«Se le llama así, a todo aquello que se recibe sin merecer lo que se recibe, la vergüenza que se siente en el momento de recibir algo que no nos pertenece, o donde existe una vergüenza por recibir de la mano de un benefactor sin tener los méritos suficientes para poder recibirlo”. El martes 11 de Agosto debe ser recordado por los salvadoreños como el “El día de la vergüenza”, fue ese día que se repartieron los paquetes de la vergüenza de parte de un estado sinvergüenza a una sociedad ¡sin vergüenza! En primer lugar no merezco algo que no me he ganado, no lo he pedido, no lo necesito sin embargo, esas latas de atunes, macarrones, aceites y otros los pagaré a un costo altísimo; más que el costo económico está mi desvergüenza que aniquiló mis sencillas bases morales al tomar algo que no merezco.
No es culpa del gobierno ese sentimiento de culpa que me abate, definitivamente los anti valores encabezan la gestión del ejecutivo y hacer creer a un pueblo que hay un deseo genuino de ayudar no es más que una propaganda demasiado cara para un país pobre, claro, el lúgubre objetivo será que mientras preparo esos alimentos acordarme quien se preocupa por mí, que el salvadoreño, no olvide ¡quien le da de comer! Tristemente he escuchado comentarios tales: “Más de lo que este hombre hace por mí, nadie más”, ese es el árbol, pero cuando se vea el bosque será demasiado tarde. Amigo lector, regalar lo que no es mío es demasiado fácil, regalar lo que me cuesta es difícil por esos apegos a la nada pero volver a un país dependiente hasta de la comida dice el nivel de control y sumisión que se ejerce; debe eso preocupar al salvadoreño porque si las elecciones se basaran en la satisfacción de las papilas gustativas del elector por recibir algo que no merece, sería una paliza de cantina la que espera a la oposición y tristemente, el más vapuleado sería, el pueblo salvadoreño.
Tenemos una combinación letal: Un papá estado populista, un hijo pueblo fanático y sinvergüenza ¿Qué podemos esperar de esta trilogía de la vergüenza?: Lo inmediato es llenar las tres panzas y en meses o años viviremos un apocalipsis donde reinará el desempleo, despidos, plazas congeladas, aumento al Impuesto al Valor Agregado y a los servicios básicos, migración y un país sin rumbo; sin embargo cuando no es la manzana la podrida sino la flor de izote la que pudre a otras no tenemos una salida fácil, todo lo recibido sin haber sido ganado no lo merecemos y atentamos contra las leyes divinas y no puede haber perdón divino para mí ni como para los que me la trajeron, léase bien, no me la regalaron, la vinieron a dejar y ese “Pan de la vergüenza” tendrá un costo de unos tres cientos mil dólares que pagarán mis cuartas generaciones. Hacer creer a un pueblo que merece un paquete de alimentos que no sobre pasa los veinte dólares salvadoreños dice que la brújula del avión perdió el rumbo pero más lo perdimos como sociedad y vale la pena recordar el experimento de Pavlov con los perros salivando cuando escuchaban acercarse al que los alimentaba, empezaban a salivar, sabían que ya venía el alimento y sin ambages, no hay ninguna diferencia acá; en este sencillo cantón habitan nativos que tienen más dinero que cualquier profesional exitoso, no necesitan ese “pan de la vergüenza” pero no olvidemos que ser salvadoreños nos hace diferentes, somos los Roque Dalton, somos los cómelo todos, los agárralo todo, los aprovéchalo todo; ver a una señora correr despavorida con su D.U.I. en mano dice mucho de que El Salvador no debería llamarse así, no salvamos a nadie, al contrario, hundimos al que podemos.
Jamás el país había sufrido un endeudamiento como el que vivimos pero ya es tarde, este festín apenas empieza, apenas; y parece que no nos damos cuenta, una sociedad comatosa tiene los días contados y sus autoridades también, ese daño hecho a la moral de una sociedad no tiene perdón, el tejido social se rompe día a día y “país de la sonrisa” poco a poco será el “país de caras largas, tristes y llorosas”. Apelar a los más bajos instintos según la Pirámide de Maslow como son la respiración, “ALIMENTACION”, descanso, sexo, homeostasis solo dice que estamos patas arriba, será mi sueño llegar a la cúspide de la pirámide y que sea la moralidad, creatividad, espontaneidad, falta de prejuicios, aceptación de los hechos y la resolución de problemas lo que predomine. Al final el objetivo se ha logrado, debo recalcar que no les ha sido difícil, un país donde mi enemigo es el vecino, el de otro partido político, el que no piensa como yo dice los días agrios que se avecinan.
No necesito “el pan de la vergüenza” y lo tomo porque conozco a mi gente, sino lo agarro será otro el beneficiado y prefiero aceptarlo y regalarlo a alguien que solo existe y tiene nombre al momento de emitir el sufragio; mientras; vecinos, alcaldes, diputados, estado lo olvidan; o tan ignorantes son nuestras autoridades para no tener un censo real y saber que un profesional no necesita “el pan de la vergüenza” y sí, el pobre, el niño y el enfermo, esos, los preferidos de Dios, los parias de una sociedad ciega, sorda y muda…y fanática. Se lee una frase atribuida a Joseph Goebbels que dice: “Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento”, cualquier parecido no es pura coincidencia, el poder es el afrodisíaco más grande que existe, a sus pies se cae rendido y se vuelve a aspirar esa droga para creerse invencibles olvidando que “todos somos mortales”, quizá demasiado y “Memento mori” nos debe gritar a nuestra conciencia para entender que la muerte es nuestra eterna compañera, incómoda pero leal.
Sin embargo en el mundo hay personas maravillosas y dentro de ese gabinete no dudo que algunos sufran y lloren en silencio, unos por no tener el valor de objetar medidas populistas como repartir “el pan de la vergüenza” y otros, por cobardes ante su amo y ante sus sub alternos, unos chacales; “almas de cántaro”, vacías, sin sonido, sin voz, sin ayer, pasado, ni futuro.
Por: Francisco Parada Walsh, médico salvadoreño