Por: Francisco Arias Fernández
Medios de prensa estadounidenses reproducen en los últimos días distintas versiones sobre el excesivo consumo de marihuana, como presunto remedio para el multiplicado estrés de la sociedad ante el miedo por el incremento de los casos de contagios por el nuevo coronavirus, la cifra astronómica de fallecidos, la preocupación ante el posible impacto social de los resultados electorales y las continuas mentiras del Presidente.
Desde las semanas previas a las elecciones, el día de los comicios y las jornadas posteriores se ha disparado la venta de caramelos, galletas, dulces y otros alimentos mezclados con la citada droga, como si se tratase de una «ayuda imprescindible», con la falsa hipótesis –muy difundida por los monopolios del narcotráfico y de la comunicación– de que esos «alimentos» tienen la dosis exacta para aliviar el pánico, los sentimientos de ansiedad y el nerviosismo.
The New York Times afirmaba que, «para muchas personas en Estados Unidos, la “ayuda mágica” llegó en forma de gomitas, galletas, chocolates y cápsulas de gel, todas imbuidas con una dosis de cannabis, calibrada para aliviar los nervios del día de las elecciones». Señalan expertos que, aunque es difícil recabar información sobre el consumo a nivel nacional, las empresas que se especializan en comestibles dijeron que las ventas se dispararon en las semanas previas a las elecciones.
Añade la publicación que los comestibles con cannabis ya no son un producto marginal limitado a los pastelillos de marihuana en los dormitorios universitarios, «ahora se están vendiendo como parte de la industria del bienestar, y se comercializan como básicos de la despensa. O, como hace poco alardeó un grupo de Facebook, ahora hay un comestible para cada tipo de ansiedad».
Un entrevistado del periódico reconocía que «primero fue la pandemia, luego el verano con todos los temas de justicia social, y, ahora, el estrés por las elecciones. Ha sido una cosa tras otra, y eso ha generado una demanda extraordinaria de cannabis». Durante el último mes sus ventas han aumentado más del 40 %, con respecto a los meses previos, sin hacer mercadotecnia ni promociones, señalan. Después de los comicios mucha gente dijo que seguía ansiosa por los litigios en torno al conteo de votos, que se presentarían en los tribunales, y la incertidumbre de la transición de poder del presidente Donald Trump, así como el efecto enrarecedor de sus comparecencias públicas, posteriores al 3 de noviembre, con acusaciones sin sustentos, la purga de funcionarios gubernamentales que contradicen sus mentiras y la crisis política fabricada.
El envenenamiento masivo que estaba en marcha empeorará con los resultados electorales, y es que el lobby de la «oleada verde» o de la legalización de la marihuana en EE. UU. está de plácemes, pues nuevos estados se suman al consumo legal, amén de los pretextos o justificaciones (uso terapéutico, recreativo, solo adultos o lo que sea).
Pese a las emergencias sanitarias por la expansión del consumo de diversas drogas, que tenían en jaque a la sociedad estadounidense antes de la aparición de la pandemia, la marihuana legal se está convirtiendo en la norma estadounidense, a medida que se aprobaron medidas electorales en Arizona, Misisipi, Montana, Nueva Jersey y Dakota del Sur, que se suman a los 44 estados que ya la permiten con fines médicos o recreativos. La irrupción legal del cannabis en estos estados permite a la marihuana estar disponible para más de 111 millones de estadounidenses o, lo que es lo mismo, para un 33,8 % de la población.
Recomendaciones sanitarias, en algunos de esos estados, advierten que, a pesar de que fumar marihuana tiene el riesgo adicional de la exposición perjudicial al humo, comer o beber cannabis del mismo modo loexpone al THC (tetrahidrocannabinol), el producto químico sicoactivo que hace que se sienta drogado. Añade que el THC puede afectar a la persona de manera diferente y tiene efectos perjudiciales. Una porción de 10 mg probablemente afecte la capacidad para conducir, andar en bicicleta o realizar otras actividades.
Autoridades médicas alertaban desde 2017 que, a pesar de su aspecto común, una sola galleta o un caramelo con marihuana puede contener varias veces la dosis de THC que es capaz de asimilar un adulto. Cualquiera que coma uno de estos productos, especialmente un niño, puede sentir los efectos de una sobredosis como intoxicación, alteraciones en la percepción, ansiedad, pánico, paranoia, mareos, debilidad, dificultades para hablar, falta de coordinación, apnea y problemas cardíacos.
En los adolescentes puede afectar la memoria y la concentración, así como interferir en el aprendizaje. El uso habitual también se relaciona con problemas sicológicos, trastornos siquiátricos, afectaciones pulmonares, cardíacas y una mayor probabilidad de drogadicción en la adultez. Un estudio publicado por Annals of International Medicine, a partir de casos atendidos en el Hospital Universitario de Denver, en el que se han tratado más de 2 500 casos por intoxicación, revela que las galletas y osos gomosos con marihuana, provocaron complicaciones médicas asociadas a ataques al corazón, arritmias y crisis sicóticas.
Los médicos también advierten que los efectos sicoactivos, aún más retardados de la marihuana comestible (hasta más de dos horas después del consumo), pueden provocar sobredosis al no sentir los efectos, sentir más ansiedad y seguir consumiendo, por lo que sobreviene la muerte. Además, luego la droga dura en el cuerpo entre cuatro y seis horas, mucho más que el efecto que produce el cannabis fumado. Al mismo tiempo no resultan confiables las supuestas «dosis calibradas» o resistibles que anuncian los vendedores de esos productos. Aparejado al incremento del consumo de marihuana, de la epidemia de opioides y de otras drogas en Estados Unidos, en medio de la tragedia de la COVID-19, a mediados de julio se conoció que ese país registró 71 000 muertes por sobredosis de drogas el pasado año, un nuevo récord histórico.
De acuerdo con el Informe Mundial sobre las Drogas 2020 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la marihuana sigue siendo la sustancia más utilizada en todo el mundo, con un estimado de 192 millones de consumidores, y si bien es difícil evaluar el impacto que han tenido las leyes que han legalizado ese narcótico, es de destacar que su consumo ha aumentado en todos esos lugares y los productos más potentes del cannabis –los más perjudiciales a la salud– son los más consumidos.
Añade el documento que el cannabis sigue siendo también la principal droga que pone en contacto a las personas con el sistema de justicia penal, pues es causa de más de la mitad de los delitos relacionados con estupefacientes.