El caso de los asesinatos en Chalchuapa ha estremecido al país. No faltan interpretaciones psicológicas y sociales, y puntos de vista criminalísticos sobre los crímenes. Sin embargo, poco se reflexiona sobre el hecho de que el acusado, hoy testigo criteriado, es expolicía. Por supuesto, no se puede afirmar que haber sido agente tenga que ver con su actividad criminal, pero la misma Policía afirma que fue expulsado del cuerpo por problemas de agresividad sexual. La PNC también ha dicho que el caso involucra a expolicías, exsoldados, coyotes y vendedores.
Desde hace años, las instituciones defensoras de derechos humanos manifiestan una fuerte preocupación por la existencia de grupos de exterminio en los que participan policías en activo. Algunos supuestos enfrentamientos de miembros de la PNC con delincuentes resultaron ser verdaderas masacres. Hace algún tiempo se dio a conocer un grupo de chat entre policías que, con una tranquilidad pasmosa, hablaban de asesinar delincuentes. Ciertamente, en los últimos tres años se ha desarticulado un buen número de estos grupos de exterminio. Aunque la inmensa mayoría de los miembros de la PNC son personas decentes, la permisividad con los delitos internos y la protección cómplice entre jefes han ido creando una cultura de impunidad frente al abuso de fuerza.
Por lo anterior, no extraña la composición del grupo acusado de los crímenes en serie en Chalchuapa. Esta situación debería llamar a la reflexión a todos los comisionados, subcomisionados y jefes de la Policía. En primer lugar, resulta necesario y urgente insistir sistemáticamente en el respeto a los derechos humanos y en el uso proporcional de la fuerza y como último recurso, tratando siempre de aminorar los daños a la integridad y la vida de las personas. Actuar de un modo respetuoso con la gente y con el mínimo posible de violencia es un tema enfrentado a la cultura imperante, pero es uno de los mejores caminos para el respeto a la vida.
En segundo lugar, la PNC debe mejorar sus mecanismos de control interno. Además, debe dar un seguimiento adecuado a quienes expulse del cuerpo por cometer un delito. La tendencia de los agentes a la violencia se puede convertir fácilmente en costumbre viciosa, alentada por la situación de vulnerabilidad de la población y por la facilidad con que el dinero se une con el crimen. Expulsar del cuerpo policial a todo aquel que abusa de la fuerza es una medida básica de saneamiento institucional. El posterior seguimiento es clave para prevenir casos como el de Chalchuapa.
Editorial UCA.