Editorial UCA: Más desigualdad

Todas las agencias de desarrollo de las Naciones Unidas están advirtiendo de la posibilidad de que, a causa de la pandemia, aumente la desigualdad en el mundo, sobre todo en los países en vías de desarrollo y con altos niveles de pobreza. La pérdida de empleo, la quiebra de pequeñas y medianas empresas, el endeudamiento, la ineficiencia de los aparatos estatales para promover el desarrollo, la baja inversión en la gente, la carencia de planes de desarrollo bien estructurados y evaluables son algunos de los factores que inciden en el crecimiento de la desigualdad, la cual estanca el desarrollo humano, aumenta el conflicto social y despierta tendencias autoritarias en los partidos políticos, dañando la institucionalidad democrática.

En particular, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), dependiente de la ONU, presentó recientemente un estudio sobre la conectividad a Internet en 13 países de la región. La investigación se publicó en el marco de la pandemia, partiendo de que la conectividad es un medio tanto para salir de la crisis causada por el covid-19 como un mecanismo para prevenir el contagio y mantener la productividad de un país. De hecho, las soluciones digitales han tenido un desarrollo muy importante en la lucha contra la enfermedad, en especial en las áreas de salud, educación, comercio y trabajo. Si durante los primeros meses de cuarentena se dio un enorme descenso en las actividades físicas, en las virtuales el crecimiento fue acelerado en toda Latinoamérica, aunque con claras diferencias entre las naciones que ya disponían de un acceso generalizado y las que tenían un acceso relativamente escaso, además de un mal servicio técnico de las operadoras de Internet. El Salvador está entre estos últimos países por su mala, desigual y escasa conectividad.

En el caso de nuestro país, los datos que da la Cepal muestran una enorme desigualdad. El quintil de hogares con menores ingresos tiene una conectividad de aproximadamente el 3%, mientras que el quintil con mayores ingresos tiene una de cerca del 50%. Incluso los tres quintiles de los hogares con menos recursos no alcanzan, juntos, la conectividad del quintil más privilegiado. Aunque en comparación con otros países latinoamericanos incluso el quintil privilegiado está en desventaja, se puede decir que cerca de un 60% de los salvadoreños tiene una nula, escasa o deficiente conectividad, a pesar de que en el estudio se incluye el Internet móvil. De los 12 países latinoamericanos estudiados, El Salvador es de los que tienen más niños sin acceso a Internet. En el quintil de menos ingresos la exclusión de los niños respecto a servicios de Internet es aproximadamente del 95%. Según la Cepal, además, solo la conexión de más de 25 megas permite desarrollar varias actividades en línea simultáneamente. Y en El Salvador, por la deficiencia de las empresas suministradoras de servicios, incluso algunos profesores en cuya casa hay un suministro de más de 25 megas han tenido dificultades ocasionales para dar clase en línea. La educación virtual alcanza con calidad, a lo sumo, al 40% de la población.

Esta situación, ciertamente, coloca al país no solo en el terreno general de la desigualdad grave, sino en una posición desventajosa para avanzar hacia el desarrollo, con el agravante de que no existen medidas ni planes para cambiar rápidamente la situación. A este respecto, la Cepal hace algunas recomendaciones generales. Destaca la necesidad de que la señal de Internet cubra todo el país, se norme y potencie el comercio electrónico evitando abusos del mercado, se facilite la consulta médica virtual en los servicios públicos de salud y se dote a los niños de hogares en pobreza de recursos electrónicos que les permitan acceder a Internet. El Gobierno y la Asamblea Legislativa deben, pues, establecer, por ley, servicios de Internet de bajo costo, incluso gratuitos en algunos casos. La Red debe estar abierta para las pequeñas empresas y los sectores más vulnerables. El Estado tiene que supervisar las tendencias monopólicas de algunas de las empresas que brindan servicios de Internet y regular sus aportes a la fiscalidad del Estado. Si se quiere que la desigualdad no se profundice en El Salvador, es urgente revisar a fondo y normar la conectividad, el teletrabajo, la mercadotecnia y la educación. Y en este último caso, en particular, universalizar la cobertura en todo el país y facilitar a los niños el instrumental necesario para poder formarse en igualdad de condiciones. No hacer nada es solo cultivar y aumentar la desigualdad económica y social, con todas las dificultades que ello crea en la convivencia democrática y ciudadana.

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