La Amistad y Los Mentores

Todas las promesas y los “pactos de sangre” son pasado, no un pasado doloroso sino simplemente una etapa de la vida que transité y en este momento veo hacia atrás, a mi niñez, a mi adolescencia a  mi adultez y en este momento reviso mi vejez y todos los que creímos ser amigos, somos apenas, apenas unos simples desconocidos.

Por: Francisco Parada Walsh*

He sido solitario por lo tanto no puedo esperar tener decenas de amigos, aun, mi carácter esquivo y poco dado a las francachelas nocturnas me alejan de aquellos que parecieran ser amigos del presente; no necesito comparsita para tener una agradable conversación,  es Jorge quien habla con Francisco, a veces están de acuerdo y en ocasiones es Francisco quien putea a Jorge; no necesito un amigo para volarle de un disparo la cabeza a una botella de vino que en vano limpia mis venas, cual forajido del viejo oeste que llega a la cantina del pueblo empiezo a disparar no a una botella sino a varias y empieza esos efluvios a animarme, a deprimirme, a hacerme olvidar quién soy ¡Es necesario! no necesito un cuate para ir a cenar a un restaurante, una de mis pasiones es cocinar y uno de mis pecados capitales es la gula, hubo buena mesa en mi vida y mi soledad se acompaña de lo que se me antoje cocinar, soy lento en comer, demasiado, hablo y hablo mientras un buen tasajo de carne me aquieta el hambre y sería otro pecado capital el no tener vino, ron o cervezas; no necesito a un amigo para caminar por lejanas montañas sino que con mi pandilla perruna soy inmensamente feliz, de a poco aparece un gato que le da por acompañarme, viaje frustrado pues el gato es un dios con bigotes, él hace lo que él quiere; por lo tanto eso de la amistad es difícil de definir, jamás tendré los seis cientos y pico de amigos que aparecen en Facebook ¡No tengo ni cinco amigos! Claro que agradezco a todo aquel que formó parte de ese círculo llamado Amistad; los amigos de infancia tomaron sus caminos y ni la vejez nos cambia, ni la vejez nos hace ser sinceros; los amigos de la adolescencia quizá marcaron una época de gran felicidad en mi vida, de los cinco gatos que éramos, solo quedamos tres y pare de contar. Con ellos fui feliz y con el que hablo regularmente, lo admiro por ser aquel joven que era, nada ha cambiado, no hay egos con mi Amigo Manuel Rebollo, de Hidalgo Franconi alias “El Chicote” poco sé, y así que sigan las cosas.

Ya en la universidad todo cambió, nos fuimos desperdigando como balines, y de pronto encuentro a una persona valiosa como pocas, y todo sucedió cuando a él le robaron un aparato de sonido de su carro último modelo, él, un hombre millonario me pidió que lo acompañara al mercado “Belloso” a intentar encontrar la casetera “Alpine” y fuimos, no encontramos nada más que ese fue el detonante para enlazar nuestras felicidades y tristezas, entiendo que tengo una cara de vago y de malandrín pero no es para tanto ¡Ahí si me jodió el Amigo! Hubo una ocasión que el profesor de Técnicas de Redacción empezó a dar las notas del parcial de la más alta hasta llegar a la indiferencia por la vida, en esa ocasión fue mi amigo quien obtuvo diez perfecto, luego fui yo quien cuajó un 9.70 y quizá eso hizo que mi amigo pensara que aparte de vago era inteligente ¡Nunca lo fui! He sido claro que nací sabio y día a día mientras envejezco me vuelvo más torpe sin embargo mi disciplina mental es rígida y de ahí, surgió una hermosísima amistad, conocí lugares que un joven como yo no podría haber visitado, comer cuatro panes con pavo era una cena normal y pude ver que mi amigo no estudiaba y mientras fue mi compañero durante cuatro ciclos, en todas las materias obtuvo diez y entendí que era, es y será un genio y debo agradecerle toda la ayuda moral y sobre todo económica que me prodigó tantísimas veces; mientras estudiaba medicina conocí a otros amigos, si, esos de ir al chupe, reírnos, pero hasta ahí llegaron esas amistades; entiendo que todo es circunstancial, amigos del momento y que quizá ante el éxito económico alcanzado por ellos comparado a mi persona ya no ven a un amigo sino a un amigo jodido y prefieren seguir sus vidas y aunque no comparta tal actitud quizá los comprendo; es por eso que mis amigos cada día son menos y sé que están los correctos.

El dinero cambia y ha sido el dinero en mi vida el catalizador de servir a otro porque sé lo que es estar jodido y nunca olvido al amigo que pasa un mal momento o a un conocido que es el vigilante de mi pasaje, al contrario, la primicia es para ellos. Actualmente tengo dos amigos, uno está más chiflado que yo, compañero de sobremesas espectaculares y borracheras que al día siguiente entendemos que tenemos vida propia y el amigo cuerdo, el hombre brillante, ese amigo que escucha mis dolores, mis miedos, mis pesares y es el único teléfono que suena, el único.

Enemigos no tengo, aun, ni los perros desconocidos me atacan, quizá saben o a lo mejor entre ellos se comunican y uno le dice al otro por un ladrido especial: “Ese viejo loco es el que nos tiene a cuerpo de rey, no lo jodan” y esa es mi historia sobre la amistad. Dudo que pueda tener una amistad con una mujer, lo dudo, más temprano que tarde terminaremos en un combate máscara contra cabellera, quizá sea una lucha sin límite de tiempo pero mejor, sigo y vivo con mis pandillas perrunas y gatunas, que, hicimos un trato de Amistad donde los perros estamparon sus patitas y los gatunos, sus bigotillos.

Qué decir de mi mentor Dr. Ulises “La pepa” Flores, mentor de mentores, gracias a su visión, ganas de joderme, de bromear es que una diferencia de decenas de años, no hizo mella en nuestra larga y bendecida amistad.

*Médico salvadoreño

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