Y tenía un lunar…

Más allá de la inspiración que puedan despertar, esos puntos oscuros en la piel deben ser vistos con ojo clínico para diagnosticar y tratar a tiempo cualquier posible lesión.

Por: MARIETA CABRERA

Naturales o postizos; discretos o realzados, los lunares han sido vistos en todas las épocas por lo general como algo atractivo. Su presencia en el rostro, sobre todo en la mejilla o cerca de los labios, es considerada una señal de sensualidad, acuñada por íconos del cine como Marilyn Monroe. No pocas canciones rinden culto también a esa suerte de emblema erótico: “Ese lunar que tienes, cielito lindo, junto a la boca…”, dice una de las más tarareadas en cualquier parte del orbe.

Pero más allá de la inspiración que puedan despertar en muchas personas, esos puntos oscuros en la piel son objeto de atención médica por razones muy distintas. En opinión de la doctora Anarella Rodríguez Quintana, especialista de primer grado en Dermatología del policlínico capitalino Rampa, es importante que la población conozca que los lunares pueden ser congénitos o adquiridos en el transcurso de la vida. “Los primeros generalmente no se transforman, pero los segundos precisan de un chequeo periódico porque sí pueden tener cambios.

“Cuando un lunar es asimétrico, tiene bordes irregulares, color heterogéneo y un diámetro de más de seis milímetros se torna sospechoso porque va en camino de transformarse en una lesión maligna. Si además sangra, pica, o muestra cualquier otro cambio, la persona debe acudir al médico de la familia para que lo remita a la consulta de dermatología del policlínico.

“A veces el paciente me dice: ‘doctora esto me salió hace un año y es como un lunar’. Cuando lo examinamos se trata de un carcinoma basocelular pigmentado, lesión cancerígena localizada, en la cual la conducta terapéutica a seguir es la exéresis o extirpación por cirugía menor.

Y tenía un lunar…

En su consulta, la doctora Anarella recomienda a los pacientes chequear periódicamente cualquier mancha o lunar que tengan en la piel y, ante cualquier inquietud, acudir al médico, (Foto: MARTHA VECINO ULLOA).

“Ese tipo de lesión –continúa la especialista– es de evolución larga y no repercute en la vida del paciente hasta ese momento. Pero si permanece más de ocho o diez años sigue transformándose y si está, por ejemplo, localizado en orificios naturales –como la nariz y la boca–, o cerca de estos, ya no se trata de un carcinoma basocelular sencillo, pues destruye los tejidos blandos y pudiera convertirse en un carcinoma epidermoide de mucosa, lesión cancerígena más invasiva”.

Cuando se trata de lunares que no constituyen un riesgo porque no van a tener cambios, pero la persona desea eliminarlos, se emplea igualmente la cirugía menor. “Los lunares no se cauterizan o queman”, subraya la también máster en enfermedades infecciosas.

Mejor, por la sombra

En Cuba, el cáncer de piel es el de mayor incidencia en hombres y mujeres (aunque no es así en cuanto a la mortalidad), de ahí la importancia de contribuir en la educación, prevención y diagnóstico de lesiones premalignas y malignas.

Si bien existen varias causas de este tipo de cáncer, la radiación ultravioleta del sol es el principal factor de riesgo modificable de la enfermedad, sostiene la doctora Anarella Rodríguez y recomienda evitar la exposición al astro rey entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde.

“Para resguardarse de las radiaciones solares, las cuales causan además el envejecimiento prematuro de la piel, las personas deben usar sombreros, gorras, sombrillas, gafas oscuras y prendas de vestir que cubran la mayor parte del cuerpo”. Agrega que el color de la ropa también es importante. Los tonos oscuros, los cuales habitualmente evitamos cuando el sol es más intenso, son los que más protegen.

“También es provechoso, incluso en días nublados, emplear protector solar, el cual se debe aplicar media hora antes de exponerse al sol. El filtro de protección solar debe ser mayor de 15 en dependencia del tipo de piel; si se trata de una tipo 1 o 2 (blanca), se recomienda utilizar el de más de 30. En todos los casos hay que repetir la aplicación a las cuatro horas si el individuo está en la calle, y a las dos horas si se halla en la playa o en una piscina”, puntualiza la profesora.

Y tenía un lunar…

Protegerse de la radiación ultravioleta del sol es esencial para evitar el envejecimiento prematuro de la piel y la aparición de posibles lesiones en este órgano. (Foto: ACN/OSVALDO GUTIÉRREZ GÓMEZ).

Es conocido que el sol en pequeñas dosis y en los horarios adecuados es muy saludable ya que, entre otros beneficios, estimula la producción de vitamina D en el organismo y fortalece el sistema inmunológico, pero cuando se exceden esos límites su efecto se torna pernicioso. El daño que entonces ocasiona en la piel es acumulativo, las células epidérmicas comienzan a sufrir mutaciones y el deterioro se torna irreversible.

Relata la entrevistada que con frecuencia acuden a su consulta madres con hijos pequeños porque, luego de un viaje a la playa, estos últimos presentan quemaduras o eritema solar (enrojecimiento e inflamación de la piel). “Es esencial que la familia comprenda que las acciones profilácticas deben comenzar desde las primeras etapas de la vida, pues ya estamos viendo carcinomas en jóvenes de 25 a 30 años”, ilustra.

En Cuba, las radiaciones solares son muy intensas, continúa la doctora Anarella, y esto debe ser tenido en cuenta incluso para la prescripción de determinados fármacos por el facultativo. “Los dermatólogos tratamos de no indicar el empleo de medicamentos de uso tópico en la mañana, sino por la noche, pues si la persona se lo aplica y luego se expone al sol pueden aparecer reacciones fotosensibles o una dermatitis. Esto es válido también para las cremas cosméticas, las cuales deben ser usadas igualmente en horario nocturno”, concluye la experta.

Educar a la población acerca del cuidado de la piel y la necesidad de que examine sus lunares, sobre todo cuando se trata de alguna lesión de diagnóstico no definido y que ha permanecido en el tiempo, es el punto de partida para sortear una enfermedad que puede poner en peligro la propia vida

                                                                    

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En Cuba, con una tendencia creciente al envejecimiento poblacional, adquiere mayor importancia la educación, prevención y diagnóstico temprano de lesiones pre malignas y malignas de la piel. (Foto: RADIO26.CU).

Un mal en ascenso

Existen diferentes tipos de cáncer de piel. Los más frecuentes son el carcinoma basocelular –el más habitual, aunque menos invasivo–, el espinocelular, y el melanoma maligno cutáneo, este último el menos común, pero el de mayor agresividad.

Si bien el cáncer de piel no está entre los de mayor mortalidad, su incidencia a nivel mundial es creciente y su aparición tiene un alto costo estético y sicológico para el paciente.

Las personas con mayor riesgo de padecerlo, según indican los especialistas, son las de piel blanca que tienen ojos claros y pelo rubio o rojizo, aunque recomiendan precaución también en el caso de aquellas de piel trigueña.

Cuba se sitúa entre los países de América Latina y el Tercer Mundo con mayor incidencia de cáncer de piel no melanoma, aseguran entendidos en la materia, y advierten que tales cifras pudieran incrementarse como consecuencia del envejecimiento poblacional.

En la Isla –según un despacho de Prensa Latina– se reportan anualmente unos siete u ocho mil nuevos pacientes que presentan patologías como carcinoma basocelular, espinocelular y melanoma.

TOMADO DE PRENSA LATINA

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