Existe un consenso general que la crisis tendrá un grave impacto socioeconómico devastador, especialmente en los países emergentes, dado que se anticipan “las peores consecuencias económicas desde la Gran Depresión”.
La situación de la economía de los Estados Unidos de América es difícil, y lo cual debe alertar a El Salvador porque se estima que el desempleo puede rondar el 30 %
(44 millones de desempleados), lo que causará que las remesas muestren una posible reducción de US$565 millones.
Una potencial pérdida entre 95 mil y 110 mil empleos, lo que junto a menores remesas causarán un grave deterioro social. Se estima que la pobreza aumentaría entre 4.5 y 5.5 puntos, golpeando al 30 % de los hogares, lo que equivale a sumir entre 100 y 110 mil hogares en esta situación, es decir que entre 350 a 390 mil personas pasarían a vivir en pobreza.
Por ahora, según el FMI, El Salvador experimentaría una caída de su actividad económica de -5.4 %, la mayor contracción entre ocho de los países del área del SICA, donde sólo está peor Nicaragua.
Dada la contracción económica, habrá menor recaudación tributaria, al tiempo que los gastos aumentarán, lo que significa que el déficit del sector público rondaría el 7.8 % del PIB y, por tanto, se requerirá mayor endeudamiento, por lo que el total de la deuda pública superaría el 85 % al cierre de 2020.
El desafío es que será fundamental aumentar las asignaciones presupuestarias para fortalecer los sistemas de salud, mejorar la educación en todos sus niveles y, conjugadamente, cuidar la salud de la economía.
