Despropósitos para el 2022

Define la biblia la palabra despropósito como: “ Un hecho, acto, obra o dicho fuera de la razón, explicación, fundamento, argumento, conciencia, noción, entendimiento, comprensión, capacidad, sagacidad, conveniencia, provecho, ventaja e interés”.

Por: Francisco Parada Walsh*

Cada inicio de año, en esa soledad que me encanta, pienso qué cambios haré en mi  vida, no hablaré de dietas alimenticias ni actividades al aire libre sino me referiré a las dietas de malos pensamientos y de actividades en lo más profundo de mi alma con la mirada dirigida hacia mi prójimo.

Soy tan afortunado de conocer una realidad que muchos desconocen, o quizá soy desafortunado de vivir entre el invisible. Si puedo definir mi vida actual, no debo olvidar que habito en ese El Salvador de la Nada donde a dos cuadras, una casa de cartón es mi vecina, no es cosa del pasado ni de canciones de protesta; la niña Marcos es mi vecina, mujeres arrechas que no tienen un futuro ni un pasado, solo un presente que inicia desde las tres de la madrugada, ya tiene que tener la venta lista para bajar a La Palma a dejar sus frescos vegetales, no de sus cultivos sino de lo que les compra a los productores, que en un acto de piedad inimaginable le ayudan; ella cultiva valores, ejemplos.

No tomates ni repollos. Es mi vecino “Neto”, hombre de treinta y cuatro años quien “le hace el viaje”, así, como le ayuda a ella, me ha tendido la mano cuántas veces la he necesitado; qué decir de su esposa “Niña Sonia”, mujer que, mientras prepara tamales, despluma una gallina y lava la ropa de sus cuatro hijos: Cristian, Erick, Kevin y el “muñeco” Anthony; es Erick mi chero, él, sale en su bicicleta a traerme las chelas cuando estoy entrando en shock hipovolémico, ya una enfermedad crónica.

En los despropósitos que tengo para el 2022 no es acercarme a dios sino más al pobre, al niño, al enfermo y al anciano ¡Y lo debo de hacer! Y aun, en esta vida sencilla donde la mayoría somos pobres, está ese El Salvador que nos divide, a lo lejos diviso una famosa casa, se le llama “La Casona”, es algo cual Alturas de Tenerife, Cumbres de Cuscatlán, Residencial Los Sueños Rotos solo que enclavada en una linda montaña, con una vista espectacular.

Quise escapar de ese El Salvador tan dividido pero no pude, aun, en esta lejanía hay diferencias. Me quedo con la casa de la niña Marcos, su techo son ladrillos, objetos pesados que evitan que el fuerte viento sople y sople como el cuento de los Cochinitos y la deje sin las paredes y techo; a ellos debo acercarme, no más.

Mientras el 31 de diciembre almorcé con un amigo, por la noche estuve compartiendo un par de cervezas con un joven que por bemoles de la vida, andaba cuidando la casa vecina; para mí, hablar de perros, de los “michitos” y de los cultivos es suficiente, no quiero hablar de encíclicas papales, ni de El Agujero Negro sino de ese agujero en las panzas de mi gente; poco a poco me quedo sin medicina y sin pisto y debo buscar a los puertos donde siempre recalo, no digo los nombres pues ese hombre de Dios me pidió que no contara lo que hace una mano ni lo que hace su corazón; poco a poco debo tener claro que mis despropósitos son quizá más sencillos de lo que algunos piensan; debo regresar al cantón Las Pilas,  mi vieja tierra, a mi vieja casa y empezar a perseguir a todos los perros sin hogar y traerlos acá; no sé qué seré en otra vida pero es un deber alimentar a tanto amigo perruno, siempre, siempre ando pan o tortilla en mi carro y donde llego alimento a mis amigos y a mi alma; ese refugio será una realidad y algo que me encanta es cómo una conducta grupal cambia, nadie molesta a mi pandilla canina, no todos son míos, sino que saben que aunque sea tortillas congeladas siempre habrá algo esperando por ellos y ver a mi amigo “Ranger”, perro amigo y el más  viejo de la pandilla perruna que apenas caminaba, jugar como un niño, correr como en sus mejores tiempos me hace feliz.

Cuando terminamos la caminata diaria, y voy a la tienda a comprar tortillas, quizá llama la atención que mis vecinos se queden viendo a mi caravana presidencial, guarda espaldas peludos que caminan en silencio y dicen: “Ese señor es compasivo con los animales”, esa palabra “COMPASION” debemos hacerla verbo y si salimos bien librados en este 2022, enfilar las fuerzas que poco a poco menguan, hacia “La niña Marcos”,  una señora que representa a la mujer salvadoreña, ella está más calificada para ser embajadora de El Salvador de la Nada ante Washington que la ignorante joven que ostenta tal cargo; ese enfermo pobre  que es Dios disfrazado es el mismo que hace largas filas en el Hospital Rosales para ser atendido; ese anciano que me busca por un par de pesos, ese soy yo dentro de unos años y debo invertir en la caridad; y ese niño, esos amigos que tengo son el futuro de mi país y se deben cuidar como las vasijas más preciadas y cada día echarles una pizca de honradez, de amor por los animales, el respeto por los mayores y la naturaleza, la honradez y el amor a sus padres. Con cumplir estos despropósitos me doy por satisfecho.

*Médico salvadoreño

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