Por: Mónica Collado
Quería entender por qué se suicidó su amigo Toni hace cinco años y poco después un familiar. La idea se iba fraguando en el realizador Javier Álvarez, que ahora ultima el documental «La palabra maldita» para romper el tabú de esta «amenaza real de muerte» que, sostiene, «se previene si se habla».
La «respuesta inmediata» a esas dudas es que «quien pierde la vida por su propia mano está sufriendo y no ve otra salida», pero advierte de que hay que «evitar el reduccionismo» porque «lo que hay detrás es más complejo» y «uno no se suicida por un desamor o un problema económico», sino que se suman factores externos y la propia persona.
AUTOCENSURA AL HABLAR DE SUCIDIO
«Cuando me enteré de la muerte de mi amigo, me dolió su pérdida pero sobre todo me quedé en shock. Me dejó dolido y conociéndolo no podía entenderlo, esa duda se quedó sin contestar», relata a EFE en el Día Mundial para la Prevención del Suicidio; añade que cuando poco después se suicidó un familiar, le «seguía atrayendo cómo se llegaba a algo tan extremo».
Reconoce que tardó dos días en llamar a los familiares de su amigo y que notaba su propia autocensura al hablar del asunto: «No me sentía cómodo hablando de la muerte de Toni ni de mi familiar, notaba cierto tabú, bajaba la voz al hablarlo y lo hacía de espalda a los familiares». Y se preguntaba «por qué» actuaba así.
«Como realizador, pensé que era un tema que tenía que tocar», asegura, pese a reconocer que en ese momento «no tenía ni idea» de las cifras de este fenómeno, que es una de las primeras causas de muerte entre los jóvenes en España.
EL SUICIDIO EN LA AGENDA PÚBLICA
Cuando la exministra y exconsellera de Sanidad Carmen Montón, que participa en el documental, lanzó un programa en la Comunitat Valenciana de prevención y visibilización de la cultura suicida, Álvarez vio que era el momento, «algo estaba cambiando» porque una Administración incluía en su agenda «algo de lo que nadie quería hablar».
Y surgió la oportunidad de hacer el documental, de unos setenta minutos y ahora en pleno proceso de postproducción, al que ha precedido una larga fase de investigación durante 2019 y con ayuda pública pudo contactar con afectados, profesionales y asociaciones.
«Entendieron mis motivaciones, huyendo del sensacionalismo, y ahí se fraguó», cuenta el fundador de la productora valenciana Troppemedia, encargada del trabajo, cuyos plazos se han visto alterados por la pandemia aunque confía, y ese es su compromiso, en estrenarlo antes de que acabe el año.
«LA PALABRA MALDITA»
El documental «La palabra maldita» potencia la idea de que el suicidio «es prevenible», según su creador, que denuncia que no se advierta de que esa amenaza real de muerte existe y defiende que el fin último del largometraje es «abogar por la prevención del suicidio, que se incluya en la agenda pública y deje de ser tabú».
«Se han hecho cosas muy interesantes sobre el suicidio pero lamentablemente no han conseguido calar para que la problemática se traslade a la agenda pública y se hable más allá de un día al año o cuando le interesa a la prensa sensacionalista porque un famoso se suicida», agrega.
Esta propuesta cinematográfica apuesta por la simplicidad, con la fotografía orientada a un discurso más tajante y en la que se combinan intervenciones en forma de entrevista o testimonios en plató y en espacios naturales junto a escenas cotidianas y diálogos en localizaciones especiales que den respuestas al espectador.
SUICIDIO: AMENAZA REAL DE MUERTE
Resalta que desde hace unos años cambió la concepción por parte de la comunidad médica y científica y se asumió que «el suicidio es prevenible» y por tanto, no se podía dejar enterrado, «había que hablar de él; de esa premisa no se ha hablado tanto y nosotros la potenciamos en el documental».
El suicidio provoca la muerte de diez personas de media al día en España, es una de las principales causas de muerte del grupo de personas entre los 15 y los 29 años y supone el doble que las muerte de tráfico y el triple que la de ahogamientos, destaca Álvarez, que sentencia: «Es una amenaza real de muerte».
«Vivimos en una sociedad de prevención. A veces nos hacen adoptar mil y una medidas para prevenir», reflexiona para preguntarse «cómo es posible que nadie nos advierta de que esa amenaza real de muerte existe y no solo no se advierte, sino que se oculta».
HABLAR DEL SUICIDIO: UNA JUSTICIA SOCIAL QUE LO PREVIENE
Álvarez lamenta que cuando los expertos abordan la vinculación entre suicidio y salud mental, «nadie habla, hay un estigma, un tabú» y destaca la «triple victimización de los supervivientes», tanto del que lo intenta y sobrevive como de las familias.
«Las pérdidas acarrean dolor pero no poder hablar abiertamente de cómo ha fallecido un padre o un hijo, por vergüenza, es una injusticia social», sostiene, y recuerda que «uno se autoculpa» y poder confesarlo abiertamente para mitigar el dolor «no es una cuestión moral, sino de justicia social». EFE
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Tomado de La Vanguardia.com