Es más fácil que falte el “Con qué” en el área rural y no las tortillas. Decir “Voy a ir a dejar el con qué” significa llevar comida al esposo, a los peones (Que, aun término casi parecido a esclavo que se utiliza en el área rural al igual que “criada”) y dentro de la pirámide de Maslow es el “Con qué” una de las primeras necesidades fisiológicas que deben ser saciadas, aun decir “saciadas” da la impresión de que el “mozo o peón” recibirá un ovíparo banquete cuando apenas serán unos huevos duros (Tiempo pasado), frijoles, queso o cuajada, crema, tortillas, chile y alguna buena cuchumbeada de café o fresco.
Por: Francisco Parada Walsh*
Poco a poco la pobreza golpea cada vez más fuerte en las casas del área rural, a muchísimas personas no les gusta la carne de res pues nunca ha existido en la dieta de ese hogar, el deleite de una sopa de hierba mora es casi un plato gourmet pues es lo que se le da a un niño a su corta edad, aquí comer brócoli y repollo crudo es lo más normal, darle una mordida enorme a una cebolla morada es como morder una manzana; sin embargo el “Con qué” escasea cada día como escasean los jóvenes (desaparecidos o migrantes) y la moral de un pueblo que, parece seguir y disfrutar este letargo de maldad.
Quizá ya nos acostumbramos a que nos jodan tanto que, esta rara tranquilidad no nos gusta, debemos seguir siendo esquilmados para nuestro gozo; la pobreza que vive nuestro campesino es desconocida por las autoridades de turno, cada día todo sube de precio y por ende la capacidad de un jornalero que gana apenas diez dólares al día se ve cada vez más limitada, sin embargo existe una solidaridad en cuanto al “Con qué” se refiere, todo se comparte, todo.
Sin embargo duele en el alma ver hogares que ni leña tienen para el fogón, menos “Con qué” y es ahí donde mis contradicciones personales me golpean, me hacen reflexionar cómo se puede llegar a tener cinturones de miseria y a nadie parece importar, a nadie. La indigencia existe en el área rural, ancianos que con el argumento de una visita a tal casa esperan recibir sino es algún vegetal o fruta, quizá algunos centavos para comprar bastimento y seguir en la lucha.
Esta pobreza no se entiende tan fácilmente, aun, viviendo en esta zona se debe entrar a muchísimas casas y así poder conocer en carne propia lo que es al almuerzo de una familia, no se pasa de frijoles, crema, si hay queso se tuvo suerte y el bote de chile, eso es un almuerzo normal; nadie dice nada, todos saboreamos los frijoles cual escargot o un filet mignon.
Dudo que visite a un amigo en San Salvador y me reciba como se recibe al visitante en el área rural, todo es una alegría y de lo poco que se tiene se comparte con gozo sin embargo respiro una pobreza ofensiva donde tanto ellos como yo, somos presos voluntarios de un país que no es país y que no me garantiza lo más básico como es el “Con qué”, ya hablar de comprar ropa es un imposible, tanto para ellos como para mí y a la menor oportunidad de conseguir el dinero para irse a la Tierra de Caballo Loco no lo dudan ni por un momento y les doy la razón, soy viejo y mis fuerzas menguan pero si tuviera veinte años, no lo dudaría ni por un momento emigrar a donde sea, léase bien: ¡A donde sea! Todo sea para que el “Con qué” no falte en mi mesa.
Palabra preferida de Rutilio Grande, y aun, su vida, su lucha y su muerte poco ha cambiado a un sistema oligárquico más voraz que la misma hambre, más indolente que el mismísimo dolor, más hijos de puta que la puta más puta.
Nos han robado el “Con qué” desde que existimos, y lo siguen haciendo, todos callamos, ya ni las tripas nos chillan menos la dignidad; cada día la familia salvadoreña pierde identidad, más pobre, más amenazada, más sometida y parece un gozo nacional. Ya el sometimiento y la falta del “Con qué” más parecen marcas registradas “Made in El Salvador de Qué”.
*Médico salvadoreño
