Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Días atrás en la frontera México/estadounidense, en medio de una actividad política que abordó el tema de la migración ilegal como las actividades delictivas que de ella se desprenden, la congresista estadounidense Norma Torres califico a los tres estados del triángulo norte centroamericano como “…narcoestados…”, analogándolos con la triple frontera ahí en el hemisferio sur, confirmando que estos facilitan el tráfico de drogas provenientes de Colombia, como el tráfico ilegal de personas.
Tales afirmaciones se mediatizan en el marco de la publicación de la lista Engels, que en junio venidero la administración Biden hará pública, y que para el caso salvadoreño incluye algunos ministros del actual gobierno salvadoreño, así como numerosos diputados elegidos en las recientes elecciones, por corrupción y narcotráfico.
Y es que para entender el contexto de lo afirmado por la congresista Torres debemos en principio comprender que el istmo centroamericano es el corredor natural del narcotráfico, para conducir la droga suramericana a través de aviones que la arrojan frente a las costas de nuestros países, donde es rescatada por embarcaciones del narco locales, quienes la embalan para enviarla a los carteles mejicanos, que la derivan al territorio estadounidense a través de la frontera, donde los esfuerzos de E.U. aparentemente no logran contener semejante derrama (DEA).
Lo cierto es que tal operativo es imposible sin el concurso de las autoridades de los países de origen, tránsito y destino, quienes se benefician de manera directa de éste turbio negocio [en Colombia el kilo de coca cuesta $1, 300. 00, y en el Paso, Texas, $27, 000. 00/El País/DEA/NIH], o los demás negocios derivados – tráfico de personas, trata de blancas, armas, etcétera -.
Empero, hay que acotar que el informa Obama sobre el trafico de drogas publicado en 2017, acusa a los países de origen y transito de ser responsables de “…no hacer lo suficiente, no cumplir con sus obligaciones respecto a las drogas…”, que en diez años de guerra contra el narco emprendida por México, provoco 100, 000 muertes y la desaparición de otras 28, 000 de acuerdo a la secretaría del estado mejicano, mientras que para Centro América a implicado una cifra de muertes, desaparecidos y desplazados no determinado, pues no se los recuenta, logrando los carteles establecerse permanente e imponer su gestión en los territorios que domina. Es decir: ponemos los muertos y ellos, los E.U. el consumo.
Todo entonces se reduce a oferta y demanda, necesidad y pobreza, por lo que satisfacer de parte del estado las necesidades fundamentales de la población, impidiendo que ésta se vuelque a la actividad del narco, reducirá ostensiblemente su efecto social y económico, lo que no sucederá, pues el hambre y la pobreza son explotadas político/electoralmente, mientras que los E.U. no dejaran el consumo que es inherente al modelo que genera la riqueza para sus elites, así que, resolverlo no será una prioridad para nadie.
Pero entonces, Centro América como Colombia será inviable, y la violencia, la corrupción y la imposibilidad de un futuro, es lo que nos espera.
*Educador salvadoreño