Por: Róger Hernán Gutiérrez*
Las diferentes personas trabajadoras como sectores populares, siguen en la esperanza de que estamos en un proceso de cambios, con el instrumento Bukele, horadando el camino para terminar con un pasado por momentos oprobioso y de mucha demagogia y falta de compromiso involucrada en el ejercicio del poder.
Donde el punto medular no es y nunca ha sido la forma de hacer proselitismo de partidos políticos, con regalías para la gente, poco valoradas y con alta demagogia para llevar una supuesta promesa de cambios—ese ha sido el fracaso constante y acumulado, que a la hora de asumir y poner en concreto esa diferencia con el otro o el anterior gobierno, NO SE TUVO, y los cambios fueron mínimos y en un contexto sin cambios, que no hizo mella en lo más mínimo en el régimen político, y por ende en el cumplimiento del bienestar de la gente.
Las promesas fueron falsas—en mucho de lo actuado—y los compromisos que identifican los intereses de para qué sectores se ha trabajado; recordemos aquello de “trabajar por los pobres de los más pobres”; “las mujeres nunca más estarán solas”; “ahora viene el cambio” y tantas otras consignas que se diluyeron en el más recóndito de los lugares donde la pobreza y el empobrecimiento arrasaba la vida de la gente.
Los programas mínimos que apoyaron en el período 6/2009-5/2019 a la gente, estuvieron poco publicitados, y en un uso de recursos limitado, porque claramente la idea no era favorecerse de ello para alcanzar una imagen, lo mismo ocurrió con el aumento a la pensión mínima ($144 a 207,60) o del salario mínimo incrementado entre 40% ($304)) hasta un 120%($202.88), para el período 2017 al 2019, que fue atacado fuertemente por los sectores empresariales y que para revertirlo modificaron bonos, aumentaron metas de producción, despidieron; impusieron denuncia ante la OIT. Así como el sindicalismo venal, que luego del gane de Nayib Bukele volvió a ocupar los asientos para confabularse con el gobierno y empresarios, para caer en una nula representación de los intereses de la clase trabajadora, y que el actual Ministro de Trabajo en su anuncio lo hace con clara motivación electoral en el fondo.
De acuerdo a las encuestas de lo que se trata el próximo evento electoral (28f), tiende para unos, a ser una consulta político ideológica, en tanto las corrientes que prevalecen son un panorama de cambios hacia una nueva república o continuar con el deterioro nacional, por una economía con el esquema de ganancias para el que tiene y de socialización de pérdidas para los sectores mayoritarios que no tienen, continúe o se transforme en algo diferente.
Para otros es la elección entre grupos corruptos y otros menos corruptos, pero que están en calidad de presunta inocencia, es decir acusados de delitos, que requieren llevarse a un proceso jurídico para definir la culpabilidad o inocencia.
1) Como orientación electoral es importante que votar por bandera—es hacer un voto ciego, totalmente visceral—hacerlo por rostro, cualifica mejor la posibilidad de hacer llegar personas éticas y que claramente usarán el poder para las transformaciones que las gentes requieren.
2) Debemos castigar a los partidos taxis, que oportunistamente se ven añadidos a la popularidad de Bukele, como son GANA y el CD. Por el otro lado PCN y el PDC, que siguen las directrices de ARENA, y defendiendo los intereses oligárquicos.
3) El FMLN, ha quedado desprestigiado y con el ejercicio del poder sin muchos cambios en el sistema político; y se observa una serie de divisiones de sectores oportunistas ligados a Bukele o del grupo empresarial emergente. Queda una minoría muy incipiente a lo interno, que no ha logrado trascender la dominación partidaria de la argolla, como tampoco despertar de nuevo la confianza en un nuevo proyecto de izquierda, para la gente ante tanto desencanto, frustración y desesperanza.
4) Nayib Bukele, es sólo un instrumento político, no es el que dirigirá las transformaciones en la educación, la salud, la vivienda, la cultura, la economía—salarios, empleo, mejores condiciones de vida y de trabajo—el medio ambiente. Y por ello no debe ser un voto para acabar supuestamente con el bipartidismo y dejar el camino allanado.
Nuestro mensaje es que nadie salva al pueblo, el pueblo salva al pueblo, si hoy nos equivocamos y votamos por la figura de Bukele, preparémonos para reivindicar y exigir las transformaciones. Dejando la posibilidad de caer en un nuevo engaño y ser defraudados nuevamente, esta vez por creer que el instrumento Bukele es una figura importante en dirección al desarrollo y al bienestar de los sectores populares.
*Sindicalista salvadoreño