Por Elio Masferrer Kan, ENAH / INAH – México
Los resultados de las elecciones en los Estados Unidos nos obligan a un conjunto de reflexiones sobre el proceso socio político y religioso que desembocó en la elección de la fórmula Biden-Harris. Un proceso complejo que incluye variables que se modifican en el tiempo y que nos muestran una vez más que las coyunturas son resultado de procesos históricos y de variables de la actualidad, muchas de ellas imposibles de prever e incluso de controlar, como es la pandemia.
Otra variable compleja está referida a la personalidad de los actores, un político profesional como Biden, senador a los 29 años, católico “progresista”, y Trump, presbiteriano, empresario inmobiliario, famoso por su talk-show: “queda despedido” era el grito con que descalificaba a los perdedores, rescatando el machismo americano. Otro contraste fue el Vicepresidente Pence, un político profesional blanco que renunció al catolicismo para “renacer” como evangelical, frente a Kamala Harris, hija de migrantes, un afrojamaiquino y una hindú; abogada y economista, famosa por ser la “fiscal de hierro” de California que encarceló a policías por sus excesos y a la vez, rigurosa con quienes violaban la ley e implacable como senadora. Militante de la Iglesia Bautista y casada con un prestigiado médico blanco y judío. Harris se define como afroamericana y en términos genéricos “Brown”, un término muy usado en Estados Unidos para referirse a personas no blancas.
La agenda progresista frente a la agenda conservadora
Los procesos electorales en Estados Unidos pocas veces incluyen un programa de reformas económicas, el único que mencionó algo llamado “socialismo democrático” fue Bernie Sanders y terminó relegado por el establecimiento demócrata. La discusión conceptual estuvo referida a los principios con los que se fundaron los Estados Unidos, lo cual llevó a una discusión muy compleja sobre “los padres fundadores” de los Estados Unidos, quienes partieron de principios de libertad y democracia, pero se olvidaron de los afros y los nativos americanos. Una “nueva sociedad” pensada para los WASP (blancos, anglosajones y protestantes). En términos programáticos la agenda se centró en la religiosidad de los candidatos, el racismo, los derechos de las mujeres, la migración y el tratamiento de la epidemia.
Las empresas encuestadores predecían un triunfo aplastante de Biden y un descalabro electoral de Trump, no fue así, a pesar de los votos que faltan contar, la diferencia de 74 millones (51.4%) contra 70 millones de Trump (48.6%) nos colocan frente a una realidad polarizada donde Trump estuvo a punto de reeditar los resultados de 2016, cuando venció en los estados claves para obtener los electores necesarios, perdiendo en voto popular.
¿Qué pasó con las encuestas?
En el proceso electoral hubo primordialmente dos tipos de encuestas: de opinión tomando a la sociedad americana como un todo estratificado y regionalizado y las de segmentos étnico y religiosos. Las que consideraban a la sociedad norteamericana como una totalidad relativamente integrada fallaron estrepitosamente. Las basadas en segmentos fueron acertadas, pero tienen el inconveniente de que resulta polémico el peso de estos en los resultados finales. Biden venció con el apoyo de los católicos jóvenes y progresistas, los evangélicos urbanos y escolarizados, los afros, quienes fueron víctimas de fuertes agresiones policiales, los judíos progresistas, los asiáticos y los musulmanes que sufren discriminación. Los hispanos y latinos se dividieron y un segmento importante apoyó a Biden, pero muchos se fueron con Trump pues prefieren que se cierren las fronteras y no tener más competencia en el mercado de trabajo. Trump repitió la estrategia de 2016 y fue respaldado por católicos conservadores que se oponen a la línea de Francisco, los “evangelicals” fundamentalistas, los supremacistas blancos, los judíos ortodoxos y ultraortodoxos.
La estrategia de Trump es algo que no se podía repetir: cada cuatro años hay una renovación generacional y entran más jóvenes al mercado electoral y son precisamente las minorías “Brown” quienes crecen más que los WASP, asimismo los católicos, protestantes y evangélicos se hacen más flexibles y abiertos a los cambios culturales y los “evangelicals” fundamentalistas y católicos conservadores envejecen y pierden presencia.
La pandemia puso en evidencia las carencias de Estados Unidos en materia de salud pública y fueron los demócratas (Obama-Biden) quienes propusieron el Medicare con una furiosa oposición republicana; Trump continuó desmantelándolo. Las encuestas fallaron pues no manejaron criterios cualitativos, no ponderaron las diferencias raciales, sociales, generacionales, económicas, étnicas y religiosas pensado en una sociedad más homogénea. Fueron por los costos más bajos y olvidaron la coyuntura de la pandemia: “lo barato sale caro”.
Religión, política y cultura en el discurso de posesión del vicepresidente boliviano David Choquehuanca
«Con el permiso de nuestros dioses, de nuestros hermanos mayores y de nuestra Pachamama, de nuestros ancestros, de nuestros achachilas, con el permiso de nuestro Patujú, de nuestro arcoíris, de nuestra sagrada hoja de coca.
Con el permiso de nuestros pueblos, con el permiso de todos los presentes y no presentes en este hemiciclo.
Hoy quiero compartir nuestro pensamiento en unos minutos.
Es obligación de comunicarnos, obligación de dialogar, es un principio del vivir bien.
Los pueblos de las culturas milenarias, de la cultura de la vida mantenemos nuestros orígenes desde el amanecer de los tiempos remotos.
Los hijos hemos heredado una cultura milenaria que comprende que todo está interrelacionado, que nada está dividido y que nada está fuera.
‘Vayamos juntos’
Por eso nos dicen que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás, que todos tengan todo y a nadie le falte nada.
Y el bienestar de todos es bienestar de uno mismo, que ayudar es motivo de crecer y ser feliz, que renunciar en beneficio del otro nos hace sentir fortalecidos, que unirnos y reconocernos en el todo es el camino del ayer, hoy mañana y siempre de donde nunca nos hemos alejado
El ayni, la minka, la tumpa, nuestra colka y otros códigos de las culturas milenarias son la esencia de nuestra vida, de nuestro ayllu.
Ayllu no solo es una organización de sociedad de seres humanos, ayllu es un sistema de organización de vida de todos los seres, de todo lo que existe, de todo lo que fluye en equilibrio en nuestro planeta o Madre Tierra.
Durante siglos los cánones civilizatorios del Abya Yala fueron desestructurados y muchos de ellos exterminados, el pensamiento originario fue sistemáticamente sometido al pensamiento colonial.
Mas no lograron apagarnos, estamos vivos, somos de Tiwanaku, somos fuertes, somos como la piedra, somos cholke, somos sinchi, somos Rumy, somos Jenecherú, fuego que nunca se apagaba, somos de Samaipata, somos jaguar, somos Katari, somos comanches, somos mayas, somos guaraníes, somos mapuches, mojeños, somos aymaras, somos quechuas, somos jokis, y somos todos los pueblos de la cultura de la vida que despertamos larama, igual, rebelde con sabiduría»…leer discurso completo.