La infancia es la víctima más vulnerable de la pandemia

Para el Vaticano los niños y las niñas están sufriendo las consecuencias más graves de la covid-19, requieren de atención prioritaria por parte de los gobiernos, de las organizaciones y de la misma iglesia y la implementación de medidas de protección destinadas especialmente a los más pobres.

Por Washington Uranga.

El Vaticano emitió un documento  en el que analiza la situación de la infancia en el mundo y el impacto que la pandemia generó en niños y niñas, y en el que afirma que los “gobiernos nacionales, organizaciones de la sociedad civil y la Iglesia deben unir sus esfuerzos para aliviar el creciente sufrimiento de los niños más vulnerables” porque “una generación entera de niños está sufriendo las consecuencias económicas, sanitarias y sociales de la pandemia” de la covid-19.

En el texto se denuncia el repentino aumento de la pobreza extrema, la creciente inseguridad alimentaria y las medidas de contención sanitarias han supuesto una enorme presión para familias alrededor del mundo” dado que la pandemia “ataca rápidamente, encontrado familias y comunidades desprevenidas y con poco tiempo para prepararse a enfrentar la muerte o la enfermedad prolongada de padres y cuidadores” Agrega el documento vaticano que “las denuncias de violencia, abusos y explotación de niños han aumentado considerablemente desde que comenzó la pandemia” y que “las comunidades más pobres soportan estas adversidades de forma desproporcionada”.

En la ocasión el Vaticano afirma que “se calcula que hasta el 30 de septiembre de 2021, más de 5 millones de niños perdieron al menos uno de sus padres, abuelos o cuidadores debido a la covid-19. Esto significa que un niño pierde a un padre o cuidador cada 12 segundos” dice, y agrega que “las estimaciones más conservadoras sugieren que en los próximos años, millones de niños más sufrirán estas pérdidas y correrán un mayor riesgo de caer en la pobreza, quedar sin atención familiar, ser internados en orfanatos y tener un acceso reducido a la educación”.

El documento lleva la firma del “Dicasterio (ministerio) para el servicio del desarrollo humano integral” creado por el papa Francisco en el 2016. Desde entonces estuvo al frente del organismo el cardenal ghanés Peter Turkson, quien presentó su renuncia en días pasados después de cinco años de gestión, como es habitual para los cargos vaticanos. La dimisión fue aceptada por el Papa y aún no ha sido nombrado un sustituto.

Otros datos incluidos en el informe indican que “la creciente inseguridad alimentaria está perjudicando a un gran número de niños” que en datos muestra que en el 2020 se generaron entre seis y siete millones de nuevos casos de desnutrición aguda en niños menores de cinco años que “provocaron la muerte de unos 10.000 niños al mes, el 80% de ellos en África subsahariana y el sur de Asia”. Se agrega además que, en las actuales circunstancias, “las niñas corren un riesgo mayor” señalando que “unas diez millones de niñas corren el riesgo de contraer matrimonio infantil debido a la pandemia, y numerosos informes hablan de un aumento de los embarazos infantiles”.

En materia de acciones, el Vaticano insiste en “promover la distribución equitativa de la vacuna” de la covid-19; “fortalecer los sistemas que promueven el cuidado de los niños en el seno de la familia” y pide que se dedique “mayor gasto presupuestario a la protección de los niños”. Asegura además que “los gobiernos deben reconocer que proteger a los niños de la violencia, la explotación y el abandono puede contribuir, a largo plazo, a alcanzar sus objetivos de educación, salud y reducción de la pobreza”, dando prioridad a la protección de la infancia a través de “desarrollar, reforzar y financiar sus sistemas de protección infantil”.

En el mismo sentido se propone “combinar las transferencias monetarias para los pobres con programas complementarios” porque “los estudios demuestran que las transferencias monetarias como medidas de protección social dirigidas a contrastar la pobreza de ingresos son mucho más eficaces cuando se combinan con programas de asistencia social como el apoyo psicosocial y la crianza positiva que abordan las importantes barreras no financieras a las que se enfrentan los niños y las familias pobres”.

Respecto de la propia Iglesia el dicasterio sostiene que “garantizar un cuidado seguro y enriquecedor en el seno de la familia debe ser una prioridad para la Iglesia” y para ello “las diócesis y las parroquias deben estar preparadas para intervenir rápidamente cuando las familias se vean afectadas por la covid-19”.

wuranga@pagina12.com.ar

Fuente: Página12.

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