Por: Francisco Parada Walsh*
Recuerdo que recibí una llamada por parte de la secretaria de Don Ulises “La Pepa” Flores, me apersoné a su despacho, mientras conversaba con él, entró doña Sonia con un sobre en sus manos, se lo entregó a él quien inmediatamente me lo dio, ese sobre contenía mil colones, regalo de boda ¡Así era “La Pepa” Flores! Por cosas del destino mi segunda clínica estaba situada frente al anexo del hospital Benjamín Bloom y el despacho de Don Ulises me quedaba a menos de cincuenta metros, debía siempre sacar cita e inmediatamente la secretaria me llamaba: “Ya vino el Dr. Flores, puede venir Dr. Parada”; pocas veces esperé, para entrar a su oficina se abrían aquellas persianas que parecen de las cantinas del viejo oeste, él, siempre tenía un periódico sobre su escritorio y su amabilidad era manifiesta, a su hijo Francisco Flores le decía Pancho, igual que a mí; empezábamos largas conversaciones sobre política, religión, astralidades, cultura hindú, Deepak Chopra y tantos temas más.
Un día sacó de su gaveta un libro, “Las Siete Leyes Espirituales” y me dijo: Te voy a regalar mi biblia; en la década de los noventa era Calderón Sol el presidente de turno y como buen abogado y economista abordaba temas de la realidad nacional, siempre me decía que si llegaban dos clientes con sendas diferencias, él trataba de conciliar con los dos, tener dos amigos más, dos ganadores; recuerdo cuando su hijo ganó la presidencia, mi situación económica siempre ha sido como la del salmón, ir contra corriente; por esas situaciones muy personales un día recibí un telegrama bajo la puerta, aun guardo tal documento que decía: “Dr. Parada y Sra. Por favor traer currículo vitae a oficina Dr. Flores”, pensé que mi vida tomaría un rumbo normal, esperé, esperé y nada pasó.
Cuando abordábamos un tema y no me parecía su punto de vista siempre había una excusa para mis cuestionamientos a tal punto que en una ocasión él me dijo que los seres humanos solo tenemos dos cosas que nos pertenecen en esta vida: Los pensamientos y la respiración; inmediatamente le dije que viviera siete días y siete noches en mis zapatos y que después de eso me repitiera lo que me había dicho; una tos nerviosa lo invadió, no supo que contestar y le dije que cuando se tiene la vida arreglada económicamente es fácil dar consejos y ordenar vidas ajenas, esa fue una de las pocas veces que logré refutar su argumento.
El tiempo pasaba, llega a la presidencia Francisco Flores y por supuesto que soy “invitado de honor”, lo que sobraba era guaro y deliciosos canapés, en esa ocasión quien me reconoció fue su hermano Dr. Romeo Flores y con muchísimo respeto quizá por la amistad con mi padre me saludó con gran cariño y deferencia. Fin de esa historia.
“La Pepa” Flores me comentó que debido a sus pensamientos sociales y haber sido presidente de AGEUS fue convidado a salir del país, él, hombre que ya era muy adinerado por herencias y ser dueños de muchísimas propiedades sobre el Bulevar de los Héroes caídos les dijo que él no se iba a lo que sus interlocutores le dijeron: No es que tu decidís, que te vas, te vas; vio que las cosas eran serias y de castigo lo mandaron a estudiar economía a la mejor universidad del mundo en tal rama, la universidad de Chicago, razón por la que se les llama los “Chicago Boys”, asi eran de “malas” las dictaduras militares que a sus adversarios los mandaban a ser mejores profesionales ; contaba mi padre que Don Ulises se daba el lujo de cobrar según los minutos que tardaba su asesoría, algo totalmente nuevo en este sufrido país.
Algo particular de “La Pepa” Flores era su ingenio y me hizo un comentario que su hijo ya siendo presidente le dijo que encontraron un déficit de miles de millones de colones y le respondió a su hijo: “No trates de enderezar el cuerno con tu culo”, no había nada qué hacer, sirvió el terremoto del 2001 tal como ha sucedido con la pandemia, de una hermosa y grotesca cortina de humo para desviar la atención de los verdaderos problemas del país.
No había semana que no lo visitara, platicábamos en una ocasión que para una amistad no se debe tener la misma edad, servía de ejemplo la diferencia de edad entre él y mi persona y reparábamos que uno puede ser amigo de un niño de siete años, siempre hay algo nuevo e interesante que se puede aprender de esa amistad.
