Por: Francisco Parada Walsh*
Todo sucedió en tiempos de Noé. Ante la maldad del hombre fue Noé quien decidió empezar a construir una barcaza, así fue metiendo animales de todas las especies; por cosas tan normales como el sexo, cada animal llevaba no una pareja sino varias y lo mismo sucedía con los animales varones, también las hembras tenían derecho no a uno sino a varios especímenes por situaciones propias de ellas considerando que sería una infinidad de días que navegarían por aguas desconocidas.
Una vez que el arca de Noé tocó tierra fue éste quien decidió que cada animal sería un país, muchos lectores no se han percatado de este detalle pero es la verdad, en los evangelios apócrifos de San Francisco aparece tal decisión y fue que al oso grizzli se le convirtió en la Rusia imperial por su gran tamaño; la hiena se convirtió en lo que ahora y por el momento conocemos como Estados Unidos de América, Noé pensó que la voracidad y la traición serían bien representados por este fiero y desleal animal ; luego pensó que el búfalo por su fuerza y robustez debería ser Inglaterra; por la gran elegancia que mostraba la Jirafa fue Noé quien decidió convertir a tal dama en la Belle France; tristemente Noé tuvo un sueño donde el toro sería maltratado, denigrado y asesinado y supo en ese preciso momento que el país culpable era España por lo con el dolor de su alma cumplió esa profecía que fue revelada en sueños.
El pavo real no pasaba desapercibido y fue entonces que se decidió que tal bellísima ave sería a la Checoslovaquia de Dalton. Noé no encontraba animal alguno para convertirlo en Brasil, fue mientras tomaba una refrescante michelada que sintió que algo se le enrollaba entre las piernas e inmediatamente convirtió a la anaconda en ese verde país que es surcado por un río cual caprichosa serpiente.
Así fue convirtiendo a cada animal en los diferentes países que ahora existen sin embargo la confusión de Noé era grande, casi había terminado su proyecto cuando en un cuarto sucio y desvencijado pudo notar que aún quedaban cuatro animales, todos de cuatro patas, destacaba el borrego por su mansedumbre, el chacal por su oportunismo, el guanaco no podía faltar a la cita y era uno de los preferidos de Noé por su fuerza para el trabajo y que con poco forraje se conformaba y mientras acariciaba la cabeza del borrego pudo ver a un animal entre perro y pescado, ¡Era una foca! Noé decidió consultarlo con su esposa y por cuestiones de espacio y de tiempo fue que creyeron que el país en que deberían convertir a esos cuatro animales sería El Salvador de los Animales; Noé y su esposa no podían ocultar una picarona sonrisa, fue tanta la gracia que les causó ese alboroto que Noé soltó una sonora carcajada que se escuchó por todo el mundo, fue su esposa que le dijo suavemente: ¡Cállate Noé, No puedes disimular! Fue un ataque de risa lo que sufrió Noé y mientras más reía, su esposa no pudo evitar contagiarse, ambos pasaron riéndose por más de diez minutos y apenas su esposa pudo contener la risa le dijo a Noé: ¡Qué jodida le diste a ese triste país! Noé se rascaba la cabeza mientras miraba al chacal, al borrego junto al guanaco balar y a la foca aplaudir, parecía que la única feliz era la foca; el borrego siempre con su mirada adusta, tristona; el guanaco prefería comer zacate y rascaba el suelo con sus filosas pezuñas en busca de alguna tubérculo; quiso Noé ponerse serio y frente a todos los animales con una poderosa voz y con las manos en alto les gritó: “Cada uno de ustedes, cada animal representará dignamente al país que dan origen, deben recordar que todo viene del altísimo y que no pueden jugar con Dios, bueno, debido a que el tiempo estaba en mi contra y parecía que ya no había espacio para convertir a cuatro de sus compañeros en diferentes países me vi forzado a convertir a la foca, al guanaco, al chacal y al borrego en una pequeñísima y perversa nación, antes de su conversión sé lo que cada de uno piensa, ¡No me subestimen! Aun, con ese divino híbrido que hice no puedo ocultar mi decepción pues esa nación tan pequeña como el pueblo de Dios será la cuna de la mentira, la migración, el hambre y la corrupción”.
Poco a poco cada animal fue convirtiéndose en el país respectivo. Mientras Noé descansaba en un confortable sillón reclinable y disfrutaba de una serie de Netflix: “Sin tetas y nalgotas no puede haber Paraíso” pudo ver como allá, en la lejanía empezaba a tomar vida el país que formó con los cuatro desdichados animales. Solo pudo decir: “Que Dios se apiade de ellos porque el diablo será su patrón”
*Médico salvadoreño