Aunque su último film es de 2010, dice que si se dan las condiciones volvería a dirigir. Mientras, sostiene su «nueva carrera» como músico con Lost Themes III.
Las mejores películas de John Carpenter son un espejo del mundo moderno. Sea el virus de desconfianza que impulsa el perfecto horror de La cosa (1982) o la ciega adoración de la codicia que se sitúa en el centro de la sátira de ciencia ficción Sobreviven (1988), es como si él hubiera sabido que la pesadilla existencial combinada del coronavirus y el presidente Trump llegaría un día a acosarnos. Pero si se le presentan estas teorías al director casi pueden escucharse sus ojos revoleando a través de la línea telefónica.
Hay infinidad de teorías dedicadas a analizar si La cosa es sobre la crisis del sida o si Sobreviven apunta a la existencia de los Illuminati, y el director está harto de esa clase de conversaciones. «No puedo ver ninguna de mis viejas películas», dice desde su hogar en Hollywood. «¡Tuve que hacer la banda de sonido para Asalto al Precinto 13 (1976) en solo 24 horas!» Según cuenta, muchas de sus películas más reverenciadas fueron hechas con muy pocos recursos. Aunque eso lo forzó a ser creativo -utilizando el silencio como forma de generar tensión en lugar de efectos especiales onerosos, o ahorrando dinero al componer él mismo la música para la banda de sonido-, también lo dejó sintiéndose espiritualmente exhausto. «Quero decir que una vez que terminé de hacerlas, solo quería seguir adelante mentalmente y dejar todo eso atrás.»
El nuevo disco corre como un tren fantasma fugitivo, cambiando ansiosamente entre el funk, el rock terrorífico de estadios, el pop, el grunge y la electrónica. En cada track hay un infeccioso juego de intercambio entre John y su hijo Cody, quien ha sido parte de la banda de cada lanzamiento de Lost Themes junto a su amigo Daniel Davies, en solos de guitarra gigantes. También acompañaron a John en la banda de sonido que hizo para el reboot de Halloween en 2018, que sonaba como la atmosférica música de la película original pasada a través de mescalina. Carpenter dice que tocar en la banda lo energizó «absolutamente», «Hicimos este disco con enormes sonrisas en nuestras caras», dice. «Lo que escuchás entre Cody y yo es un duelo de sintetizadores. Ambos le damos luz al otro en una canción. Esto está entre la mejor música que haya hecho jamás.»
Sus bandas de sonido siempre han sido igualmente rupturistas, algo que impresiona doblemente dado que las hizo mientras buscaba el balance con su tarea de dirección. “Matthew’s Ghost Story”, de La niebla, combina gruesas olas de bajo distorsionado con explosiones de un frío piano bien enfocadas. Da puro pavor. La orquestación de polvoriento funk en Asalto al Precinto 13 es como un James Brown metido en el primer tecno de Detroit, una combinación tan tentadora que ha sido copiada por un millón de bandas de sonido para videojuegos. El tema central de la Noche de brujas de 1978 fue construido alrededor de un pesado ritmo de batería que espejaba los pesados pasos de un asesino serial en una derretida máscara del Capitán Kirk, acosando a niñeras de Haddonfield. De manera crucial, los sintetizadores audazmente camp mostraron que el director no había perdido por completo el sentido del humor.
Es tentador imaginar a John Carpenter haciendo todas estas canciones clásicas en un órgano, en una habituación apenas iluminada, sonriendo de manera sádica ante los mejores fragmentos de sus pesadillas. Pero Lost Themes III viene a reafirmar su versatilidad como músico. En estas nuevas canciones muestra que es un buen estudiante de la más sucia etapa del art pop a la Soft Parade de su banda «favorita», The Doors, y la manera en la que Ray Manzarek elevó el Wurlitzer, tal como él presenta el desasosiego presente en esas composiciones clásicas que Bernard Hermann hizo para Alfred Hitchcock en Psicosis y Los pájaros.
«Amé a The Doors, The Beatles, The Supremes y The Four Tops. En esta música definitivamente hay funk. Me da tanta alegría que tengo que conseguirme otra carrera como músico a esta edad. Hay un sentimiento de disfrute en nuestra manera de tocar. No hay manera de entender lo que siente. Es liberador». Eso no quiere decir que haya perdido el amor por el cine, al que sigue señalando como su «primer amor.»
