Opinión UCA: No solo invertir, sino también planificar

Nayib Bukele aprovechó el tercer aniversario de la elección que lo llevó a la Presidencia para anunciar una lista de obras de infraestructura que, dijo, se realizarán en el país en los próximos meses.

En realidad, la mayoría de ellas requerirá de mucho más que unos meses para su arranque, construcción y finalización, pues, por su número y calado, demandan acuciosos estudios técnicos y de factibilidad, así como los correspondientes procesos de licitación y contratación (en el supuesto de que se cumpla la ley). De hecho, el mismo Bukele ha inaugurado obras públicas (como los bypass de la Libertad y de San Miguel, y el periférico Claudia Lars) gestionadas por el Gobierno anterior, pero que por su complejidad y tamaño solo pudieron finalizarse durante la presente administración. Algo que el presidente ha sabido utilizar a su favor.

Poco cabe objetar ante proyectos de mejora de la red vial que buscan facilitar la circulación a lo largo y ancho del territorio nacional, propiciando así el desarrollo más allá de la capital. Pero este no es el caso: la mayoría de las obras anunciadas están orientadas al área metropolitana. Además, los problemas de tráfico de la capital y sus alrededores no se resolverán con dichas obras, por muy importantes y necesarias que sean algunas de ellas. La solución en estas zonas tan densamente pobladas pasa por la construcción de un sistema de transporte colectivo y público que tenga preferencia en todo sentido. Un sistema que sea cómodo, eficiente, no contaminante, rápido y accesible al bolsillo de las personas con menos recursos. De momento, no se ve que esta sea la apuesta del Gobierno.

Por otra parte, no puede obviarse la tendencia de esta administración a destruir sin necesidad las infraestructuras existentes para construir otras nuevas. El ya demolido edificio que albergaba la biblioteca nacional no solo era un patrimonio nacional que estaba en muy buen estado, sino que había sido construido para resistir terremotos, por lo que que le quedaban muchos años de vida útil al servicio de la ciudad y la cultura. La nueva biblioteca bien se hubiera podido edificar en alguno de los muchos predios baldíos o con construcciones dañadas del centro de la ciudad. Lo mismo ocurre con el nuevo estadio. Demoler la Escuela Militar Capitán Gerardo Barrios es un despropósito, pues se incurrirá en un gasto mayor al tener que construir nuevas instalaciones para trasladarla. Hubiera sido más sensato buscar un terreno vacío para ese estadio. Eso sin preguntarse sobre el impacto medioambiental y sobre la coherencia de emprender esa obra ante las muchas necesidades del país, en especial de la población más pobre.

Invertir en infraestructura es algo bueno para fomentar el empleo y crear condiciones para un mayor desarrollo. Pero ello debe ir acompañado de planes de desarrollo sustentable que prioricen las áreas más deprimidas del país. Esos planes a nivel nacional, departamental y municipal son fundamentales si se desea que el país avance hacia una mayor equidad y los salvadoreños puedan realizar aquí sus proyectos de vida. Esa debe ser una tarea a la que el Gobierno de Nayib Bukele debería ponerle el principal interés; similar al que lo movió a asignar 200 millones de dólares para la remodelación de escuelas.

Editorial UCA

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