Disipando mitos: la razón por la que los hombres deben llorar

Muchas generaciones han formado un estereotipo sobre los hombres dando lugar a la popular frase ‘los hombres no lloran’. Sin embargo, un especialista explicó a Sputnik que aguantar el llanto puede traer consecuencias muy negativas para la salud tanto en hombres como en mujeres.

En cada país la tasa de mortalidad varía de acuerdo al género y se ha comprobado que sin importar la procedencia geográfica los hombres viven menos que las mujeres. La retención de las emociones y la ausencia de su expresión puede ser una de las razones por las que los hombres pierden la vida antes que las mujeres.

Llorar es bueno para el sistema nervioso porque las lágrimas son un poderoso mecanismo antiestrés y cuando lloramos permitimos que las emociones negativas y pesadas salgan a través de las lágrimas, explicó el psiquiatra ruso Evgueni Fomin.

No obstante, esto resulta complicado para los hombres porque a lo largo de los años se ha formado un estereotipo de que los hombres no deben llorar porque tienen que ser un pilar de calma psicológica o estabilidad. Esto da a las mujeres bastante ventaja psicológica permitiéndose aliviar la tensión de un momento difícil de su vida a través de las lágrimas.

«A los hombres les resulta más difícil experimentar alguna experiencia dramática o una situación difícil en la vida porque es prácticamente incapaz de usar el llanto como mecanismo antiestrés», señaló Fomin.

El estrés es producido por una variedad de toxinas y sustancias que son generadas cuando el organismo experimenta un choque emocional y se puede alivianar a través de las lágrimas.

Fomin considera que retener las emociones y las lágrimas tienen consecuencias negativas para la salud y recomendó a los hombres llorar cuando necesiten aliviar su organismo del estrés. No obstante, el especialista enfatizó que no vale la pena que mujeres ni hombres usen con frecuencia este método para aliviar el estrés, menos aún si lo hacen en público.

«El llanto muestra a los que nos rodean que el ser humano está en una posición débil e incluso victimizada. Si una persona abusa de este mecanismo antiestrés, puede fijar esta posición de víctima si lo hace frecuentemente y se acostumbra», concluyó.

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