A pesar de la extendida creencia de que el fenómeno emanado en torno a los derechos civiles es relativamente reciente, para algunos iniciados con el boicot al transporte público en Montgomery, EE.UU. en 1955, y concluido con el asesinato de Martin Luther King en 1968, lo cierto es que no nace en tal fecha, ni concluye aún ahora.
El movimiento como tal puede rastrearse hasta los procesos iniciados con el fin del esclavismo, cuando en aquel marco se plantea el derecho a la equidad para todas las personas, sin distinción de color y origen, lo que con el tiempo se extendió a otras demandas y a pesar de que las clases dominantes le fueron favorables, no por su humanidad, sino por que el trabajo como tal es más barato al realizarse con libertos que con esclavos.
Entonces el liberalismo dio un salto cuantitativo inesperado para sus promotores, y que tiene que ver con la definición de la palabra “Libertad”, aplicada a aquellas personas que entonces la conocieron por vez primera, que suscito implicaciones no definidas entonces, y que por supuesto sin experiencia, implico pasos vacilantes, inseguros, pues seguían entonces ligados a las cadenas que más que físicas, eran y son inmateriales por lo ideológicas.
Ello porque en general a los nuevos libertos se les negó la educación, para así garantizar la perpetuación aún vigente, de privilegios y favores para las élites, mientras a aquellos se los reduce a mano de obra barata, sin derechos efectivos, y por tanto apenas nulos ciudadanos de segunda cuya existencia sirve al interés de asegurar por asistencia, la perpetuación del modelo, dada la incapacidad de desarrollar un sentido de identidad, que así procure la debida transición, conformando a partir del sentido de clase, los compromisos para desmontar el esquema político económico que nos reduce a actores sin papel en el desarrollo de la trama social que solo vemos sin ser partícipes.
Y es que el citado movimiento continúa en los esfuerzos que de manera cotidiana realizamos individualmente en el ánimo de superar la inequidad social, o como ejemplo para el caso, en la gesta que durante meses, ahora mismo amplios sectores de la sociedad estadounidense a pesar de la represión de las fuerzas federales y militares de su país, y del silencio cómplice de los grandes medios de comunicación en la procura de invisibilizar sus esfuerzos, continúan demandando heroicamente el fin del sistema de apartheid que padece esa nación, incluso sumando mas victimas a la ya larga lista de mártires, que junto a King, gritan desde el silencio a la conciencia de la nación, que en las desigualdades sociales se encuentra el germen de la violencia que padecemos, pues la promueve asegurando los privilegios de las citadas élites, excluyendo estructuralmente a los demás, concentrando la riqueza en apenas el 1% de la población por medios injustos, que generan además más víctimas, entre las que destacan la mujer, los infantes, y la gente de color.
Porque solo en la justicia y la equidad social habrá paz.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández. Educador salvadoreño