Por: Francisco Parada Walsh*
Querido Diosito Salvadoreño: Vengo y caigo rendido a tus pies, mis piernas flaquean, no sé si de hambre, por la goma o por la falta de valor pero solo tú puedes salvarnos, por favor, haz algo mí Diosito precioso, bendito; no tenemos qué comer, mis hijos no tienen trabajo, no tenemos para las medicinas de mi padre, por favor Diosito Salvadoreño, no nos abandones, somos tus hijos amados y ya no aguantamos tanto sufrir.
Se escucha una voz fuerte y firme: Hijo mío, siempre te he cuidado, pero tú desobedeces mis Mandatos y es el libre albedrío lo que tú decides hacer. Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: No digas eso mi Diosito Salvadoreño, no, soy fiel a ti antes que a un hombre, pero sí confieso que me volví un politeísta pues reconozco que he adorado a muchísimos dioses, pero siempre fuiste, sos y serás el único y verdadero Diosito Salvadoreño.
Diosito Salvadoreño: Mírate la nariz, mientes frente a mí, entras a mi templo sagrado y mientes tan descaradamente, ¿Qué acaso eres funcionario del gobierno? Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: Ni pensarlo mi amado Diosito salvadoreño, si la pensión apenas me alcanza para vivir y por eso vengo con el corazón contrito a pedirte que no nos abandones, que nunca nos dejes, que siempre estés junto a mí.
Diosito Salvadoreño: Y ¿Las remesas que te envían tus hijos de la tierra de Cochise? Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: ¡Ay no Diosito Salvadoreño! eso no nos alcanza, lo gastamos a lo pendejo, perdón si me miras más gordo pero mi mujer y mis hijos se enojan sino los llevo al Campero, todos quieren estrenar cada mes y tú bien sabes, que una mujer encachimbada es como un pequeño demonito, un tamagás, como ese tal muñeco chucky. Diosito Salvadoreño: ¡Eres un descarado! Tienes pensión y recibes remesas y aun así no te alcanza, no, no me busques más, tú adoras a muchos dioses y te olvidas de mí.
Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: Perdón Señor, perdón; si en algo te he ofendido, perdón, señor, perdón; acepto que me he alejado de ti, este país está lleno de diositos que nos hacen creer que vivimos en ríos de leche y miel, y debo aceptarlo, ni muevo un dedo y me regalan unas cajototas de comida, algo fea pero por lo menos no me jodo la vida; Diosito Salvadoreño: No sé por qué vienes a mí, no sabes que recibir algo que no te has ganado con el sudor de tu frente se le llama “El Pan de la Vergüenza”? ¡Desvergonzado! Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: ¡Va a creer mi Diosito Salvadoreño que no lo sabía! es primera vez que oigo eso de la vergüenza.
Diosito Salvadoreño: Realmente eres el típico salvadoreño “animalita”, siempre vas de lanza, siempre queriendo joder al otro, siempre, siempre de vivo; Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: Pero mi Diosito Salvadoreño, si esa es mi esencia y ni creo que tú me puedas corregir, somos como una plaga que se extiende por el mundo, estamos en cualquier país y nos gusta vivir de la caridad pública, nos vamos al norte a dar norte pues nuestras mujeres están pariendo y pariendo y solo van a traer el billete, quizá debo aceptarlo, somos malos como dice ese maitro Roque Dalton.
Diosito Salvadoreño: Malos es poco, son unos malandrines y así como ustedes se agarran del libre albedrío lo mismo haré, ¡Coman mierda todos los salvadoreños! ¡Qué me importa que se los lleve putas, atajo de vividores! Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: ¡Ay no! Nunca te había visto tan enojado, sí voy a cambiar pero al suave, seré otro hombre, volveré a tus caminos, perdón señor, perdón. Diosito Salvadoreño: ¡Todos mienten, todos! Que les caiga la maldición gitana, no merecen que mi Madre María sufra por una pacotilla de mal vivientes que ni se ahuevan para contar tanta pendejada que hacen.
Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: No mi señor, “es buen carbón, es de chaperno y de copinol”. Diosito Salvadoreño: Y ahora ¿Qué putas decís? Pasas bolo, endrogado, siempre pedo, siempre fumado; mirá con lo que salís, tú eres realmente despreciable. Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: Perdón señor, perdón, no sé en qué estaba pensando, no, es que me acordaba de un amigo que me decía que merecido tenemos que nos digan guanacos que se hartan sopa de pitos y que hasta para vender carbón decimos “Sí mi Señor”.
Diosito salvadoreño: ¡Que te caiga un rayo perro callejero! Salvadoreño que recibe Remesas y Pensión: Mire mi Diosito Salvadoreño, usted ya se parece a ese pastor hondureño que solo puteando a la gente pasa, no me esperaba eso de usted mi Diosito Salvadoreño. Diosito Salvadoreño: Lo que pienses de mí, me tiene sin cuidado ¡vete, vete, pequeño lucifer, vete por donde no viniste!
*Médico salvadoreño