Todos creemos que según nuestro comportamiento, así será nuestro destino; si mi vida fue seguir las huellas del mundo seré recompensado con la gloria eterna, con una felicidad infinita, con el culmen de la despreocupación pues me reuniré con mis seres queridos y no me faltará nada de nada, aun, me confunde complicarse tanto pues bastara que nadie muriera y seguir juntos a aquellos que amamos y tristemente, cerca también de los que no amamos y si mi vida fue un desastre, debe el infierno esperar por mí, ser rostizado a fuego lento y en esa grasosa expiación pagar por mis pecados.
Francisco Parada Walsh*
¡Qué fácil fuera la vida! Lamentablemente no creo que las cosas funcionen así, día a día vivimos tragedias de tragedias y no solo en El Salvador sino en el mundo y más parece que el planeta Tierra Roja es el infierno de otro planeta, donde viene a dar lo peor y me incluyo, no entiendo de que al morir deba mi conducta decidir mi futuro cuando mueren niños víctimas de enfermedades incurables, se crean guerras en el nombre de la paz sin importar que inocentes en apariencia sufran a más no poder, llamo inocentes en apariencia pues en mi imaginario, no son inocentes sino que viven en el infierno y son castigados de otra forma pero son castigados; así las cosas, entiendo perfectamente que hay diferentes niveles de entidades, algunas son presidentes de las naciones y los súbditos cual la película “El Exorcista” adoran a sus líderes, hay entidades que vagan por el mundo en busca de un descuidado hombre o mujer y dan rienda suelta a sus fantasías sexuales, otras entidades se llaman vacunas, virus y aun, bajo el infierno que vivimos hay otro infierno donde no es el pecador más grande el que visita esas lúgubres estancias sino aquel, que esa enemistad entre el diablo y dios no es más que la historia de la humanidad donde me han hecho creer que uno es malo y el otro es bueno o viceversa y de repente me doy cuenta que son “los mismos de siempre” y no, todo está arreglado que debo entender que el cielo y el infierno es acá; estoy en el cielo cuando tengo una copa de vino que en vano limpia mis venas, cuando admiro la belleza de una mujer y estoy en el infierno cuando escucho una cadena nacional, al ser cómplice por omisión de tantos delitos que al salvadoreño promedio, le son irrelevantes; entonces esa madre que llora por la captura arbitraria de su hijo está viviendo un y en el infierno y los diablos vecinos o amigos no parece importarles, ellos también tienen su propio infierno.
Aun, se ejerce una medicina donde los médicos somos verdaderos diablos que poco importa meterle el trinche al paciente, y así sucede en todas las profesiones; no puedo esperar que de mi tumba salga algo bueno, todo es descomposición, todo debe quedar ahí, no me puedo imaginar un cielo donde no habrá sufrimiento mientras en esta vida me ha tocado las mayores adversidades, y que tomara peso una frase que se ha inventado recientemente como es “Que brille para Francisco la Luz Eterna”; no quiero que brille, lo repito: ¡No quiero que brille ninguna luz! lo único que deseo es descansar, que de mis entrañas y huesos se alimenten tantísimos amigos insectos y todo acabó. Qué cansado volver a preparar todo, seguir en otro viaje donde no sé cómo podré ser feliz, pues dejaría de ser humano; también debe haber ira, frustraciones, miedos y en todo ese periplo me encontraré no solo con mis seres amados sino también con mis seres odiados.
El infierno esta acá.
Un diablo se llama Joe Biden, otro es Putin, por allí está Bill Gates, diablos de diablos que son capaces de eliminar a huestes de diablos para mandarlos a otro infierno, tendrán sus motivos, y sé que por mi comportamiento debo descender a otro nivel de maldad, no me puedo quedar tranquilo, pensar que basta arrepentirse apenas unos segundos antes de mi último aliento y todo quedará saldado, no, no es tan fácil, debo entender que el infierno está acá y que el cielo son apenas momentos hermosos donde nos mimetizamos con una flor, con un gato, con una copa de vino. Ese es el cielo para mí.
*Médico salvadoreño