Por: Walter Raudales*
El relato bíblico de Génesis 4, en donde Caín mata a su hermano Abel, es muy conocido. Derramamiento de sangre entre familia.
Los motivos de Caín.
¿Qué es lo que pasa en la mente de Caín para volverse un asesino? Según la escritura, Caín (labrador de la tierra) se llenó de envidia porque Dios vio con agrado a Abel (pastor de ovejas) por las ofrendas que ambos le entregaron: Caín le llevó frutos de sus sembrados y Abel unas hermosas Ovejas. Al ver que Dios le hacía buenos ojos al regalo de Abel, Caín se descompuso al grado que el mismo Dios le preguntó: “¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?”. La historia ya la conocemos, Caín invita a su hermano al campo y ahí lo asesina con una quijada de burro.
Caín, antes del asesinato, se llenó de odio, envidia, enojo, descontrol de sí mismo, se ensañó hasta cometer la atrocidad. Este relato bíblico nos cuenta metafóricamente, después de la desobediencia de Adán y Eva, el origen de la maldad.
En resumen, Caín llega a convertirse en asesino empujado por el odio, la envidia, el enojo (malestar), y descontrol de sí mismo. Sucedió un hecho “que Dios no le hizo buena cara a su ofrenda sino a la de su hermano”, a partir de ahí esos estímulos, emociones y sensaciones le llevan a cometer el asesinato.
Caín en El Salvador hoy
En El Salvador de hoy, marzo de 2022, está sucediendo una “CAINIZACIÓN” de la sociedad. En donde el odio es propalado e implantado como política de Estado.
El fin de semana pasado, 26/03/2022, se conoció la información sobre un repunte de homicidios (en dos días se habló de más de 75 muertos) cantidad no verificada por la prensa e instituciones independientes y que no coincide con los entierros y velorios de los siguientes días.
Ante el repunte de asesinatos el gobierno Ejecutivo aprobó un Estado de Excepción que restringe garantías constitucionales y aprobó castigos más severos y punitivos en las leyes ya existentes en la lucha contra las pandillas.
De las atrocidades y muertes se culpó inmediatamente a las maras o pandillas y en ese ambiente de conmoción y condena las autoridades desplegaron un show mediático, cargado de frases, luces y cámaras con palabras propagandísticas, para hacerse ver como efectivos en el combate contra esa lacra de la violencia.
El Fiscal General publicó en sus cuentas de redes sociales: “En cacería”, haciendo alusión que estaban cazando a pandilleros. El Director de Centro Penales de igual forma y en el mismo tono dijo: “No llegarán vivos al centro penal”, un diputado pidió la Pena de Muerte, el Ejecutivo amenazó a jueces si liberaba a los capturados. Toda la narrativa y la retórica gubernamental referente al tema del repunte de homicidios, (el cual especialistas en el tema sostienen como un rompimiento o alguna desavenencia en el pacto “Gobierno-Pandillas”), ha sido de odio, violento, de muerte, de “acabarlos” literalmente.
Al hacer una reflexión serena nos lleva a inferir que los mismos estímulos, sensaciones y emociones de odio, violencia, muerte, y “deshacerse del otro” que motivaron a Caín para asesinar a su hermano, son los mismos “estímulos, sensaciones y emociones” que expresan las autoridades de seguridad del gobierno al supuestamente perseguirlos.
Evidentemente las pandillas no son Abel (y nadie las defiende; a los pandilleros y mareros que hayan asesinado hay que aplicarles la ley en toda su dureza). En ese sentido, haciendo un esfuerzo de desdoblamiento, lo que motivó y movió a Caín para el asesinato es lo mismo que está moviendo a las autoridades.
Es decir, que cuando se actúa como ellos (los pandilleros), el perseguidor (las autoridades) se convierten en lo que están combatiendo.
Es una especie de sincronía del odio, dado que el Gobierno, con toda su maquinaria comunicacional, logra permear en la población y toda la ciudadanía su lenguaje y mensaje violento de odio, ocurriendo una aceptación de esos antivalores violentos que inducen al asesinato.
De esta manera se produce la “CAINIZACION” de la sociedad salvadoreña. Una simulación en donde se divulga que se combate el crimen convirtiéndose quienes dicen lo combaten en apologistas y cuasi criminales y viceversa, los criminales, al imponer sus estímulos, sensaciones, emociones y antivalores toman vida en quienes los persiguen, y la sociedad en su conjunto al aceptar como válidos en su convivencia y sobrevivencia el odio, la envidia, la venganza y el ojo por ojo, admite y refuerza la “CAINIZACION”.
La argumentación gubernamental, cacareada también en otros gobiernos y en otras latitudes, que defender los derechos humanos es ponerse de lado de los mareros y pandilleros, es parte del pensamiento dominante para imponer una lógica de violencia, la cual ha quedado demostrado que no es la salida ni la solución.
De profundizarse esta “Cainización” de la sociedad salvadoreña y si sigue privando en las políticas del Estado el mismo odio que impulsa a matar al hermano estaremos retrocediendo un par de miles de años, mucho antes incluso a los tiempos de la Ley del Talión.
*Director de El Independiente.