El Bálsamo salvadoreño

En el área rural donde vivo hay tantísimas plantas que se han usado de generación en generación y el bálsamo no puede quedar fuera de esos analgésicos que tan necesarios son en nuestras vidas.


Francisco Parada Walsh*

Somos golpeados por el hambre, por la violencia, por la migración, por las desapariciones y a pesar de ser el dolor el común denominador de toda una sociedad más parece que cada quien debe lamerse sus heridas y no esperar nada de nadie y creo que se está en lo correcto; el bálsamo salvadoreño es una pócima secreta que da calor al cuarto frío de esa joven desaparecida, alivia el dolor del alma de la madre del joven detenido por el delito de ser joven, da esperanza al migrante y aun, parece que el dolor terebrante de una nación es sometido a la deshonra, al desprecio y nos convertimos en una sociedad que debe estar anestesiada, así vivimos, dura realidad cuando prefiero el silencio al grito de guerra, me gana la indiferencia que vence al servicio y así, poco a poco tenemos una nación perdida, siempre sin historia, aun, nos están olvidando la historia y no parece que nos demos cuenta; triste realidad y me duele pertenecer a esta página garabateada de nuestra existencia ; escribir me permite siquiera sangrar mis dolores, frustraciones, insomnios, ausencias pero poco se hace, aun, acá ya perdimos el placer de maravillarnos al leer, todo es ayer, todo es la nada.

Bálsamo salvadoreño, quizá sea el nombre de una futura “medicina nacional” tan mal inventada como nuestra flor y el ave nacional ya que el dolor va en aumento y parece que no nos damos cuenta pero sí lo hacemos, sencillamente esa frialdad que nos caracteriza es la que predomina y sabedores de que lo que vivimos es una tragedia, preferimos untarnos del bálsamo salvadoreño y creer que el dolor será apenitas, apenitas.

No me queda duda de que somos una sociedad sado masoquista, disfrutamos todo acto que nos provoque dolor, y tenemos estados sádicos como pocas veces he conocido que, en el nombre del bla, bla, bla se ungen con poses divinas mientras los mortales caemos fulminados por el hambre, por el desempleo, por la corrupción.

Bálsamo salvadoreño, que alivias nuestras dolamas sin embargo eres incapaz  cual antídoto contra la sopa de pitos borrar de tajo nuestras falsas ilusiones, esas esperanzas de un futuro mejor, de creer en la mentira y dudar de la verdad; al final, nada de lo que nos sucede tiene más responsables que nosotros mismos y aunque me cueste entenderlo, así camina el mundo y tener una de las peores gestiones con los personajes que más parecen sacados de una comedia italiana, algo inverosímil sin embargo ya entran en su cuarto año en el poder del caos y lo que hace tres años nos sacudió, ahora nos importa un bledo,  no es que nos acostumbramos a lo peor ¡Somos lo peor! Pues de las canteras de nuestros hijos, salen estos talentos, fueron criados por salvadoreños de carne y hueso, no existe la generación espontánea, hubo un proceso donde se fue tallando la maldad, el robo, el cinismo, la muerte y ahora, esos entes rigen nuestras vidas.

Ese bálsamo será apenas un paliativo, ¿Qué decirle a la madre de un joven que fue vapuleado hasta la muerte dentro de un centro penal? ¿Qué decirle? Esa madre representa a las madres salvadoreñas, ella es amor y dolor, sin embargo pareciera que somos inmunes a esas tragedias propias de estas tierras donde creemos que nada nos puede pasar y ¿A quién le importa? ¡A nadie!, y si uniéramos ese rompecabezas de dolor, son miles de jóvenes asesinados, desaparecidos pero estamos tan fragmentados que ni el dolor ni la muerte nos une; gravísima  señal de lo que viviremos.

¿Qué puede decir el joven presidente en su discurso de estar a la cabeza de este país? ¡Nada! Hablar de que se abrió una calle, que se tienen detenidos a más de quince mil “terroristas” no es un plan de gobierno, es humo, es opio pues este gobierno no arrancó, no encendió, apenas fue un cuetillo soplado, ahora, que al fanático e ignorante le cuesta aceptarlo es otra cosa, ahí no hay nada que hacer, nada más que sea el juez tiempo quien poco a poco ejecute su sentencia: Cadena perpetua para pueblo y gobierno, merecido lo tenemos.

*Médico salvadoreño

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