Malditos, mil veces malditos

Recuerdo cuando era un niño, quizá apenas pasaba los diez años y no sé por qué dije la palabra “Maldito”, inmediatamente recibí una reprimenda no tan cordial de mi madre. Ultima vez que proferí tal frase.

Por: Francisco Parada Walsh*

Cuando era joven en algún lugar del mundo leí que uno es esclavo de sus palabras. Decir “ARENA y el FMLN no son basura. Son peor que eso. Negociaron con la sangre de nuestro pueblo. Mil veces malditos”, frase o escupitajo pronunciada o lanzada por el presidente de este lloroso país un 1-Febrero-2020.

Escupir al cielo, a ese cielo que da cobijo a buenos, a malos y a peores es delicadísimo, no, con una maldición no se juega, haya pasado lo que haya pasado pero ser “peor” que los que fueron maldecidos dice mucho por qué este país sufre, gime, llora; todo regresa, todo.

Admiro a El Faro, un día tuve la oportunidad de platicar con el señor Carlos Dada, un caballero fue mi interlocutor; admiro el valor y la dignidad de todo el personal que no labora en El Faro sino que son El Faro de luz a una sociedad cada día más embotada, más indiferente, más indolente. Como soy y no soy, estoy y no estoy, sucede que era asiduo televidente del padre del presidente, en una ocasión escuché esa palabra que machaca mi alma: “INDOLENTE” y en otra ocasión dijo algo así: “Por las buenas mi corazón te daría, por las malas ni la mugre de mis uñas te daría”.

Cuando la verdad sale a la luz, que este gobierno ha pactado con los grupos terroristas la reducción de homicidios y otras cosas más queda al descubierto una verdad demasiado siniestra: Todo lo que sale de este gobierno es una épica mentira, todo y tristemente no existe una pizca de respeto por la vida misma, lo más sagrado del mundo; con el dolor del alma para ese fanático perdido que ahora, en su sentido de negación prefiere aullar por las noches, gritar como loco antes que aceptar la verdad, esa dura verdad que todo lo que aparece en esos anuncios televisivos no es más que una toma del pelo a una sociedad sencilla por veces, y violenta como pocas, repito, como pocas; algo que parece desconocer el presidente.

Me aterra el futuro que se avecina no para mí, no, he muerto muchísimas veces y he resucitado en un pájaro, en una medicina, en una lluvia y sé que dios no me quiere y día a día es la muerte mi comparsita, mi amiga, mi socia, mi destino; me conmueve el futuro de un joven que creyó en esa tragedia de ofender todo aquello que no sea agradable para este joven presidente: Le llevo 18 años de maldad, de sabiduría, de vivir lo que vive el pobre, el salvadoreño desaparecido, sí, esa joven, ese hombre que su único pecado es ser salvadoreño ¡Eso es todo! Y ahora pareciera que literalmente la tierra se los tragó y así fue; todos gritan para ser escuchados, ser desenterrados mientras un estado se ufana de que no hay un tan solo homicidio; mientras las fotos y videos donde se aparenta combatir a tales grupos ofenden a los muertos, esas fotos del director de Centros Penales caminando tranquilo, lirondo junto a los diablos ¡Eso no se puede quedar así! Debe el mundo saber que la muerte en El Pinochini de América es un trato, un negocio donde tú me das algo (Menos homicidios ¡A la vista! y yo te doy lo que tú quieras).

Nunca imaginé que llegáramos a esto, lo repito ¡Nunca! Esto es aparte de espantoso también escalofriante pues mientras más de un millón de personas votaron por Nuevas Ideas, había  rastros, si,  rastros sin rostros donde se descuartizaba a lo mejor de un país ¡los jóvenes! Y el presidente, tristemente y para vergüenza mundial estaba enterado de ese dolor de patria.

Todo queda en el olvido, así parece pero no es así; esa maldición se tiene que revertir porque me duele el alma que me maten a los jóvenes y deben, cada persona fallecida, cada madre y padre que carga una foto de su hijo desaparecido aunar fuerza en un grito universal que se escuche fuerte, con dolor, con la mirada no al Cielo sino al presidente pidiendo que esa maldición regrese a quien vociferó tal mentira.

La vida no es juego, no se puede ufanar ni sacar provecho político a la desaparición de una joven ¿Cómo por Dios, cómo se puede despreciar la vida de un hermano salvadoreño? Eso es insano, es algo que nadie creería que se vive en este país.

Que todas las oraciones se eleven para que cada desaparecido sea encontrado y si no es así, que por la noche salgan de sus tumbas salvadoreñas, oren frente a El Salvador del Mundo pidiendo que Dios nos haga eternos como una recompensa a tanto dolor. ¿Cómo pudimos llegar a esto? Solo dios sabe, ese es mi dios esquivo que no protege a los suyos sino a los otros, a los diablos, a la muerte.

Nunca he maldecido a nadie, y no lo haré, solo espero que ese escupitajo gire alrededor del mundo cual bumerang y  regrese a su desdichado dueño, a ese hombre que de la muerte saca lucro, que me fusiló a todo el personal de salud mientras está a punto de poner en el paredón a todo un país. Tarde o temprano todo llega, todo y burlarse de un pueblo aduciendo que son tan efectivos que debe el ministro de defensa aceptar que hay pandilleros en la Fuerza Armada pero con esa voz lejana y poco varonil decir: “No, no se pueden sacar” ¡Válgame Dios! Mientras la Asamblea Legislativa tiene dos diputados suplentes miembros de pandillas, la Fuerza Armada entrena pandilleros.

Que todo ese dolor de una madre que pierde a su niña caiga sobre los responsables y que sea la santa muerte la que los acose, los desespere para que solo así puedan entender el dolor de perder un hijo. Desaparecidos ¡Benditos, infinitas veces, Benditos! “Memento Mori” (Recuerda que eres mortal) No hay miedo, no, si tuviera miedo dejara que el poder me venza, no, no tengo miedo a la historia, no, si tengo miedo fui vencido.

Miedo a  la vida sí tengo, la muerte es mi pana, mi amiga, esa sempiterna amiga que está sentada en esa banca del parque, que me ve pasar y sigue fumando, sabe que un día de un tajo cortara mi cabeza, como le pasará a nobles y esclavos.

*Médico salvadoreño

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