Así pasaron décadas, en 1999 decido abrir mi clínica en el centro comercial más exclusivo en esa fecha, en La Plaza “San Benito”, era un lugar mágico, bellísimo y con sus consejos sobre economía e inversión de los pocos reales que tenía no pensé en que ese proyecto fracasara, y gracias a un amigo, uno de los mayores o el “Rey de las Franquicias” quien me ayudó en la promoción y con dinero en efectivo empecé a vivir ese sueño pero las cosas no cuadraban; ahí tuve la oportunidad de ser médico de cuatro miembros de la oligarquía salvadoreña, personas normales, que en ese periplo del tiempo me invitaron a los mejores restaurantes a almorzar y a cenar; me arrepiento de no haberme zampado todo el vino que me ofrecieron, siempre cuidando que el paciente no me sintiera aliento a alcohol; la clínica apenas me daba para vivir, el local, la secretaria y todo era carísimo; hubo una ocasión que debía cancelar la renta, hablé con la secretaria de Don Ulises y solo le comenté que tenía un problema, a las once recibí una llamada, que fuera al despacho de “La Pepa” Flores y entré a saludarlo, inmediatamente me entregó un cheque por cinco mil colones, valor del alquiler y me dijo un dicho tan hermoso que nunca lo olvidaré: “El que da a tiempo, da dos veces”.
Más claro no se puede. Hubo una ocasión que Don Ulises conversaba por teléfono con alguien de los propietarios de ADOC, escuchaba todo y hubo un diálogo que me perturbó totalmente cuando Don Ulises le dijo: Le han dicho a Archie Baldocchi Dueñas que embargue y se quede con todas las fincas de café, para mí es una locura pues el precio del café está por los suelos pero se lo dijo la NESTLE”, ese día entendí cómo se maneja el poder en la finca El Salvador, salí vomitando pues la concepción personal de un estado al servicio de un pueblo era un sueño, una utopía, entendí que la finca tiene dueños y eso no ha cambiado a la fecha .
Sabía que cuando se quedaba mirando al infinito y particularmente hacía un ruido inigualable debía marcharme, ya estaba aburrido de hablar paja conmigo. Simple curiosidad, recuerdo una vez que necesitaba un favor personal, se debía hablar con la ministra de Educación, Sra. Evelin Jacir, él, tomó el teléfono y llamó a casa presidencial, me dijo que llamaba al “teléfono rojo”, alguien le contestó y dijo: Habla Ulises Flores ¿Me puede comunicar con la Dra. Evelyn Jacir por favor? Ella estaba ocupada, respondió una asistente; son recuerdos que tengo de esa larga amistad con un mentor en mi vida.
Una vez quise darle otro rumbo a mi vida, al final hasta ahora entiendo que todos los días buscamos diferentes derroteros; Don Ulises tenía en su oficina un mapamundi de aquellos que se hacen girar, ya la presidencia de su hijo estaba por terminar y le dije que me sacara el país, quería aprender latín, griego, arameo, él, algo confundido me preguntó que a dónde quería ir, le contesté que girara ese mapamundi y donde pusiera el dedo, ahí me iría y que si ese país se llamaba “El culo del mundo” no dudara por un momento en marcharme, me dijo que vería qué podía hacer, nada pasó, como siempre, mi sueño era Europa, particularmente Milán .
Otra lección de economía recibida por Don Ulises fue la facilidad con que una persona que dispone de dinero y amistades en el sector financiero es cómo con un millón de dólares usted puede comprar veinte propiedades: Usted compra una casa de ocho cientos mil dólares, luego la hipoteca, el banco hace el valúo y le presta setecientos mil dólares, con ese dinero usted compra otra casa de seiscientos mil dólares y vuelve a hacer la misma jugada hasta terminar comprando un sencillo apartamento de treinta mil dólares, con ese millón de dólares usted no ocupó su dinero sino el dinero del banco, de otros, el dinero de Juan Pueblo y compró diez o veinte propiedades las que se alquilan y se pagan solas y en el peor de los casos, que el inquilino se vaya, usted tiene efectivo de sobra para capear el temporal.
Debo decir que el suegro de Don Ulises heredó a su nieto Francisco Flores extensas propiedades en el valle de Zapotitán, prueba de ello es que la Fiscalía General de la República debió regresar todo aquello incautada. Describo a la persona, a mi amigo, a mi mentor, Ulises “La Pepa Flores”. Genio y figura hasta la sepultura, en la nota necrológica aparecida en La Prensa Gráfica se leía: “Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! Gracias Don Ulises “La Pepa” Flores por su amistad.
*Médico salvadoreño