¿Hipersensibilidad a ruiditos?

Por: Yamila Berdaye

Algunos congéneres son ruidosos, y al parecer disfrutan al extremo molestar a los demás. Pero otros sufren ante sonidos insignificantes, que les resultan inaguantables, irritantes y les producen sensación de pánico. Puede ser el goteo de un grifo, o alguien que a su lado mastica chicle, respira, come, bebe, carraspea la garganta, incluso las vocecitas de los niños. Posiblemente, esas personas estén padeciendo misofonía (odio -miso- al sonido –fonía-), que en literatura médica se define como: Síndrome de sensibilidad selectiva al sonido.

Una respuesta desproporcionadamente intensa del sistema nervioso autónomo y el sistema límbico a ciertos sonidos considerados normales, con una hiperactivación anormal del sistema auditivo, aún cuando los retumbos que provocan este malestar tienen una intensidad relativamente baja, más o menos del orden de 40 a 50 decibelios, por debajo de una conversación estándar.

Es posible que tal trastorno auditivo afecte a muchas personas, incluso sin saberlo y durante años. La misofonía se reconoció como enfermedad en la última década del pasado siglo. Sus síntomas suelen aparecer al final de la infancia, aunque no se descarta su debut a cualquier edad. Lo habitual es que, por primera vez, la reacción la desencadene una resonancia específica y posteriormente se le vayan incorporando más ruiditos detonantes. Las manifestaciones que experimentan quienes la padecen puede ser de estrés, ansiedad y en ocasiones ira extrema.

Mientras algunos enfermos procuran evitarse de cualquier modo los ecos detonantes, otros intentan enmascararlos, por ejemplo, con música. Pero, dependiendo de la gravedad, sus consecuencias pueden afectar las relaciones personales, actividades sociales, incluso llegar hasta abandonar el lugar (casa o centro de trabajo) de donde proviene el sonido perturbador.

Por desconocimiento se ha tildado a estos enfermos de histéricos o exageradamente sensibles. Por eso, ante los síntomas, es necesario acudir al médico para que se pueda diagnosticar la condición, y probarse que no es una invención. Se describen distintos tipos de tratamiento, como las terapias de reentrenamiento del tinnitus y la cognitivo-conductual, que si bien no curan la enfermedad, sí ayudan al paciente a tolerarla mejor. Se asegura que hablar acerca del problema puede ser beneficioso; un reciente estudio publicado en la revista Current Biology corrobora que el ser escuchado y entendido, puede resultar de gran ayuda.

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