonancia con los procesos debidos según los estipula la misma Iglesia Católica, el 23 de mayo de 2015 fue beatificado en la plaza Salvador del Mundo. Poco más de tres años más tarde, el 14 de octubre de 2018 fue canonizado por el Papa Francisco en la plaza de San Pedro en Roma.

Óscar Romero goza de las siguientes particularidades: Se trata del primer salvadoreño en ser elevado a los altares; el primer arzobispo mártir de América; el primero en ser declarado mártir ulterior al Concilio Vaticano II; el primer santo nativo de Centroamérica, ya que, si bien es cierto el santo hermano Pedro de San José de Betancur realizó toda su obra por la que fue canonizado en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala y, por tanto, también un santo centroamericano, sus orígenes se encuentran en Tenerife, España. Además, la santificación por parte de la Iglesia católica no es la primera que ha recibido, puesto que la Iglesia anglicana ya lo había incluido en su santoral oficial, así como la Iglesia luterana también ya lo había incluido en su calendario litúrgico.

El día 9 de marzo de 1980, en la basílica del Sagrado Corazón de Jesús se encontró un portafolios de color negro colocado debajo del altar mayor, la persona que notó su presencia, identificada como el sacerdote Ramiro Jiménez, notificó inmediatamente a la extinta Policía Nacional. El detective Juan Francisco Alas, experto en explosivos de la Policía Nacional, desactivó la bomba; ésta estaba compuesta por un interruptor, un radiotransmisor conectado a tres baterías de 1.5 voltios que activarían dos detonadores eléctricos accionados por control remoto. La cantidad del explosivo era de 72 candelas de dinamita comercial.

Según investigaciones, la bomba se accionaría en el momento que monseñor Oscar Arnulfo Romero oficiaría una misa en memoria de Mario Zamora Rivas siendo este exprocurador general y exsecretario general del Partido Demócrata Cristiano, asesinado el 23 de febrero de 1980 en su lugar de residencia. La gestión de la Fiscalía General de la República no hizo ninguna investigación formal del caso.

El día 23 de marzo de 1980, un día antes de su muerte, Romero hizo desde la catedral un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño, en su homilía titulada La Iglesia, un servicio de liberación personal, comunitaria, trascendente, que más tarde se conoció como Homilía de fuego.

El lunes 24 de marzo de 1980, fue asesinado mientras celebraba una misa .

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