A través de los ’70 y los ’80, el cineasta nacido en Carthage (Nueva York) en 1948, redefinió las películas. Hizo Noche de brujas recién salido de la escuela de cine, decidido a rascar bajo la superficie de la masculinidad tóxica con La cosa; básicamente inventó la estética cyberpunk con Escape de Nueva York. Y perfeccionó el arte de quitar de manera brutal la alfombra bajo los pies de los espectadores. En Asalto al Precinto 13 (1976), donde una angelical mujer rubia es violentamente asesinada a balazos mientras corre hacia una camioneta de helados. Consigue un vientre lleno de plomo en vez de chispas de chocolate y al día de hoy sigue siendo una escena impresionante. «Supongo que seré recordado como alguien que estaba adelantado a su tiempo», dice Carpenter.
Aún así, las películas menos celebradas de Carpenter son las que se sienten más proféticas, y aquellas de las que él disfruta más hablar. La niebla (1980) es injustamente señalada como un decepcionante paso posterior a Noche de brujas, pero su aterradora premisa -un pueblo costero invadido por los mortales fantasmas de una nave de leprosos hundida por sus traicioneros ancestros cien años atrás- se siente más relevante que nunca. Es una advertencia de lo que sucede cuando Estados Unidos entierra sus crímenes. Sugiere de manera conmovedora que un día llegarán flotando a la superficie, causando mayor destrucción a menos que se los admita; es imposible verla sin que se ericen los pelos del cuerpo.
Mientras tanto, la más chiflada En la boca del miedo (1994) -con Sam Neill como un pomposo director de seguros investigando la desaparición de un novelista de horror- muestra lo que sucede cuando la gente cree fervientemente más en la fantasía que en el mundo real. Afortunadamente, Carpenter es más que feliz de corroborar la teoría de que ese par de películas está entre lo más socialmente relevante que haya hecho.
«La niebla está basada en una historia real. En el siglo XIX, en Goleta, California, algunas personas conspiraron para hundir un barco que transportaba oro. Creo que iniciaron un fuego para que la nave naufragara. Estaba fascinado por la idea de que la tripulación un día tomara venganza», recuerda. «En la boca del miedo era más sobre la física experimental y cómo la gente es feliz viviendo en estas realidades alternativas.» ¿Y es algo que se vea mucho en estos días? «Sí. La reacción a Obama, las revueltas con todos esos racistas y campesinos. Lo tuvimos sin parar durante cuatro años. Fue algo increíble. Pero va a cambiar… ¡tiene que cambiar! Venimos de un tiempo en el que se hizo un culto a la ignorancia».
Ese culto se ha extendido a las mismas películas de Carpenter. En las redes sociales, los teóricos de la conspiración de la extrema derecha han reclamado para sí a Sobreviven, que Carpenter dice haber hecho como una parodia a las Reaganomics y el ascenso de los yuppies. «El año pasado tuve que lidiar con gente que en Twitter decía que Sobreviven era sobre cómo los judíos controlan el mundo. Así que aparecí y dije ‘no, no, no’, pero ellos igualmente no lo aceptaron», dice. «Fue increíble. Es como: ‘¡Vamos, gente, no existen las personas-lagarto!’ Esas teorías ni siquiera son creativas, son puras tonterías. ¿Cómo podés creer esa mierda? Eso es lo que no entiendo». ¿El legado de Trump, quizás? «Sí.»
Con sus tardía carrera floreciente como estrella de rock, muchos fans se preguntan si Carpenter volverá a dirigir una película, o sí Encerrada (2010) debe ser vista como una despedida. «Amo dirigir y bajo las circunstancias adecuadas lo haría de nuevo», dice. «Pero no puede ser una película con financiación insuficiente y tiene que ser algo que ame. Una película de Drácula estaría bien». Por lo pronto, volvió como asesor y para hacer la música de la próxima secuela Halloween Kills, una franquicia a la que dio luz verde tras el éxito de la original y que ya cuenta con 13 títulos. «Creo que es la película slasher por excelencia», dice. «Es áspera y trastornada, ¡y es bien dura! Michael Myers es nuevamente una fuerza de la naturaleza. Es como el viento, simplemente llega y no lo podés parar. Mi nueva música tiene que igualar su intensidad. Y me encanta la solidaridad femenina en las nuevas películas. Las chicas realmente te patean el culo: ¡No jodas con ellas!»
Carpenter está genuinamente entusiasmado con el futuro. Está ansioso por tocar Lost Themes III para una multitud cuando las medidas de cuarentena finalmente empiecen a disiparse. «Para un tipo viejo como yo, poder interactuar con jóvenes parados cerca del escenario… bueno, es la mejor sensación sobre la Tierra.» Es como si el viaje de John Carpenter como estrella de rock solo estuviera comenzando. «Supongo que es verdad», dice y se ríe sarcásticamente, aunque solo a medias.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.