Por Hedilberto Aguilar De la Cruz, Sociólogo y antropólogo – México.
Con motivo de la coyuntura política, Elio Masferrer y Claudia Hernández (ENAH) y quien esto escribe, entrevistamos al pastor y teólogo pentecostal peruano Darío López, el jueves 1 de abril, para conocer su perspectiva respecto a lo que sucede en las iglesias evangélicas en el Perú frente a la coyuntura electoral. A continuación, se presenta una breve reseña de dicha conversación.
¿Los evangélicos votan mayoritariamente por la derecha religiosa? Darío afirmó que sí hay un sector que se ha agrupado en torno de la figura de Rafael López Aliaga, candidato del Opus Dei, representa lo más reaccionario de la sociedad peruana, opuesto al aborto en cualquiera de sus causales, a las uniones civiles del mismo sexo, a la educación sexual con perspectiva de género en la currícula educativa y una mínima participación del estado en el mercado. En este partido participan evangélicos como Milagros Aguayo, una de las caras más visibles de #ConMisHijosNoTeMetas, así como otros evangélicos -particularmente de la Alianza Cristiana y Misionera y las Asambleas de Dios- y católicos provida. Sin embargo, decir que los evangélicos van a votar por este candidato sería una falta a la realidad política pues éstos se encuentran divididos en diversas posturas políticas y es una quimera asumir que, si los pastores dan línea para votar, los feligreses lo harán automáticamente.
El pastor señala que hay un voto evangélico dividido: remanentes del APRA, las distintas derechas, incluido el fujimorismo, hasta los que apoyan a Verónika Mendoza, principalmente jóvenes evangélicos, algunos de los cuales también se organizaron para participar en las protestas contra la destitución de Vizcarra y el gobierno usurpador de Merino.
Darío López señala que ya no hay una escatología amplia de escapismo a la espera de la segunda venida de Cristo, sino que hay un interés genuino por participar en la política, que inició en 1990 con Fujimori, aunque posteriormente, fueron traicionados por éste cuando ya no le fueron útiles. La participación no es homogénea, sino que algunos dirigentes de megaiglesias con un buen posicionamiento económico y mediático han aprovechado su situación para establecer alianzas con candidatos de derecha y es por ellos que muchos medios asumen que se trata de una participación generalizada de los evangélicos, antes con el fujimorismo y hoy con Renovación Popular.
Por otro lado, se encuentran otros evangélicos sin reflectores que participan socialmente, principalmente mujeres que trabajan en asambleas barriales, ollas comunes, protestas antimineras, apoyos para la población que se ha quedado sin empleo por la pandemia. Dicha participación social surge, más que por una teología que la implique, por una necesidad que es mucho más sentida entre las mujeres evangélicas que entre los hombres y su servicio trasciende los templos a los que van.
A estas actoras involucradas en movimientos sociales no les interesa el discurso de esa derecha que instrumentaliza la religión cristiana como elemento de atracción votante, sino que están entrecruzadas por otros intereses que conforman su mundo de vida: especialmente el combate a la corrupción y la pobreza. No son muy distintos del votante peruano no evangélico, sino que muchos de ellos eligen, según lo han señalado varias encuestas, a su candidato, al momento de emitir el voto, lo cual se corrobora con que, al momento, el 25% de los electores no saben por quién votarán o lo harán viciado (en Perú el voto es obligatorio).
Darío López indica en un sentido autocrítico, que las iglesias no están formando ciudadanos, lo que se evidencia en que no saben vivir en democracia, no tienen un sentido crítico y formado para elegir una u otra tendencia partidista y comparten noticias falsas sin verificar las fuentes. La palabra “género”, transmitida como “ideología de género” por colectivos provida, se ha convertido en un término demonizado y no son capaces de distinguirlo como “enfoque de género” en políticas públicas. Por tanto, la formación de cuadros ciudadanos continúa siendo muy precaria y es una deuda pastoral con los feligreses y los evangélicos con Perú.
El pastor considera que la izquierda partidista, atomizada por disputas internas y dañada por la herencia de Sendero Luminoso, no ha entendido el voto religioso y considera que haría bien en hacer guiños al electorado evangélico que le interesa saber cuál es su postura frente a lo religioso, pues la desinformación de la derecha señala que la izquierda es antirreligiosa y odia a las iglesias. Los candidatos que no comprenden esta realidad religiosa en la vida pública peruana, más allá de los evangélicos, nos comentó, pierden posibilidades de ganar mayor confianza de los peruanos y harían bien en entender este aspecto de una gran porción de los electores.