El MIT define a los profesores del futuro

La universidad busca docentes que sepan combinar la computación y la ingeniería con otras áreas como las humanidades, las artes, las ciencias sociales o la arquitectura.

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El papel de la universidad en la cuarta revolución industrial está en el centro de uno de los debates más animados entre científicos y académicos. Mientras que la informática continúa modificando la forma en la que las personas interactúan, trabajan y se entretienen, la función de las instituciones educativas no logra un consenso. Por esta razón, uno de los centros más prestigiosos del mundo en este campo, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, se ha propuesto revolucionar la manera en la que imparte la enseñanza sobre las disciplinas digitales.

Lo que se ha propuesto el MIT es potenciar los perfiles de profesores híbridos, en los que lo tecnológico no sea exclusivo ni excluyente, porque se combine con otros terrenos igualmente relevantes en la industria 4.0. “Los nuevos puestos de docentes compartidos presentan una oportunidad sin precedentes para desarrollar áreas cruciales”, explica el decano de la Escuela de Computación Schwarzman, el doctor Daniel Huttenlocher, quien ha trabajado, codo con codo, entre otros, con sus colegas de las facultades de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales; Ingeniería; Arquitectura y Urbanismo; o Ciencias.

A partir de este planteamiento, los responsables del Instituto de Massachusetts aspiran a entender, primero, y a explicar a sus alumnos, después, asuntos tan diferentes entre sí como, por ejemplo, de qué modo la inteligencia artificial está moldeando el trabajo del mañana o cómo las redes 2.0 han reconfigurado las campañas políticas, cambiando la naturaleza de las protestas masivas e impulsando a los gobiernos a reducir la censura y el control sobre sus ciudadanos.

Les interesan igualmente los conceptos de privacidad, equidad y transparencia, en especial, en la época de la pandemia del coronavirus, cuando la población mundial ha incrementado su número de horas de conexión y cuando las empresas e instituciones también han aumentado su vigilancia sobre los internautas. La neurociencia ocupa otra de las posiciones privilegiadas en este programa, como sucede con los enfoques para identificar agentes moleculares y biomoleculares con las funciones deseadas para llegar a mejores medios de diagnóstico y medicamentos.

Sin salir del ámbito de la salud, la computación de alto rendimiento y el aprendizaje automático son dos prioridades del equipo directivo del MIT. Otras materias destacadas que se cita en su proyecto son los efectos de la radiación y la emergencia climática. Así, la contaminación del aire y del agua o la erosión de las tierras costeras y agrícolas aparecen entre sus objetivos académicos, porque, como se recuerda, se requiere “un enfoque heterogéneo que conecte la comprensión científica, las soluciones de ingeniería y los aspectos sociales, económicos y políticos” para abordarlas como es debido.

Lo mismo puede decirse de las soluciones energéticas bajas en carbono, el modelado del clima terrestre y la planificación urbana. En síntesis, según los decanos de Massachusetts, la tecnología está desafiando la forma en la que las personas interpretan los datos históricos, el presente y su papel en el futuro. Con el hardware y los algoritmos, el potencial de las computadoras cuánticas puede crecer mucho más allá de las máquinas actuales. Las aplicaciones potenciales abarcan una amplia gama, de la química a la biología, de la ingeniería nuclear a las finanzas. Para canalizarlo, se necesitan profesores, y estos no serán como los de antes.

 

 

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